domingo, 25 de diciembre de 2022

Hildebrando, el escultor


Tus ojos ya no ven el cielo que hoy no guardas y tu viaje inesperado que perduró algunos meses, regresaron otra vez a la esperanza que nunca encontrarás. ¿Por qué vuelves, a las remembranzas que solamente te hicieron el mal? ¿Dónde están los mundos nuevos, las eternas praderas que habrías de conocer para colocar la bandera de tu libertad? ¿No es más fiero quien se muerde los labios y acepta el no regresar? Insistes al mismo momento, al mismo sonsonete de melodías sin caminos y sin respuestas del por qué te tuviste que marchar. Ves ahora que la Valkiria no cambia, que no muda su parecer porque los mismos fantasmas del pasado, arrecian contra ella como si fuera una barrera de poca importancia y que su ser aun reclama, para no perderse jamás.

Ah compañero, tú si habrías encontrado otros manantiales que podrían regar tus áridos sentimientos o quizá tus amargos pensamientos porque los malos recuerdos, todos los tenemos pero depende qué tanto los abrigaste o qué legiones se atrincheraron en el doblez de tu apocado corazón. Yo vi que el talento de tus manos, seguían firmes en el esculpir de las piedras como el artista consumado que eres. Sabía yo que la nostalgia ya no tendría motivos y fueron tus esculturas magníficas las que más te dieron satisfacciones. Apenas si concebiste que todos los honores a tus creaciones te hicieran feliz porque eran tuyas; porque se irguieron seguras, asidas de tu voluntad férrea sin más excusa que tu misma creatividad. Te habrías librado acaso del yugo infiel, quizá del egoísmo de su verbo amar.

Y encima de cuernos palos para que las infamias no te concedan el tiempo de aliviar los dolores de una sociedad impenitente y condenada por los actos más viles y escondidos. ¿¿No sabes tú que el dormir sin patria, anhela demostrar tu carácter?? Si porque al estar lejos de lo que amas como terruño, te llevará a estar solo contra el mundo y contra todos. Para eso necesitas serenidad, acaso sensibilidad, pero ante todo valentía a toda prueba y recién así podrás amar nuevamente y sin fronteras cuando hayas conocido la urgencia de alcanzar lo que quieres aunque ella no te lo hubiese comprendido. No sé cómo puedo entenderte ahora que me lo has contado, sin pelos en la lengua, sin pena ni gloria y que ahora son tu verdad. ¿Sabes? Me lo dijo tu resentimiento que sonaron más que el laberinto de tus palabras, incluso más que las campanas que llaman a la defensa de tu verdad.

Busca entre las entrañas de la tierra, eleva tu alabanza al Santo y busca en los caminos del atardecer, en aquellos que no ves porque del cielo se abrirá la senda de tu nuevo despertar. Haz de cuenta que estás en el en el infinito oscuro de la cumbre tachonada de estrellas, allí donde la conciencia se encuentra inmersa y sin dueño fiel que la proteja. En ese lugar misterioso entonces, amigo, elévate mucho y destierra los sacos de arena que te impiden triunfar. Cuando comprendas que la libertad significa también morir para entrar en el mundo de la esperanza sin pretextos y ligaduras, entenderás que vale la pena sembrar lo que no ves para tener luego una cosecha de constante felicidad. Pero acuérdate que no serás tú sino será Él quien te lo podrá enseñar. No cejes pues ahora, de perseverar

Una leyenda entonces, será tu figura, tal vez un murmullo pintará tus ojos incrédulos pero serás una estrella radiante en un sol que alumbra pero que no ciega a los desesperados. Tal vez estarás entre las habladurías de la gente o en las tempestades terribles de la arena. Aquellas que son siempre sórdidas, distantes, impertinentes, esas que no forman parte de nosotros y quizá si te encuentres, en las pretensiones de un renegado, de un orate olvidado o de aquél que no quiso volver nunca, pero que jamás lo habría intentado…

Roque Puell López Lavalle

jueves, 15 de diciembre de 2022

Richi

 



Se llamaba Richi. Algunos lo tildarían de loco pero su presencia era la de un hombre barbado, altilocuente, fiero en la mirada y por su semblante un tanto melancólico. Tan pintoresco era el zurdo, tan blanca era su tez que parecía el escritor emérito de las vidas de un monasterio. Vivía con una paloma que fingía ser a todas luces una reina. Ella conoció su vida y estaba cabizbaja en su hombro. Era engreída pues solo comía de su mano un poquito de arroz o lo que mañosa quisiera recibir. Era un espectáculo mirarla cómo te observaba cuando te acercabas a él. Le obedecía en todo y sin embargo, ella buscaba lo que más le convenía pero no hacía mucho caso a sus demandas. Argumentaba que ella lo escuchaba cuando le ordenaba quedarse pero, la paloma bandida solamente lo arrullaba y él sorprendido, se reía dejándola volar.

Era un sentimental, lloraba a su madre desconsolado porque para él nunca se fue, porque la elevaba siempre al altar, en un acto de lo más solemne. Pero para su memoria, su padre ya estaba en los brazos de Mefisto, desde las eras del averno porque ya lo había enterrado muchas veces en el rincón de sus recuerdos. Así era él, fungía como gran orador, polémico, escritor de valiente pluma, pero resentido y conflictivo porque casi siempre hablando de lo mismo.

Pero era el político de siempre, creía en el anarquismo o en las alegorías, quizá entre los grandes ideales del masón. Era el crítico ácido del gobierno de turno, la suerte era para los trabajadores y en la razón de la patria, siempre la  defendería emocionado porque ella era el fusil de los más valientes. Pan con libertad era su consigna que buscaba en los antiguos partidarios porque quizás quería alcanzar el más grande galardón. Vivió diez años en la Argentina y todos los días eran aprender algo nuevo para educarse en la historia y en el vivir de la tradición. ¡Qué carácter!

Pues, así sucede en el alma de un idealista porque resulta indescifrable ese tipo de juicio de valores atribuidas a un gobierno. Él era sincero en todo lo que creía y no me extrañaba que buscaba el orden y la decencia en la misma justicia, aun entre los más encumbrados. Dijo que esto serviría para no engañar al más ingrato o al más educado. “Los nobles ideales se llevan por dentro, cumplirlos es una revolución personal, practicarlos es un deber la Nación” - afirmaba. Yo pensaba... ¡¡Pobre de aquél que se alimente solamente de la ilusión!!

Pero en la maraña de los ideales y de esos libros inflamados de las antologías, buscaba el cumplimiento de su pensamiento. Entonces, el llamamiento patriótico, que era inequívoco para él, le daba la bienvenida. Sin pensarlo dos veces, se alista presto en las tropas que marcharían al sur para vengar al invasor. Combate tras combate, trinchera por trinchera, la fiereza se demostró rauda en su valor y entrega. El campo se inundaría de la muerte que no dejó de cumplir su cometido y mal herido pensó que quizás, hasta allí fue lo último que podría ganar. Pero el destino, no lo quiso redimir. Bajo las lumbreras de la noche, escribiría sus últimas letras y hasta el primer canto de la diana, no pudo nunca conciliar el sueño. Sin embargo, pasó el resto del tiempo inactivo y convaleciente en el Hospicio hasta que las Embajadas inútiles formalizaron el cese de las hostilidades. Entonces volvieron ellos, los veteranos. Cargó sus pertrechos que eran escasos y revivió su ánimo cansado, tal vez ahora apocado del reencuentro, pero victorioso del cumplimiento.

Su casa recibiría a quien tuvo que trasnochar. Sola, modesta, parecería no haber cambiado y sin embargo, se mantuvo intacta en el correr del tiempo. Bueno fue que la cuidaran y que lo recogiera alguno de sus parientes de la estación. Su familia lo había abandonado y le tocó solamente vivir la soledad y el tiempo, la pasión inherente de su ser para descansar con cierta tranquilidad. Polémico como era, recitó con vehemencia su experiencia pero echó a sonreír de repente por la fortuna que le tocó vivir para quizá plasmarla en sus memorias. Recordó la ingratitud de quien alguna vez le mostró su amor pero que también desapareció al igual que su descendencia. Regresaron a su sentir, las amistades de antaño, más solo quedaron las fotografías amarillentas de un álbum mohoso por el descuido. Se sentó en su vieja silla mirando a  la fuente luminosa donde ahora brotaba el agua de un parque cercano a su vecindario. Luego de algunas semanas, terminó por fin los manuscritos sin editar que habían sido su vida en el frente y felizmente un vecino lo ayudó en esos menesteres.  

Quien diría que sería testigo de los cambios de su nación. Preparaba así un manifiesto redactado dejando instrucciones de una serie de reformas que harían falta pero habían pasado los años y casi nadie se acordaba de él. Pero no se desanimó y entre dimes y diretes, alcanzó la fortuna de que alguna vez fue mencionado entre tantos escritores de vanguardia. No obstante, un buen día recibió la vista de alguien importante, solo atinó a sorprenderse por la buena nueva recibida. Sería invitado a Palacio, el Gobernante querría hablar con él y precisaba pronto su presencia. Luego del convivio, pensó en mil cosas pero cansado, tuvo mucho sueño y tendiendo su cama, se quedó dormido para siempre…

Yo lo estaba recordando entre sus libros y mis apuntes, lo que nos enseña la vida. Creció y vivió como quiso, fiel a sus convicciones, nos deja a nosotros mucho que pensar. No era un soñador, era un ejecutor de lo que pensaba y sería un orgulloso contrincante. Los muchos libros son fatiga de la carne pero a veces existen esas frases sencillas, tan certeras y simplonas que aciertan más de una vez. Encontré una al azar: "Los niños y los borrachos, siempre dicen la verdad", ¿Por qué? Me preguntaba, ¿Será cierto? Podría ser verdad pero dudaba. Es que nunca había visto a una persona que hablara así de las realidades, que insistiera tanto en su clamor, que se apasione así en la vida y que destile su talento en el derecho o en la conversión. Pero descubrí que tampoco tuvo pelos en la lengua y que si tú hubieras querido corregirlo, ese sería tu gran error…

Roque Puell López Lavalle

Enlace: https://www.youtube.com/watch?v=zGYsq7cbVZA

martes, 13 de diciembre de 2022

La Navidad

 

Lo escrito por el Creador no manda que los creyentes celebren la Navidad - no hay ciertos "días santos" que la iglesia debe observar -. De hecho, la Navidad no fue observada como una fiesta hasta mucho después de la era bíblica. No fue hasta mediados del siglo V que la Navidad fue reconocida oficialmente. Nosotros creemos que celebrar la Navidad no es una cuestión de bien o mal ya que el libro de Romanos 14:5-6 nos provee la libertad de decidir si queremos observar estos días especiales o no. Uno puede elegir legítimamente cualquier día - incluyendo Navidad - como un día para el Señor. Si bien la fecha de su nacimiento se estima por algunos que fue en Setiembre y otros en Enero, gran parte del pueblo de Dios, escogió celebrarlo en Diciembre. Hablo de la llegada del Salvador del mundo a la tierra, de Jesucristo, el Hijo de Dios.

¿De qué habría salvar Jesús a los hombres? Pues, vino a salvarlo de sus pecados. Al hacerse hombre como nosotros y luego mediante su sacrificio, Jesucristo dio salvación y vida eterna a todo aquél que crea en Él. Solamente Jesucristo puede sanar a los quebrantados de corazón y liberar a quienes están bajo el dominio del enemigo de sus almas así como es el único que puede libertar a los cautivos. Que no se piense que el nacimiento del Salvador es solo espiritual, es más que eso, es una salvación integral, incluido nuestro cuerpo y alma. Es la plenitud de ambos. Nosotros creemos que la Navidad da al hombre una gran oportunidad de exaltar a Jesucristo y conmemorar su nacimiento así como también celebrar el maravilloso misterio de la Encarnación.

Roque Puell López Lavalle

lunes, 12 de diciembre de 2022

Los chanchos no saben saludar

 


Pareciera que los autores de los libros no escribieron mucho acerca de las miserias del ser humano consciente en los artículos y en las ediciones. Tal vez lo omitieron por un descuido o quizá no lo hicieron porque fueron los desengaños que muchos vivieron en una suerte de complicaciones del instinto personal. Cierto es que si ahora nos diésemos cuenta por las experiencias pasajeras, todo ello sería una contrariedad. Que somos distintos, es una gran verdad y estaremos obligados a demostrarlo. Solamente que tal conducta se hará sin ambages y con el ánimo pronto. Pero que no se crea que mi amigo Alcides, es un distraído y menos aún, un tonto.

En una de esas oficinas donde trabajé entre los tantos rascacielos de la ciudad, existen muchos equipos de trabajo que se hacen el día a día con las labores del jornal. Todos tenían que hacer algo que variaba de lo más inusual hasta las más grandes operaciones bancarias que a todos nos dejaba sin explicaciones. Pues bien, en varias ocasiones siempre fueron los complicados papeles que Alcides tenía que tramitar. Entre otras cosas, la chica de los ojos claros demostró que era una engreída quien creyó que por ser la más bonita, era la más aguerrida para ganar. Pensaba que por derecho adquirido, todos le deberían darle pleitesía por la dicha de creerse ella la mejor por el modo que tenía de sentenciar. Y Alcides pensó que así serían todas las mujeres. Y patatús, ¡¡Tremendo error!! Complicadas sí, pero al final eran nuestras compañeras de trabajo aunque después…

Sin embargo, también creyó que para estar en paz, mejor sería el darle muchas atenciones a cada momento porque no tienen la culpa de depender siempre de sus emociones ¿Pero qué sucedió además con los compañeros del equipo? Eran sus propios genes que tenían una razón de ser donde los había puesto el destino. Pues se supone que aquí él se encontraría con el ideal de tener un verdadero amigo. Así lo sintió él en el fondo de su corazón. ¿Qué pasó Alcides? Es que ellos gruñen siempre si los llamas, no saben contestar el saludo y tú no les puedes cambiar los hábitos porque también se encuentra el engreído que quiere ser Jefe ¿Verdad?

¿Pero dices que algunos hombres se podrían comparar con algún animalito? Pues... sí, buena deducción pero… eso pasa a veces. Además los chanchos actúan así cuando les hablas y hasta te ven la cara cuando mencionas su nombre, si amigo sí, pero Alcides… no, no, no... ¡¡Escúchame por favor!! Los chanchos no saben saludar pero tampoco devuelven el saludo….

Roque Puell López Lavalle

Click: https://www.youtube.com/watch?v=k1R-2X2JYG4

miércoles, 7 de diciembre de 2022

A la nada y a la mar...


A la nada y a la mar, los silbatos chiflan, nos dicen que es ya la hora de embarcarse, el viento golpea suavemente la embarcación y la brisa nos muestra el horizonte pero muchos me hablan de la interminable travesía que nos iba a acontecer. ¿Acaso no eras tú la que me esperabas? Todavía no encuentro en mis pensamientos lo qué podría decirle a este amor que siento en mi pecho y que siempre supe atesorar. Quizás sea el más caro de mis sueños o quién sabe ¿Qué será aquello de lo que tienes para mí?

Yo no sabré de lo que me espera; pero eso a mí no me importa, serán simplemente los días de mi gran aventura porque tú eres mi eterna novia, la que nunca me abandonó y tampoco yo. Pero así pasaran todos los temporales que se forman en el mar y aunque este mundo nada importante me pudiera dar, hoy estoy contando poco a poco las horas porque sé que no debo tardar…

A la nada y a la mar porque yo te descubrí en mis sueños y al ser tú la dueña de mis pensamientos, tendremos que  encontrarnos por esos caprichos que nos muestra el destino ¿Será en el remolino profundo de mi pensamiento? ¡¡Al voto y al testimonio, muéstrame tú las evidencias!! Sin embargo, cuando te vea, siete llaves habrán de guardarte, pero tú eres mi eterna compañera en el interminable sello de mi regazo y de mi azarosa vida. Porque eso, creo que debes saber ahora que si oscurecieran los cielos y se acrecienten las terribles tormentas, tú serás mi mujer...

Roque Puell López Lavalle

jueves, 1 de diciembre de 2022

La amiga que nunca tuviste


Revisando las hojas de una vieja agenda, pude encontrar tu nombre escrito hace mucho tiempo. ¿Recuerdas cuando te conocí? Tú si sabías esconderte y si acaso quisieras verme hoy, ¿Podrías saber si soy yo? Para nadie fue un secreto que te marchaste al otro país sin decir nada y para mi solamente fue una ausencia larga y llena de sorpresas. Era un viaje que se prestó a varios comentarios, algunos buenos y otros inoportunos de la gente que te juzgó de indiferente porque tal vez, no te conocía. 

Yo pensaba, que el tiempo te habría cambiado, pero nada que ver, tu vida transcurrió de fracaso en fracaso por tu asimilación equívoca a una cultura diferente. Pero fue anecdótico cuando nos encontramos en aquella tarde cuando almorzamos en el histórico distrito de Barranco. Recordamos la vida y los milagros de todos nuestros amigos. Tú hablabas de conocer mucho a uno de mis entrañables compañeros más ¡Oh desilusión! Terrible fue lo que de él me contaste y no era justo tampoco que la comparación que hiciste conmigo, haya sido inesperada pero como mucho, me eché a reír.

Entre vinos y mariscos, hablamos de todo. Sin embargo, la verdad era que yo adiviné entre otras cosas, que luego de la celebración, nos íbamos a ver de nuevo para la gran despedida. Nos dijimos adiós y estuve preocupado porque  olvidé el momento en que me advertiste que en ese mes, lo tenias muy corto de días pues tu boleto de avión, lo tenías reservado. Pero te marchaste otra vez sin decir nada. Ni tan solo tuve una llamada del adiós necesario. 

Pasado algo de tiempo, la vida nos juntó otra vez en una charla virtual. Fue así que observé de que tus ideas eran trilladas y sin sustento. Te lo tuve que decir porque ya me conocías de sincero pero otra vez te enojaste como en nuestro pasado combativo porque me invitaste  "diplomáticamente" a buscar otras bobadas. ¡Quién te conociera! Me entró el indio o se me subió el apellido como lo quieras llamar y tres cuartas más arriba de mis frías palabras, te escandalizaron tremendamente. Impensable fue la hora que tuve de ti tantos desengaños porque rompiste los lazos amicales de muchos años por algo que era sin importancia. Pero eso sucedió y hoy lo recuerdo. Esas semillas del pasado, ahora son los frutos del presente porque ellas no germinaron ni en buena tierra, ni en los plantones de la tía Elena. 

Pienso finalmente, que esas diferencias y emociones, siempre tienen sus momentos de debate o impaciencia porque aquellas ideas terminan sin rencores para conservar una buena respuesta. Aunque las mentes simples no pueden entenderlo, eso es sabido porque las más educadas suelen tener mejores propuestas para no terminar después en un disparate. Mi conciencia en ese momento, solamente inquirió en hacerme muchas preguntas. ¿Por qué? Porque los pensamientos educados nunca te preguntarán dónde naciste, pero algunos que no lo son, te recordarán con palabras inflamadas y ordinarias, que te olvides de esa "amiga que nunca tuviste", como si fuera un infortunio. ¡Cómo has cambiado señora!

Roque Puell López Lavalle

martes, 29 de noviembre de 2022

Coloquios




¡Cómo te bailas zambita! No ruge la añoranza del palabreo largo y tendido sin tiempo pa el combate. No me urge ahora el floro bonito porque entre patas de antaño vale más el bobo y el cariño que escritos de mayor tamaño. ¿Cómo han sido los cambios? Hasta canas nos han adornado, a mí no se me notan las mal pensadas y menos a tumbes, que ya tán pintadas.

Estás igual de chibola Patycilla, solo que tú, ya eres una doña con tus chibolos que están grandotes y tu dorima que es un señorote. Tu caramelo sigue pícaro como siempre. Usado con chispa ocurrente y salerosa, lo tienes pa luquear las cosas de esta vida y darle sabor a la fastidiosa. Sin embargo, hoy le das caballos al misionero que estaba con la agripina llorona. ¡No has cambiado mi chicoca crola!

Ahora todavía viven nuestros causas del barrunto, esos pues, los de la chiquititud del Marsano buildin. El pancito, el papi o el Miquelón payaso, están todavía en los distintos malabares, algunos son reflectores, vagones y otros pastorales. ¡Qué contradicción! Más aunque suene así maliada mi boquilla, manyas pues ahora que es mucho mejor que el famoso tu ru rú.

Pero hoy te deseo de cucharón que el Bravo te bendiga más en este próximo 2023. Que te conceda lo que más anhelas y a tu familia que amas, tengan una gran bendición de Amor. Y sobre todas las cosas mi zambita bella, seas siempre tú mi mejor patasa, pero entre todas, todas, te conviertas tumbes, en ¡La de más grande estrella!

Roque Puell López Lavalle

martes, 22 de noviembre de 2022

Corazón agradecido

 

Es bonito para mí en este momento, decirte lo que me sucede, tal vez mostrarte lo que siente en realidad mi corazón acongojado. Puedo llorar en tu presencia siempre que puedo porque tú oh Dios, me escuchas cuando te hablo quedo. Por lo tanto entonces, en busca de obtener una respuesta pronta Señor mío, puedo ahora pedirte perdón sin ocultarte nada porque luego me emociona mucho el saber de tu gran misericordia. Y para ese momento, yo pueda sanar pronto mi alma que está quebrantada...

Es mi orar en la quietud del silencio que reina en esta noche, que todo se cumpla para bien en mi vida. Deseo que mi existir ¡Padre! sea diferente. Deseo que se cumplan mis anhelos, que siga amándote en la pobreza o en la riqueza, que persevere en la fe, no importa, pero nunca quiero olvidarte y alejarme de ti por otras cosas que no tengan validez. Aunque dejé todo por servirte, ahora no tengo más, ni a los amigos que se conduelan de mi desgracia, ni a los enemigos que quisieran acercarse. Pero tú eres mi mejor amigo. Padre que me aprovisionas siempre y que me escucha atento en la adversidad.  

Pero hoy, en este momento, donde sé que ahora me escuchas, donde la oscuridad de la noche me soslaya, donde la soledad ensancha mi razonamiento y sintiéndome muy solo, quiero presto entregarte sin condiciones, mi corazón agradecido pero sangrante…

Roque Puell López Lavalle

domingo, 20 de noviembre de 2022

Entre tanto




A otra tumba llevas las flores recién cortadas, hija de las circunstancias, a otros duendecillos compartirás el aroma de tus deseos no cumplidos. Ellos suenan como el eco de tu indiferencia en las palabras que no pronunciaste o en los recuerdos idos que alguna vez tuvimos. Frías son las mañanas porque no sabes enviar un beso, es mejor para ti callar lo que piensas, no decir nada es tu vergüenza. Fría también es mi soledad que me alimenta y me sustenta para tener un motivo más para recordar viejos desengaños.

El hombre admirable de antes, ya no existe porque hoy es solo un muñeco de trapo, un payaso colorido que llora de tus incontables caprichos. Algo pasó de repente en nuestras vidas pero yo siempre fui optimista y tú eras la mujer fatal. Grandes pensamientos fueron los que anhelábamos pero te marchaste con tus ojos altivos, huiste lejos de un amor naciente, no construiste un bonito romance que pudo ser tan fuerte con tan solo un chasquido. ¡Te olvidaste tan pronto y sin vacilar, que quizá pudimos ser el futuro diferente!

Decían algunos que fuimos los mejores amigos y los mejores actores porque nadie se daba cuenta que nuestra lucha era tan especial y tan cruenta. Pero las vicisitudes de siempre borraron el cariño que me tuviste, igual se acabaron los temblores del encuentro y también el corazón fiel que me regalaste porque hoy ya no se preocupa de lo que siento. Ahora escucho tus ironías que no me hacen mella y que no contentan a nadie. ¿Hasta cuándo pues, he de tener esta sinfonía? ¿Hasta qué momento he de tener que soportarla?

Será hasta que te canses de mi osadía por quererte con esa falta de perdón en el susurro de tu ego o en tus palabras que algún día pensaste y que ahora no las puedo escuchar. Pero me preocupa a veces el no saber a ciencia cierta con qué rama de árbol puedo cobijarme o con que otra debo defenderme porque te encargaste tú de no creerme que todavía te amo. Será una nueva ley que se promulga de seguro, ¿Un nuevo mandamiento? O tal vez sea la aspereza de la sentencia a un buen amor, que hoy no se explica...

Se ama con lo que no tienes y se quiere con lo que sientes, pero hoy ya no heredarás la fortuna de mi sentimiento porque acumulas un trabajo impuesto y es un cumplido si saludas a tu amor fallido que no busca ayuda pero a mí sí me exiges cuando me ves de lejos y murmuras de mi existencia cuando ya me estás perdiendo. ¡Quién te entiende! Otra vez vendría la rutina del hoy no me acuerdo, o que lo confirme el Eterno o quién sabe, aparecerían las miradas indiscretas que se extravían en los laberintos del caminar de la gente indecente. ¡Qué vanidad la nuestra!

Y mi lugar quedará vacío y esperarás expresarte cuando sea la oportunidad necesaria.  Seguramente yo olvidaré mi pesar en mí peregrinar de un día cualquiera. Quizás me engañaré contándome el cuento del amor frustrado, de repente buscaré en otras mujeres, el sueño de la mirada tierna. Anhelaré otros cuerpos para querer ver el tuyo en primavera, le preguntaré a Valquiria si me cree que la amo con tan solo verla. Me aturdiré al fin y al cabo si es que así me quiera encontrar la felicidad, pero sin poder verte siquiera. Entre tanto, mi alma se quedará sola y sin extrañarte, por vez primera…

Roque Puell López Lavalle

Enlace: https://www.youtube.com/watch?v=prLAcKnlb9Q

martes, 1 de noviembre de 2022

Mi último poemario

 


Habías vuelto después de un largo tiempo de las Europas y fue tan corto el momento de vernos. Ni siquiera fuimos al mar, sólo lo miramos de lejos, desde el malecón, viendo a las gaviotas volar. Qué belleza vieron mis ojos, cómo habías cambiado, siempre con tu carita de niña curiosa al encontrarte conmigo y tus ojos grandes, capulíes, de tanto soñar. En nada se convirtieron las horas que hablamos, la conversación ya no era como la de antes, las que se cristalizaba cuando ambos nos buscábamos pero qué carácter.. Esas historias nuestras recuerdo, que se convertían en paradójicas cuando era difícil de crecer. Pero yo veía que se parecían a las misericordias de Dios, porque bueno, nunca terminaban…

Sin embargo, ya no éramos los adolescentes y ya no estábamos solos pero conservamos la alegría, el cariño, la paz de ser unidos y el de querernos mucho como hacían los tiempos. Es una verdad manifiesta, es una sinceridad espontánea, un quererte como eras y tú de quererme como quisieras. Pero ese día tú te tuviste que marchar luego del paseo de aguas, después de saber abrazarte y tomarte de la mano como antaño, en aquella cálida noche veraniega de ese año.

Y volaste en medio del cielo oscuro de la tardía estación. No sé en cuántas lunas vendrás, ojalá que no sea en nueve años, ni en nueve meses. ¿Por cuánto tiempo me dirás? Cuéntame hasta entonces, de aquél día en que no te vi partir. Ni una despedida, ni un quejido de pena para mí. Es el destino que nos separa, es el inmenso océano que ya no significa nada, solo es un pálido reflejo, convertido en un recuerdo para ti.

Pero qué lata la mía, no estuve ese día en el Aeropuerto para tu despedida. Ahora mis pensamientos se fueron contigo y mis preguntas también. No te olvides de la invitación para tu boda, espero ir, en mi lejano sueño, en mi viaje imaginario para no quedarme en aquél adiós que no se consumó. ¿Te podré escribir? Pero te llevaste mi recuerdo y ni siquiera mi último beso extraño, pero tampoco mujer, mi último poemario…

Roque Puell López Lavalle


lunes, 24 de octubre de 2022

La cantaleta



Érase una vez, en un país de Europa, entre los viejos muelles de una caleta, dos niños se habían encontrado en el verano y los dos eran grandes amigos, Uno se llamaba Franz y era alemán, su compañera era una francesita muy elocuente que se llamaba Margot. ¡Menudo problema de comunicación! Parecería que el diálogo era imposible pero existía un lenguaje común porque sus padres venían de una playita escondida y apacible pues todos eran pescadores, lo cual conocían el dialecto de la comunidad. Vivían algo lejos el uno del otro pero jugaban en todas las estaciones, todos eran testigos de la diversidad de juegos que podían inventar pero fueron creciendo y ambos tuvieron una sincera atracción en un pequeño mundo al lado también de las tormentas del mar. Eran mudos testigos de los cambios de la naturaleza, pero mantenían el espíritu de ser los inseparables.

Cuando niños, Franz le contaba a Margot que tenía una gatita turca que siempre le hacía la vida imposible porque el animal era incontrolable. Ella le compartía siempre los sin fin y un problemas que tenía con su hermanito menor y los líos terribles que con él tenía. Sus días eran imprevisibles y se unían con las “desgracias” comunes que ellos compartían. Franz le hablaba de su gata y ella solo sonreía.

Margot le aconsejaba:

        “Ten paciencia, pues los gatos tienen sus momentos, pero verás después que en muy poco tiempo cambiarán”

Y él le replicó:

        “Margot, ¿Acaso no se compran dos de ellos por cinco centavos y yo tengo ahora que soportar a una gata que no quiere comer siquiera? ¿Por qué ella quiere ahora dejarme por una mejor casa y un mejor dueño?”

Ella paciente frunció el ceño y le decía vez por vez, casi lo mismo. Entonces, la gatita de Franz enfermó y murió de melancolía. Todos hicieron luto y quedaron constreñidos por ella porque Franz se hallaba ensimismado con tal acontecimiento. ¡Cosa de niños!

Pero después de lo que ocurrió, pasaron los años, los chicos crecieron y Franz en su locura, se había acordado que su corazón latía muchas veces por Margot pero nunca le dijo nada. No obstante, reaccionó y sin pensarlo tanto, pronto se acercó a ella con una flor e insistió.

Entonces Margot que también había crecido, sin más preámbulos le dijo:

        “Celebro tu trato gentil y digno de un caballero, me gustan tus atenciones a mi persona porque tienes buenos sentimientos. Qué no diera yo por vivir contigo en el comienzo de la aurora, solamente que en estos momentos mi corazón y mi voluntad no te los puedo brindar. Es mi padre también que me envía a Suiza y que ahora no lo podría tolerar”.

Y Franz solo le dijo:

        “¿Por qué Margot? Si tú tienes el secreto que compartimos desde niños y en los momentos más difíciles de mi existencia, estuviste en las penas más importantes de mi vida y pensé que podías ser mi pareja en el baile de todos los años en la caleta”.

Ella le respondió:

        “Yo creí que esta flor no era solo para hacerme sentir tu reina en la fiesta sino en la vida misma como adultos. Busca mejor, te aconsejo, a una compañera como tú que te acompañe a bailar o solamente a sentir tristezas, y que te acompañe pues, en la misma cantaleta. Buenas tardes”.

Y Franz, confundido y avergonzado, la vio irse del modesto atracadero, entre el atardecer que ya anunciaba a la noche y la niebla que no tardaron en hacer acto de presencia. La siguió con la mirada hasta perderla entre las sombras de las casas que ya empezaban a alumbrarse de la oscuridad que ya empezaba a visitarlas.

Entonces, él se perdió también entre los botes y los muelles, haciéndose mil preguntas sin respuesta. Pensó que tal vez no la entendió o no supo ganar el corazón de una señorita que dejó de ser niña al pasar el tiempo y fue tonto al no haberle dicho desde niños el interés que tenía él por sus sentimientos.

Y muy triste entonces, se sentó en el muelle y solo se puso a pensar…

Roque Puell López Lavalle

domingo, 23 de octubre de 2022

Los niños

 

Un niño y una niña estaban acostados en el jardín del patio trasero de una casa viendo el cielo y ambos jugaban a adivinar las formas de las nubes que se hacían en el espacio frente a sus ojos. Inocencia e ingenio en cuerpecitos menudos era lo que ellos demostraban. Era la edad del despertar, aquella en que no se concibe que algún día cambiarán las cosas ni se sabe qué sucederá en el futuro cuando ellos crecerían sin chistar. Y no cejaron ellos de buscar su momento porque habían hallado de alguna manera, el saber expresar su alegría y su felicidad en un juego que pocos habrían conocido. Se dieron cuenta que es el mejor día para estar juntos y ver ese firmamento, respirar el aire de la naturaleza que los hace soñar que aquello no terminaría nunca.

Gozarían así hasta el último instante porque no quieren que nada de lo que hagan, llegue a su fin. ¿Será que algún día nosotros lo vivimos igual? No obstante, los años pasan, el cielo se oscurece y comienzan las preguntas porque las nubes se tornaron rojizas y comienzan las sombras a aparecer. Entonces, vinieron las dudas, las nuevas inquietudes y empezó la resolución de que ese misterio tendría que resolverse hasta que se vayan a dormir.

Y la niña, le preguntó a su inquieto acompañante, qué sentiría si no viera más la luz de este nuevo día, él sin pensarlo dos veces le dijo que lo entristecería mucho pero que tendría la esperanza que una nueva luz vendría al día siguiente. Ella sonrío ante tal respuesta pero ella afirmó que a veces las luces no dejan su brillo aun en la más densa oscuridad. Él le dijo que si así fuera, entonces no tendría que soñar hasta el día siguiente sino tendría que esperar que esa luz brille para siempre. Aun así se sentía confundido pero ella lo miró con cariño y le dijo que ella también esperaría con ansias lo mismo. El niño entendió que la luz era imprescindible y le dio un pequeño beso en la frente.

Pasaron las horas hasta que los padres de ambos los fueron a buscar porque ya estaban muy preocupados. Y todos se maravillaron que ellos seguían jugando a adivinar esas formas de las nubes donde ahora el inmenso cielo estaba muy oscuro. Esperaban quizá que alguna pequeña luz asomara en medio de esas formas amorfas no importando si las estrellas habrían de ayudarlos. Los padres nunca lo supieron y solo se limitaron a invitarlos a casa porque la cena estaba lista para ellos. Sobresaltados, se fueron corriendo a casa antes de que los padres pudieran insistir de nuevo. Ellos se miraron el uno al otro sin saber qué hacer pero al final los acompañaron sonriendo.

¿No será que cuando crecemos nos olvidamos que la luz siempre debe brillar a pesar de la oscuridad? ¿O será que a pesar de la oscuridad más terrible, nuestro corazón no debe tener tantas esperanzas? Nos olvidan huyendo de nosotros porque nunca nos quisieron, son mal agradecidos, no necesitan de nuestro apoyo y aun así nos asimos de la esperanza? Yo creo que esos niños, si sabían de lo que estaban jugando... ¿Y nosotros?

Roque Puell López Lavalle


sábado, 22 de octubre de 2022

Jaime

 

Era mi gran amigo, mi pariente, tal fue mi tío querido a quien yo quería desde siempre. Fue entre todos los de la familia, el hermano menor de mi madre y como todos, era un travieso igual que quien escribe. Y así como yo lo veía desde que era un niño, así lo entendí yo, porque era como un padre para mi vida. Así sería el pensar de muchos en la casa, aquél mágico ausente que ellos creían conocer…

Fue un músico de oído, era él la melodía del acordeón porque a más de uno nos deleitó sin tanta preparación. Tocaba los valses otoñales y eran más las canciones que los versos, porque al final todos terminábamos en una gran celebración. Él era el amigo de todos, también de la farra y de la buena vida. Era quien trabajaba mucho según lo decía el tío bandido, porque entonces las fronteras ya conocían su zalamería porque supe que a más de una les arrancó suspiros, alegrías y a todas ellas, dizque que las quería...

Hasta que una vez, la vida le dejó un indeseable aviso. Había una factura impaga que él tenía por cobrar y su familia así extrañada, se preguntaba ¿Qué habría de suceder ahora? Entonces, entre las trompetas de la cita médica y de los desvelos, él se enteró de una noticia crucial. Estaba escrito que era poco el tiempo que le quedaba en esta vida. Muchos se lo dijeron, otros lo alertaron, solo que a él nunca le importó. Llegó entonces el momento del desenlace y no tardó en ingresar al Hospital.

Así entre medicinas y tubos de oxígeno, rodeado de toda la familia, su semblante estuvo realmente mal. Fue en aquellos afanes que el hombre fuerte de antes, se halló muy grave sin otra alternativa que rezar por él. Se hizo mucho para reanimar al gigante que ya se nos iba y solo era cuestión de tiempo. Pero a decir verdad, el amor de nosotros, si lo recibió sin reclamar. Por fin, descansó su cabeza en mi regazo, cerró sus cansados ojos y a todos los que estuvimos con él, nos dejó

Roque Puell López Lavalle

viernes, 21 de octubre de 2022

Lupi


Y pensar que pasaron los años, uno tras otro y hoy, suman 22. Pero algún tiempo atrás tú hermana menor y yo nos encontramos empezando a recordar los bonitos recuerdos de nuestro vivir en aquél edificio inmenso, lleno de aventuras y anécdotas para gente realmente distinta. Era para nosotros, "para los que llegaron tarde", como dijera antes un perdido presentador de músicos y canciones. Vieras como nos reíamos de las ocurrencias de nuestros amigos, los de los mil mundos tan distintos y dispares. Era hasta cierto punto gracioso porque en aquella en época tu hermana venía del colegio y todos la conocíamos, pero ella no miraba a nadie. Además salía solamente con tu madre y no hablaba con ninguno y menos saludar porque las sonrisas que ella tenía, si eran pocas o muchas, nunca tenían un destino amical.

Y entonces, la que no habló ayer se convirtió hoy en una audaz parlanchina, tanto que una vez me contó que tú le hablaste de mí, quizá como un hermano mayor, de repente porque no lo tuviste al vivir rodeado de hermanas, todavía mujeres bellas para mí. Sin embargo, éramos amigos y aunque no nos veíamos tan seguido siempre que podíamos nos íbamos a jugar en los nacientes juegos de pantallas y mentiras con tan solo una moneda para algunos minutos contados por un reloj. Así las cosas fuiste creciendo, eras un chiquillo y yo tenía el tiempo de un joven algo mayor. Pero me di cuenta que eras un embustero y un aprendiz de malvado, así igual mostraste un corazón de galleta y a muy pocos de nosotros, nos pudiste convencer.

Pero pese a todo, me dijeron que te habías casado cuando todos ni pensábamos y muchos nos fuimos del gran edificio. Pero lo tuyo fue bonito y hasta cuando tuviste una hija. Pero al final no la vimos ni la conocimos ni nada, tú habías cambiado y aparentabas ser el gran señorón con tu terno y tu maletín, todo un empresario ejecutivo que prometía un mejor vivir. Nos enteramos después que aquél casamiento fue solo una quimera y de pronto, todo se acabó. Seguiste tu vida y yo la mía hasta que nos encontramos en el parque, tú bebiendo ron y yo alegre de verte de nuevo, conversamos más de ti en tu alegre forma de ese momento. Era evidente que Baco había hecho de ti un loro imposible de callar.

Pero un día recibí la noticia. Habías partido de este mundo sin más legado que tus anécdotas y de un ataque al corazón. La juerga había jugados sus cartas, tú no le pudiste ganar y así sin pena ni gloria te fuiste dizque las malas lenguas a la hora del bañar. Tan joven y tan muchacho no lo supiste superar, ya no importan los motivos ni el por qué no pudiste para con aquello porque al final la pelona te hubo de llevar. Yo me entristecí por la noticia, pudiste ser mi hermano menor, el que nunca tuve por tu forma de amistad. Me dijeron por ahí que fuiste mi engreído y a veces me puse a pensar que era cierto, cuantas cosas me habías de contar, yo en silencio me reía pero al fin te tenía que aconsejar. No te preocupes que a tu amigo le vienen años que cuando pasa por el barrio siempre te recuerda por tu pasada forma de jugar.

Hace algunos años vino tu hermana Helga de Alemania, fue todo un acontecimiento, tantos años que no sabía de ella y sin embargo tuvimos la oportunidad de vernos y de volver a las añoranzas. Nos pusimos de acuerdo y pudimos ir al Camposanto a visitarte. Ahí estaba tu placa, sencilla y al ras del piso, elegante, sobria, indiferente, primera vez que la veía. Nosotros te dejamos muchas flores, ya no te podías quejar. Hablamos de ti, recordamos lo que fuiste para nosotros y que alegría fue para mí encontrarte de una forma más discreta, silenciosa pero grande al recordar los tiempos de nuestra amistad

Roque Puell López Lavalle

Click: https://www.youtube.com/watch?v=SxDwPVfIaDI

El champa pecho

 


¡¡Urcututuuuuu…..urcurtutuuuuuuuuuuu….urcututuuuuuuuuuuu!!!!!!

Aquel momento y sin haberlo esperado, se rompe el profundo silencio del bosque por el canto de una lechuza del monte. Tenía solo el grillar de estos animalitos desperdigados y el misterio de la oscuridad escuchando con asombro, el cantar de esta ave que de seguro iría en busca de su presa. No era temprano, ahora la media noche se hacía presente con la negrura que la caracterizaba y según los cuentos de la selva, los momentos eran propicios para los duendes o a los animales nocturnos incluida también la carachupa o tortuga de tierra. En un espacio compartido, se podía gozar del shihuango negro, (ave) los zancudos y los citaracos sin contar a la temible cascabel luego de algunos jergones que por las lluvias podrían manifestar su presencia.

Y allí estaba yo con mi farola en mano, silbato y sin sueño, desvelado como me sentía. Sufría alergia al agua al igual que me veía enronchado por los molestos mosquitos pero hacía mi guardia como vigilante. Imperturbable en lo que podría ocurrir en las ocurrencias de una noche que amenazaba con llover por las nubes negras llevadas de un viento fuerte. Volaron mis pensamientos a las épocas en que viví estas experiencias de la naturaleza, entre ver el amanecer y el atardecer de un día con los cantos del huíshuincho, el olor de la floresta, a la madera húmeda y picante de los árboles, más algún pájaro carpintero. La diferencia eran las montañas porque no había llanuras. La misma vegetación, pero árboles más grandes, frondosos, pero igual de peligrosos como los interminables senderos.

Había tenido la experiencia de vivir allí tres años de mi vida y en ese arranque de aventura y misión, obtuve una chacrita de un campesino agobiado de deudas y con ganas de irse a su tierra. Fueron treinta hectáreas de bosque entre las vegetaciones crecidas (purmas) y selva virgen donde tomé posesión del lugar. Había una quebrada muy fría que la gente la llamaba Mananquiari o “nido de víboras” en idioma asháninca. Para llegar, tenía que caminar unos 10 km. entre las faldas de una montaña que se iba subiendo pero que se mostraba plana al comienzo pero con las irregularidades típicas de un terreno sinuoso.

Pero un buen día, cansado quizá de ir acompañado, lo confieso, pues no me gustaba la idea de estar así, decidí emprender el viaje solo. No almorcé, salí a las 11 de la mañana, mi morral estaba solo con mi botella de agua, mis botas y machete. Según yo me quedaría unas horas y luego regresaría cargado de papayas y limones. Mi instinto aventurero, me decía: ¡Tú eres el champa pecho y para ti nada hay imposible! Seguí los senderos, subí las cuestas y parecía interminable mi llegada. Pasaron los minutos y ya estaba emocionado, había llegado solo, no tenía que molestar más a nadie y fue verdad porque a pesar de la hierba ya muy crecida por la lluvia reciente, llegué sin problemas.

Cuando estuve allí me metí a la quebrada calato a descansar mi querido cuerpo y comer papayas y tomates pequeños que pude sacar de la chacrita. Hice algunos cambios además de arreglar la choza que estaba muy deteriorada. Al fin, hora de regresar. Pero no supe ni podría expresar el por qué ocurren las cosas. No pude salir de inmediato, así que recurrí al hecho de marcar árboles por los lugares que pasaba para no perderme. Pero así y todo pasaron más de cuatro horas y era evidente: Estaba extraviado y muy lejos de mi querida choza. Lo pude comprobar tristemente porque todo era igual, no había diferencias ni había espacio que pudiera reconocer. Iba a todos los lados posibles de salir pero no llegaba a ninguna parte…

El bosque se confabuló para cerrar mis ojos. Apenas lo supe, una fuerza grande de desesperación invadió mi ser y me hizo arrodillar al suelo y sólo así no pude perder mi ecuanimidad ni mi valor como persona. Pensé, oré y dije de nuevo, tendré que salir o me muero. ¡Tú me ayudas! Luego de los intentos fallidos pude hallar por fin, mi cobachita esperada. La divisé a unos 30 metros de la quebrada y corrí. Me faltaron piernas para llegar y luego me senté a la puerta agradeciendo por estar vivo sin pensar que me encontraría al levantar mi cabeza con una pantera de color gris claro que había pasado por mi lado a unos pocos metros pero no me había dado cuenta. Me levanté como un rayo a atacarla pues me habían enseñado que era la fiera o tú.

Si te huele a temor por el olor que despides eres hombre muerto. Así que gritando y blandiendo mi machete me dispuse a atacar pensando que era mi último día. No me hizo caso, gruñó y se fue como gato perseguido, es decir, con la cola levantada y paso apurado. No pude más y lloré sorprendido, rabiando, asustado también pues había acumulado mucha adrenalina sin darme cuenta. Intenté salir de nuevo pero no pude y decidí pasar la noche allí pensando que iba a dormir. No obstante, me equivoqué. Se colaron unos murciélagos (mashos) de todo tamaño por la abertura que había cerca del techo y me sentí atacado por ellos. Toda la noche con mi machete, los pude espantar porque es de esperar que te transmitan la rabia si te muerden. Pero se fueron en la madrugada.

Al fin salí de mi propia cárcel a eso de las seis de la mañana al primer intento y recordando todo lo vivido, recorrí el mismo camino enmarañado y después de algunas horas, llegué al pueblo sin ninguna novedad…

¡¡Urcututuuuuu…..urcurtutuuuuuuuuuuu….urcututuuuuuuuuuuu!!!!!!

¡Uyyyyyyyy que ocurrióóóóó! Se pasó el tiempo recordando esta anécdota. Me avisó el canto de la lechuza como si fuera un relojito. El sol empieza despuntar el día, me dice que nuestra vida comienza a escribirse de nuevo ¡Qué bonito amanecer anaranjado! ¡Qué calor se empieza a sentir! La gente empieza con sus afanes pese a que ya empieza a caminar desde las cuatro de la mañana. Volviendo a lo mío, volví al trabajo esperando mi relevo. Mis ojos se aclararon y la misma realidad me dijo que estaba allí con mis ronchas y pensamientos, que los cómplices para llegar a ésta historia fueron la soledad del monte, los olores, los animales nocturnos y el negro de la noche sin luna. Mientras, ¿Qué haremos hoy? Seguir respirando dándole gracias a Dios que todavía vives en esta tierra...

Roque Puell López Lavalle

Click: https://www.youtube.com/watch?v=zGYsq7cbVZA

viernes, 14 de octubre de 2022

Almanzor

 


Las callecitas eran todas empedradas y las casas estaban sumidas en la inactividad de sus pocos habitantes como si algo fuera importante. La indiferencia reinaba en el lugar que era lleno de verdor por la abundante flora pero incipiente fauna. Sin embargo, el paisaje estaba lleno de una triste soledad y se escuchaba solamente el soplar del viento que parecía perdido entre las montañas y entre las quebradas asonantes que las rodeaban. Pero así las cosas, entre las costumbres y las puestas de sol, fue como vivía Almanzor. Se respiraba un ambiente de sierra fría, melancólica, de fincas pequeñas que adornaba tan típico lugar...

Encontró en la lectura y en el arte de las pinturas, las cruentas batallas de su conciencia, las preguntas de su yo ensimismado por los colores vivos y en algunas ocasiones por las letras muertas de un viejo libro. Allí podría construir una vida fantasiosa si quisiera, luego en el ocaso, la acabarla dándole solamente un respiro para así, poderla terminar. Entonces, surgiría la rebeldía dentro de su interior pues creía que era el dueño de la vida porque en ella podría darle a sus personajes, un futuro cierto y prometedor sin menoscabo de un compromiso. Así pues, el pueblo podría haber sido muy solitario pero él lo miraba con desdén porque la quietud de un cementerio era su mejor inspiración y sin embargo, poco o nada le importaba.

Fue en esas circunstancias que en su prolífica imaginación, una espada resplandeciente bajó del cielo en una forma amenazante y él no teniendo alguna defensa, cayó de bruces. ¿Era una alucinación? ¿Estaría soñando despierto? Eso pensó y levantándose, arremetió con algo de temor y desconfianza, muy enojado gritó al firmamento con ira: “¿Acaso tienen ustedes una misión para mí y tengan que mandarme solamente una espada para liderar? Hubo entonces un silencio, una quietud insoportable y no hubo por supuesto una respuesta. 

Él no se inmutó, pero parecía que conocía el origen y el motivo de tremenda experiencia. Sin temor entonces, tomó la espada que estaba incrustada en la tierra y quiso alzarla hasta el cielo creyendo así tener una revelación inmediata ante su osadía, pero descubrió que una fuerza invisible llenaba su ser y oyó una voz profunda que le decía que debía de conquistar no el mundo de su alrededor, sino los propios abismos de su ser. descubrió entonces que era aquella desesperante soledad centrada en su ego de su propia existencia. Vio después que no eran los tesoros extraños que debía arrancar de otras tierras, no, ahora tenía que enarbolar sus propias banderas y pelear las batallas de su propios pensamientos que ahora lo angustiaban.

Al saber esto, no pudo sostener más la espada entre sus manos y se deslizó bruscamente  cayendo otra vez pero terminado boca arriba en un profundo sueño. Las horas parecían interminables, nada parecía cambiar pero anocheció rápidamente y sintiéndose el frío acostumbrado de aquellos lugares, la luna llena no tardó en reinar…

Al día siguiente, unos pastores lo encontraron y asustados fueron hacia él encontrándolo algo maltrecho. Lo reanimaron echándole agua fresca en su rostro y el escritor pudo sentir recién una tranquilidad que invadía su alma. Luego sonrió dirigiendo su mirada al cielo y los aldeanos se sorprendieron no creyendo lo que le acontecía. Almanzor en ese instante, fijó sus ojos al pueblo perdiendo su mirada entre los pinos y sin decir una sola palabra, murió sintiéndose feliz. Había conquistado a quien un día, lo abandonó…

Roque Puell López Lavalle

Click: https://www.youtube.com/watch?v=OGvd6Pmn5WA

miércoles, 12 de octubre de 2022

Vuelan las palabras

 

Las palabras dichas con desamor y con medias verdades, son las que causan decepción y tristeza por quien las dice y las sostiene. Por eso cuando aquella deslealtad se guarda en el tiempo saliendo luego a la luz, brota la desconfianza. ¿Quién es el más necio como el que quiere ser más justo? Porque es igual si defendiera a la verdad con tenacidad porque  tarde o temprano merecería la luz diáfana de un nuevo día, pero no necesariamente por sus palabras vanas y escondidas. ¿Quién es el más injusto como el que habla de sufrimiento cuando afirma que él no puede amar? Que la carencia de aquella virtud no se mella por la deshonra sino por un egoísmo disfrazado de piedad. Así el ego en su contentamiento, se gobierna él y de ese alimento engañoso, muchos viven felices.

¿Quién hablaría hoy de las vanas palabras recibidas con rencor? ¿Quién se quejaría ya del fruto del desamor? Nadie, porque cuando los agravios ahora no parecen terminar, hoy vienen los dizque moralistas de quienes no les importan el respeto y los valores, creyendo así tener el derecho y libertad de criticar a los demás. Si las acusaciones en el juicio, se le imputaran al verdadero culpable, bien hubiese motivos suficientes para condenarlo. ¿Por qué habría de ser perdonado? Pero si se trataran de esas culpas absurdas más cobardías sin ninguna base de razonamiento, la justicia se tornaría ciega y desequilibrada. 

Pero así las cosas, los pensamientos rectos y los corazones justos, parecieran ser inútiles. No existe cura para los demás sermones, ni existen libros para tales acciones. Lo que vale es la conciencia desligada de las cadenas injustas, de las tendenciosas mentiras y la actitud necia de los contendores. Lo que cuenta es la esencia misma del amor al ser humano sin pretextos ni excepciones. Pero si se pierde o se niega la realidad, ¿Quién la podría encontrar? Más la fe no se quebranta y solo espera, para bien o para mal. Lo que se siembra al fin, en las almas, una cosecha tendrá que brotar, un tallo habrá de nacer y alguna flor tendrá que prevalecer, sea en la vida de bondad o sea en sendero de la maldad. Tal vez ocurra en el más absoluto silencio o quizá lo veamos en en el bullicio, pero siempre habrá consecuencias, aquí mismo y en la eternidad...

Roque Puell López Lavalle


domingo, 2 de octubre de 2022

El Juez

 

Todos los edificios de la ciudad, tienen sus historias, sus anécdotas y sus cuitas. Ninguno escapa a los caprichos del destino, sean estos buenos, malos y de repente inolvidables. Yo vivía en uno de ellos, en la década de los setenta. Fue famoso porque se pensó en ese tiempo, que sería un Hotel de cinco estrellas en una Lima que cada día se urbanizaba más. Pero luego la idea se desvaneció por los continuos problemas familiares y la necedad de sus dueños que se formaron alrededor de ésta notable edificación.

En el quinto piso había un personaje que nos llamaba la atención. Era un hombre entrado en años, de buen porte, de tez muy blanca y andaba bien vestido. Era un letrado, Abogado en su juventud que terminó siendo Juez del Poder Judicial en el centro de la Capital. Pero, lo que era increíble, fue que tenía la costumbre de que todas las noches, se sentaba en una silla vieja para leer su periódico o cuánta literatura pusiera en sus manos en medio de un patio saliendo del ascensor. ¿Cuál era entonces lo extraño?

Pues, ¡Lo hacía en pijama y en pantuflas! Vestía con una pulcritud a carta cabal, si lo mirábamos de cuerpo entero. Era un atuendo de rayas azules y blancas algo desgastada, pero bien planchada con un polo blanco desabotonado que fungía de camiseta. A veces se presentaba con calzoncillos largos de lana, aquellos antiguos que algunos más jóvenes no podrían diferenciar. Sus pantuflas estaban bien cuidadas y lustradas como si fueran un par zapatos para salir a la calle y dar un paseo. Pocas veces lo vimos con su terno azul marino caminando a paso lento pero felizmente para él, había un ascensor. Su carácter era de un hombre culto, conversador y con algo de mal genio pues regañó a un amigo que cantaba con su guitarra a todo pulmón unos pisos más arriba de donde él vivía.

Muchos en el edificio se reían de él, lo creían loco pues estaba desde las nueve de la noche más o menos hasta pasada las once. Era una costumbre muy graciosa verlo todos los días en esa facha tan peculiar, pero él ni se inmutaba, con él no había ningún problema. Vivió anteriormente en el edificio Olchese del Centro Histórico de Lima e imagino q tendría miles de anécdotas que contar como alguna vez lo hizo, hablando del diario El Comercio y de los Miró Quesada. Luego nos contaba de la Lima que se fue, una ciudad donde se podía vivir en un icónico pasado. Mis amigos y yo teníamos opiniones divididas pero siempre terminábamos con una aprobación de simpatía al "Doctor" que era el vecino tan especial de todos nosotros.

Pero todo esto no duró mucho en realidad. Pasó un corto tiempo y el tremendo Juez no fue visto como todos los días. Estará enfermo –decíamos- otros especulaban diciendo que había salido de viaje o que tal vez lo visitaron los nietos. Eso no era probable pues se sabía que era un hombre solitario y que no vivía nadie con él. Hasta que luego de algunas semanas, un olor fétido salía de su departamento. Los vecinos llamaron a la policía y lo encontraron desnudo en su tina del baño con un serio corte en la garganta del que finamente se dedujo que este hombre se desangró y murió sin ninguna atención. 

Se comprobó después con las investigaciones, que no le robaron nada puesto que los que llegaron a entrar vieron que todo parecía estar en orden y no hubo tampoco, signos de violencia. Entonces, se tejió la versión de la venganza o la sospecha que alguien lo habría asesinado para querer robarle ¿Quién habría sido? Nunca se supo...

Roque Puell López Lavalle

lunes, 26 de septiembre de 2022

Las flores amarillas

 
En el jardín de la vida cuyo nombre no me acuerdo, florecieron diferentes botones de flores con muchos colores. Violetas, azules, rojos, anaranjados, añiles y los no muy pequeños e insignificantes. Las criaturas de la pequeña tierra, se iniciaron en su momento de ensueño para empezar la exploración del magnífico territorio. Podían algunos escalar los tallos, hurgar entre las raíces, construir refugios, buscar su sustento y hacer todo cuanto quisieran, el mundo visible era de ellos al igual que las mariposas y los pájaros que no dejaban de cantar. Más las flores con diferentes túnicas del momento, se ufanaban preguntándose cuál era la mejor, unas más que otras y aquellas que vivían sin favores, solamente aceptaban lo que les tocaba. Sea por el nombre o por el inusual colorido, muchas prefirieron hablar de las bondades y de los talentos, pero solo una flor se quedó pensando en la libertad.

Vivió los diferentes aromas que adornaban el presente, presenció la conquista de las rosas por el ruidoso abejorro, fue testigo del nacimiento de las diminutas florecillas, las temibles arañas y sus telas, un sinfín de vida nueva vieron sus ojos, quedó asombrada de la figura aventurera de las abejas, buscando ellas el néctar de las codiciadas flores. Todo parecía tan fantástico que no lo podía creer, una mañana esplendorosa, era vencida con el amor del amanecer, Vio un sol enamorado por el atardecer lluvioso y sin embargo ellos dos, pintaban mejor el arco iris. Nacieron las esperadas tardes y los grillos cantaban, una esperanza en el umbral de una nueva nación que ahora si se forjaba. La luna llena se sorprendía más y las estrellas lo confirmaban, habían llegado ya los tiempos trascendentales. ¡Y menuda fue la sorpresa que encontraron los padres!

Hasta que vino la incomprensible brisa del invierno, el gélido momento de las pruebas ante el inocente barullo y la sorpresa de los habitantes. Quizá fueron los tiempos impredecibles sin una pequeña estrella que les avisara, pero fueron los tiempos de las enfermedades, el desencanto que había nacido lo inesperado y ya los tiempos pareciera que esta vez, no eran los mejores. Ahora la risa se convirtió en llanto, las palabras en amargas remembranzas y en callados desenlaces. No había nada que descifrar, nada que arreglar, el invierno había cumplido su cometido y los sueños pagaron su inocencia. El amor terminó siendo injusto por los reproches inconscientes y aunque quiso que fuera diferente, el momento hizo lo demás.

El terruño ya no fue el mismo, se acabaron las oportunidades. Las flores avergonzadas comenzaron a cerrar sus hojas porque los pétalos dejaron su color y a la lluvia no se le vio más. Todos esperaban un nacimiento oportuno, un renacer de las oportunidades pero ahora terminadas. Creían todavía en los vientos nuevos, en el que se marche ya, el invierno fresco. ¿Vendría el incienso de sorpresa al nuevo concierto de la música? Solo silencio… pero nada de eso pasó, así era la vida, así se presentó y solo divisaron a lo lejos, la tristeza inequívoca, de las flores amarillas…

Roque Puell López Lavalle



viernes, 23 de septiembre de 2022

Regresó el importante

 

Se viste de gala la naturaleza, soplan los vientos, está de fiesta el firmamento, hoy ha acontecido el milagro más grande, tu sonrisa volvió como antes, la felicidad te ha visitado, ha regresado "el importante" para llevarte a sus palacios reales. No sales de tu asombro, no pensabas que en el mundo del mañana todo resulta al revés, lo que no pensabas se realizó, lo que no deseabas ahora lo tienes y si das amor, se habrá pues, de multiplicar. ¿Por qué entonces, tienes así ese rostro? Te había conocido a orillas del camino, en las hondonadas de los ríos y me gustaba cuando le hablabas a los duendes y a los pajarillos silvestres. Buscabas un motivo para enseñar tus recientes tesoros, algunos de plata, otros de jade y de turquesa, más yo te ofrecía el oro de mi nobleza. Pero tú no necesitabas los metales, ni los lienzos entre los grandes, solo querías un corazón sencillo entre los mortales.

Era difícil de creer y qué complicado sería encontrarlo, hoy no se encuentran especímenes de esa rara naturaleza porque hoy hay más rencillas, más candelas, más orgullosos que un buen vino o quizá una rosa creída en el camino. Sin embargo, las muchas aguas no podrán apagar la esperanza que tenías de encontrarlo. Te habías esforzado tanto sin preguntar, que tu ánimo pronto, nunca cejó de perseverar. Entonces tu abuelo Freder, antes de morir, te dejó alegre, un invaluable tesoro. Lo hizo después de muchos viajes y de grandes esfuerzos hasta que por fin, él te había encontrado. Y eras tú la indicada, la más inocente, la más ingenua, la de un corazón noble pero en el fondo, una indomable guerrera. Así entonces, se fue tranquilo dejando su mejor legado entre las más buscadas princesas, pero solo había una que se hacía merecedora de tal deferencia.

Extraño fue que cuando abriste el pequeño cofre, se encontraba una llave de oro que adjuntaba una pequeña nota que decía: “Con esta llave tendrás tu esperada felicidad, pero cuando la encuentres, ella te colmará de bien pero finalmente, desaparecerá”. Extrañada quedaste, y pensaste: “¿Cómo sabré quién es mi felicidad o que señal tendré de su llegada? Pasado el tiempo, muchos en el pueblo decían que había alguien misterioso que vivía en las cumbres de las montañas, seguramente por los quintos apurados de aquellas laderas. Su casa era una cabaña de madera, de tejas rojas, sus animales eran la envidia de los moradores de aquella región y sin embargo, todo eso no importaba pues en algún momento, habrían de salir los verdaderos motivos de su razón. Pero él no te conocía, solo había oído de ti en la llanura de la quebrada y que solo sonreías a quien te lo pedía.

Entonces cuando el hombrecillo llegó al pueblo, algo cansado y temeroso, preguntó: ¿Quién habría de mostrarme el camino de regreso sin ser yo más que un inocente arriero que está ahora perdido? Y tú al verlo, le respondiste con sencillez las maneras prontas de encontrar el sendero que tanto buscaba. Él te escuchó y le atrajo tu espíritu y tu corazón. Sus ojos le dijeron que posiblemente eras tú la que él había escuchado hablar y decidió quedarse algunos días antes de partir. Pero pasó que una mañana, algunos malos hombres quisieron borrar la alegría de tu corazón. Intentaron robar tu inocencia a plena luz del día y sin razón. Tú te defendiste y sin que nadie que escuchara tu clamor, luchabas hasta el final. Aquél hombre se enteró y sacó pronto su espada reluciente para defenderte, terminado así con la afrenta. Cayeron uno a uno los granujas y entre los dos, pudieron llevarlos a chirona.

Solo quedaron miradas, no hubieron palabras y no bastó el agradecimiento, algo distinto nació en el brillar de los ojos... ¿Acaso no se habían dado cuenta que eran el uno para el otro? Y sucedió que te enamoraste tanto de tu salvador, como él de tu candor. La clave de oro entonces, abrió la cerradura de su corazón y aquél legado entonces, se cumplió. Pronto aquella herramienta, dada por el finado, por fin no se pudo encontrar. Ya no era necesaria porque fueron felices y el amor triunfó. Tu sonrisa regresó como antes y "el importante", te llevó a sus palacios reales. ¡¡Qué tal encontrón!!

Roque Puell López Lavalle

Click: https://www.youtube.com/watch?v=8M74y1Ht7FI