Roque Puell López Lavalle
domingo, 25 de diciembre de 2022
Hildebrando, el escultor
jueves, 15 de diciembre de 2022
Richi
Roque Puell López Lavalle
martes, 13 de diciembre de 2022
La Navidad
lunes, 12 de diciembre de 2022
Los chanchos no saben saludar
Roque Puell López Lavalle
miércoles, 7 de diciembre de 2022
A la nada y a la mar...
jueves, 1 de diciembre de 2022
La amiga que nunca tuviste
martes, 29 de noviembre de 2022
Coloquios
martes, 22 de noviembre de 2022
Corazón agradecido
Es bonito para mí en este momento, decirte lo que me sucede, tal vez mostrarte lo que siente en realidad mi corazón acongojado. Puedo llorar en tu presencia siempre que puedo porque tú oh Dios, me escuchas cuando te hablo quedo. Por lo tanto entonces, en busca de obtener una respuesta pronta Señor mío, puedo ahora pedirte perdón sin ocultarte nada porque luego me emociona mucho el saber de tu gran misericordia. Y para ese momento, yo pueda sanar pronto mi alma que está quebrantada...
Es mi orar en la quietud del silencio que reina en esta noche, que todo se cumpla para bien en mi vida. Deseo que mi existir ¡Padre! sea diferente. Deseo que se cumplan mis anhelos, que siga amándote en la pobreza o en la riqueza, que persevere en la fe, no importa, pero nunca quiero olvidarte y alejarme de ti por otras cosas que no tengan validez. Aunque dejé todo por servirte, ahora no tengo más, ni a los amigos que se conduelan de mi desgracia, ni a los enemigos que quisieran acercarse. Pero tú eres mi mejor amigo. Padre que me aprovisionas siempre y que me escucha atento en la adversidad.
Pero hoy, en este momento, donde sé que ahora me escuchas, donde la oscuridad de la noche me soslaya, donde la soledad ensancha mi razonamiento y sintiéndome muy solo, quiero presto entregarte sin condiciones, mi corazón agradecido pero sangrante…
Roque Puell López
Lavalle
domingo, 20 de noviembre de 2022
Entre tanto
martes, 1 de noviembre de 2022
Mi último poemario
lunes, 24 de octubre de 2022
La cantaleta
Roque Puell López Lavalle
domingo, 23 de octubre de 2022
Los niños
sábado, 22 de octubre de 2022
Jaime
Era mi gran amigo, mi pariente, tal fue mi tío querido a quien yo quería desde siempre. Fue entre todos los de la familia, el hermano menor de mi madre y como todos, era un travieso igual que quien escribe. Y así como yo lo veía desde que era un niño, así lo entendí yo, porque era como un padre para mi vida. Así sería el pensar de muchos en la casa, aquél mágico ausente que ellos creían conocer…
Fue un músico de oído, era
él la melodía del acordeón porque a más de uno nos deleitó sin tanta
preparación. Tocaba los valses otoñales y eran más las canciones que los
versos, porque al final todos terminábamos en una gran celebración. Él era el
amigo de todos, también de la farra y de la buena vida. Era quien trabajaba
mucho según lo decía el tío bandido, porque entonces las fronteras ya conocían
su zalamería porque supe que a más de una les arrancó suspiros, alegrías y a
todas ellas, dizque que las quería...
Hasta que una vez, la vida
le dejó un indeseable aviso. Había una factura impaga que él tenía por cobrar y
su familia así extrañada, se preguntaba ¿Qué habría de suceder ahora? Entonces,
entre las trompetas de la cita médica y de los desvelos, él se enteró de una noticia crucial. Estaba escrito que era poco el tiempo que le quedaba en esta
vida. Muchos se lo dijeron, otros lo alertaron, solo que a él nunca le importó.
Llegó entonces el momento del desenlace y no tardó en ingresar al Hospital.
Así entre medicinas y tubos
de oxígeno, rodeado de toda la familia, su semblante estuvo realmente mal. Fue
en aquellos afanes que el hombre fuerte de antes, se halló muy grave sin otra
alternativa que rezar por él. Se hizo mucho para reanimar al gigante que ya se
nos iba y solo era cuestión de tiempo. Pero a decir verdad, el amor
de nosotros, si lo recibió sin reclamar. Por fin, descansó su cabeza en mi regazo,
cerró sus cansados ojos y a todos los que estuvimos con él, nos dejó…
Roque Puell López Lavalle
viernes, 21 de octubre de 2022
Lupi
Roque Puell López Lavalle
El champa pecho
Roque Puell López Lavalle
viernes, 14 de octubre de 2022
Almanzor
Roque Puell López Lavalle
miércoles, 12 de octubre de 2022
Vuelan las palabras
domingo, 2 de octubre de 2022
El Juez
Todos los edificios de la ciudad, tienen sus historias, sus anécdotas y sus cuitas. Ninguno escapa a los caprichos del destino, sean estos buenos, malos y de repente inolvidables. Yo vivía en uno de ellos, en la década de los setenta. Fue famoso porque se pensó en ese tiempo, que sería un Hotel de cinco estrellas en una Lima que cada día se urbanizaba más. Pero luego la idea se desvaneció por los continuos problemas familiares y la necedad de sus dueños que se formaron alrededor de ésta notable edificación.
En el quinto piso había un
personaje que nos llamaba la atención. Era un hombre entrado en años, de buen
porte, de tez muy blanca y andaba bien vestido. Era un letrado, Abogado en su
juventud que terminó siendo Juez del Poder Judicial en el centro de la Capital. Pero, lo que era increíble, fue que
tenía la costumbre de que todas las noches, se sentaba en una silla vieja para leer su periódico o cuánta literatura
pusiera en sus manos en medio de un patio saliendo del ascensor. ¿Cuál era
entonces lo extraño?
Pues, ¡Lo hacía en pijama y en pantuflas! Vestía con una pulcritud a carta cabal, si lo mirábamos de cuerpo entero. Era un atuendo de rayas azules y blancas algo desgastada, pero bien planchada con un polo blanco desabotonado que
fungía de camiseta. A veces se presentaba con calzoncillos largos de lana,
aquellos antiguos que algunos más jóvenes no podrían diferenciar. Sus pantuflas
estaban bien cuidadas y lustradas como si fueran un par zapatos para salir a la
calle y dar un paseo. Pocas veces lo vimos con su terno azul marino caminando a paso lento
pero felizmente para él, había un ascensor. Su carácter era de un hombre culto, conversador
y con algo de mal genio pues regañó a un amigo que cantaba con su guitarra a todo pulmón unos pisos más arriba de donde él vivía.
Muchos en el edificio se reían de él, lo creían loco pues estaba desde las nueve de la noche más o menos hasta pasada las once. Era una costumbre muy graciosa verlo todos los días en esa facha tan peculiar, pero él ni se inmutaba, con él no había ningún problema. Vivió anteriormente en el edificio Olchese del Centro Histórico de Lima e imagino q tendría miles de anécdotas que contar como alguna vez lo hizo, hablando del diario El Comercio y de los Miró Quesada. Luego nos contaba de la Lima que se fue, una ciudad donde se podía vivir en un icónico pasado. Mis amigos y yo teníamos opiniones divididas pero siempre terminábamos con una aprobación de simpatía al "Doctor" que era el vecino tan especial de todos nosotros.
Pero todo esto no duró mucho
en realidad. Pasó un corto tiempo y el tremendo Juez no fue visto como todos
los días. Estará enfermo –decíamos- otros especulaban diciendo que había salido
de viaje o que tal vez lo visitaron los nietos. Eso no era probable pues se
sabía que era un hombre solitario y que no vivía nadie con él. Hasta que luego
de algunas semanas, un olor fétido salía de su departamento. Los vecinos llamaron a la policía y lo encontraron
desnudo en su tina del baño con un serio corte en la garganta del que finamente se dedujo que este hombre se desangró y murió sin ninguna atención.
Se comprobó después con las investigaciones, que no le
robaron nada puesto que los que llegaron a entrar vieron que todo parecía estar
en orden y no hubo tampoco, signos de violencia. Entonces, se tejió la versión de la
venganza o la sospecha que alguien lo habría asesinado para querer robarle ¿Quién habría sido? Nunca se supo...
Roque Puell López Lavalle
lunes, 26 de septiembre de 2022
Las flores amarillas
viernes, 23 de septiembre de 2022
Regresó el importante
Se viste de gala la
naturaleza, soplan los vientos, está de fiesta el firmamento, hoy ha acontecido
el milagro más grande, tu sonrisa volvió como antes, la felicidad te ha
visitado, ha regresado "el importante" para llevarte a sus palacios reales. No
sales de tu asombro, no pensabas que en el mundo del mañana todo resulta al
revés, lo que no pensabas se realizó, lo que no deseabas ahora lo tienes y si
das amor, se habrá pues, de multiplicar. ¿Por qué entonces, tienes así ese rostro? Te
había conocido a orillas del camino, en las hondonadas de los ríos y me gustaba
cuando le hablabas a los duendes y a los pajarillos silvestres. Buscabas un motivo para
enseñar tus recientes tesoros, algunos de plata, otros de jade y de turquesa,
más yo te ofrecía el oro de mi nobleza. Pero tú no necesitabas los metales, ni los
lienzos entre los grandes, solo querías un corazón sencillo entre los mortales.
Era difícil de creer y qué
complicado sería encontrarlo, hoy no se encuentran especímenes de esa rara
naturaleza porque hoy hay más rencillas, más candelas, más orgullosos que un
buen vino o quizá una rosa creída en el camino. Sin embargo, las muchas aguas no
podrán apagar la esperanza que tenías de encontrarlo. Te habías esforzado tanto
sin preguntar, que tu ánimo pronto, nunca cejó de perseverar. Entonces tu
abuelo Freder, antes de morir, te dejó alegre, un invaluable tesoro. Lo hizo después
de muchos viajes y de grandes esfuerzos hasta que por fin, él te había
encontrado. Y eras tú la indicada, la más inocente, la más ingenua, la de un
corazón noble pero en el fondo, una indomable guerrera. Así entonces, se fue
tranquilo dejando su mejor legado entre las más buscadas princesas, pero solo
había una que se hacía merecedora de tal deferencia.
Extraño fue que cuando
abriste el pequeño cofre, se encontraba una llave de oro que adjuntaba una pequeña
nota que decía: “Con esta llave tendrás
tu esperada felicidad, pero cuando la encuentres, ella te colmará de bien pero finalmente,
desaparecerá”. Extrañada quedaste, y pensaste: “¿Cómo sabré quién es mi felicidad
o que señal tendré de su llegada? Pasado el tiempo, muchos en el pueblo decían
que había alguien misterioso que vivía en las cumbres de las montañas, seguramente
por los quintos apurados de aquellas laderas. Su casa era una cabaña de madera, de
tejas rojas, sus animales eran la envidia de los moradores de aquella región y
sin embargo, todo eso no importaba pues en algún momento, habrían de salir los verdaderos
motivos de su razón. Pero él no te conocía, solo había oído de ti en la llanura de la quebrada y que solo sonreías a quien te lo pedía.
Entonces cuando el hombrecillo
llegó al pueblo, algo cansado y temeroso, preguntó: ¿Quién habría de mostrarme el
camino de regreso sin ser yo más que un inocente arriero que está ahora
perdido? Y tú al verlo, le respondiste con sencillez las maneras prontas de
encontrar el sendero que tanto buscaba. Él te escuchó y le atrajo tu espíritu y
tu corazón. Sus ojos le dijeron que posiblemente eras tú la que él había
escuchado hablar y decidió quedarse algunos días antes de partir. Pero pasó que
una mañana, algunos malos hombres quisieron borrar la alegría de tu corazón.
Intentaron robar tu inocencia a plena luz del día y sin razón. Tú te defendiste
y sin que nadie que escuchara tu clamor, luchabas hasta el final. Aquél hombre se enteró y sacó pronto su espada reluciente para defenderte, terminado así con
la afrenta. Cayeron uno a uno los granujas y entre los dos, pudieron llevarlos a
chirona.
Solo quedaron miradas, no
hubieron palabras y no bastó el agradecimiento, algo distinto nació en el
brillar de los ojos... ¿Acaso no se habían dado cuenta que eran el uno para el
otro? Y sucedió que te enamoraste tanto de tu salvador, como él de tu candor.
La clave de oro entonces, abrió la cerradura de su corazón y aquél legado
entonces, se cumplió. Pronto aquella herramienta, dada por el finado, por fin
no se pudo encontrar. Ya no era necesaria porque fueron felices y el amor triunfó.
Tu sonrisa regresó como antes y "el importante", te llevó a sus palacios reales. ¡¡Qué
tal encontrón!!
Roque Puell López Lavalle