jueves, 30 de diciembre de 2021

El viejo baúl


Subí al desván de mi casa aquella tarde, algo me atrajo a él y hacia un deteriorado baúl abandonado en la esquina del tejado. Las telarañas y el polvo pronto delataron el descuido y el olvido que vendieron al pobre armatoste. No sólo por el cúmulo de cosas viejas en su interior sino por las ideas de antaño y por los sentimientos encontrados que se situaban diseminados pero  que se presentaron como la conciencia de muchos recuerdos truncos que no volverán. La fatalidad confundida con la indiferencia hicieron su parte, la memoria olvidó la forma de mis vivencias y mi cuerpo ajado por los años confirmaba que quizá yo no estaba vivo sino que iría camino a la muerte porque solo soy un peregrino y mi patria ya no se encontrará aquí.

Sin embargo, hurgué entre las fotos amarillentas, rotas y viejas así como los manuscritos sin importancia, tan antiguos como las postales de hilo y huevo que fueron fabricadas a comienzos de un siglo que ya nadie recuerda. Entonces, encontré una carta de ésa época, mis manos temblorosas desdoblaron poco a poco la hoja sin sobre y empecé a leerla, ¿Era mía? Sí, pero si era para ti por qué la tenía que tener yo, no lo sé, no lo recuerdo, pero vino a mi memoria ahora frágil, que hice una copia cuando joven para saber que necesitaba recordar cómo fue la última manera de amarte o quizá qué pasó en el último instante de tu temprana despedida.

Leyéndola, recordaba aquél día frente al mar donde me dijiste que me amabas. Yo nervioso, no supe que decir pero me miraste con tus bellos ojos y esquivé tu mirada. Tomé valor, cogí tu mano y me acerqué a ti. Estábamos solos y nuestras miradas despertaron al amor. Descubrí entonces que también te amaba y sin decir palabra, te vi asustada. Solo me sonreíste pero no te marchaste y presurosa quisiste decirme algo, más no pudiste. Quedaste así en una sonrosada vergüenza, no podías creerlo, estabas frente a mí y te enfrentabas a lo que siempre habrías querido. Yo no pude retroceder porque en mi pasado quedaban mil preguntas y muchas dudas, más te besé tierno y apasionado. ¿No lo recuerdas? Tú me correspondiste igual, con no poca pasión y alterada como te encontrabas, solo musitaste frases incomprensibles. Era tu gran amor pero extrañamente estábamos en esa lejana y fría playa, alejados del mundo que nos circundaba...

El silencio entre los nos hizo recordar lo que hicimos y la música de aquél violín lejano que se escuchaba, parecía envolvernos en un hermoso frenesí. Las aves graznaban su acostumbrado chirrido y pronto veríamos juntos el atardecer. Aquellos colores fueron testigos de cómo dos seres, pudieron encontrarse aun cuando jóvenes jamás se habían visto. ¿Por qué tardaste tanto? ¡Era un solo beso apasionado y eso significaba mucho para nosotros! ¡Quién creyera tanta dulzura! El sol se ocultaban a nuestros ojos, ya era tarde y pronto anochecería… ¡Qué temeridad! Te pregunté muchas cosas pero tú asentiste con la cabeza lo que tus motivos no supieron confirmar. Yo comprendí entonces que ese momento fue más elocuente que las palabras, pero que en algunas ocasiones, también podría convertirse enun miserable traidor... 

Volvíamos así, presurosos por la orilla. La espuma mojó nuestros pies y la brisa se puso furiosa, el sol ya no se veía, apenas una tenue línea naranja denotaba su tímida existencia. Presentí que habría un final y emocionado te quise dar mi último beso porque el mar ya rugía contra nosotros y la oscuridad empezaba a reinar. De pronto, tu cuerpo frágil se quebró entre mis brazos y una luz de muerte iluminó mi mente para no poder reaccionar. Habías muerto súbitamente y no volviste a mis ojos desesperados ni a mi voz temblorosa porque ya no podías verme por más que quise hacerte reaccionar. Te fuiste como se va un suspiro, desapareciste ante mis ojos convirtiéndote en un fantasma. La fatalidad  entonces, se imponía y ni siquiera tu olor a mujer pude conservar. Aquella confusión, me hizo llorar amargamente y luego me di cuenta que mentiste para yo quedarme con mi soledad...

¡Oh, súbita sorpresa! Sin imaginarlo, desperté de forma inesperada pero sobresaltado,  exhausto, sudando copiosamente y pálido con las huellas magras en mi rostro por un gran esfuerzo. Me di cuenta que me hallaba otra vez en el desván ante el baúl polvoriento.  Parecía que fue una eternidad y solo fueron unas horas que se convirtieron en una gran pesadilla. ¡Qué extraña imaginación por leer un papel tan antiguo y sin un vocativo que nunca contesté! 

Quizá fue una realidad de mi vida solitaria porque yo también morí por dentro cuando partiste a la eternidad. Pero a pesar de mis errores, tuve la esperanza de un esperado perdón, aquél que siempre evitó el querer saludarme….

Roque Puell López Lavalle

 


martes, 30 de noviembre de 2021

El barco


El barco que navega entre las olas inmensas y que estas lo elevan para después dejarlo caer sin misericordia en la majestad de un mar tan inseguro que sigue causando entre los tripulantes, un total desconcierto. Las ondas embravecidas comienzan a rugir con furia, se estrellan contra él sin esperanzas y las maderas crujen por el sufrimiento manifiesto contra la bravura de este océano rebelde que se niega a llevar la paz...

Pero las velas desplegadas y el viento en toda dirección, rompe los esquemas que en vano tratan de enrumbar los marineros que no quieren doblegarse ni admitir la rendición. Todos enfilan el norte a nuevas tierras y no termina la mirada puesta en el horizonte. La tormenta hace zozobrar las ilusiones del presente para no regresar al pasado. Los pensamientos enarbolados en una enseña rota, me dicen que era inútil, que ellos tienen que cambiarla y ser distintos contra la animosidad de los apocados...

¿Por qué es que la vida demanda victorias si nada parece cambiar y hay que volver a comenzar? Vuelve entonces, el torbellino, el acecho de las nubes borrascosas y los sonidos de la muerte. Ellos parecen ahogar los deseos y los nuevos tiempos, las ideas son palpables, los deseos improbables pero hay una fuerza superior entonces que conoce el destino, y que no deja respiros. Alguien con la voluntad férrea que nos dice que nuestros sueños no lo podríamos cristalizar porque el viaje al paraíso, se torna imposible...

“Vana es la vida, -- dije en mi desprecio -- qué tremendo maleficio este, volar y volar más alto para que todo termine en algo menos que en el instinto de poder respirar…”

Sin embargo, en la oscuridad y el romper del cielo, en una lluvia interminable de relámpagos de miedo, surge de repente la respuesta del fin de un recurrente mal momento. La naturaleza sabia parecía querer reconciliarse en el asomo de una luz tenue. ¿Quiénes fueron los que se hicieron con el desastre y el descontrol? Eso realmente ya no importaba.

Entonces, despejadas las dudas, alguien alzó la voz:

“¡¡No por mucho combatir te volverás talentoso, todo tiene su lugar‼.

Pero el destino al fin y al cabo sabe reconocer la valentía y la habilidad. Quien lo tenga en su espada como el adalid contra el enemigo, manteniéndose firme a pesar de las heridas,  será siempre un aguerrido en mil combates. Dicen que la sabiduría es más valiosa que el oro y la plata, pero que tampoco la puedes comprar en las esquinas de las plazas. Sólo la hallarás en ti si reconoces que nada sabes y que solo quieres aprender. Y ella viendo que en nosotros existe la humildad, vivirá por siempre hasta el día de nuestro juicio.

Y el barco continuó su travesía, en medio de una luz brillante, que iluminaba su destino….

 Roque Puell López Lavalle

martes, 28 de septiembre de 2021

Al canto de la orilla...

 

Quisiera caminar contigo a la luz de la luna, al borde de la orilla y como la arena nos recibe; vasta, generosa, disfrutando juntos el vuelo de las aves, del mar que se agita impredecible a nuestros pies, así como me inquieta alegre tu mirada. Tus bellos ojos negros son aquel resplandor que me ilumina, son la luz que pinta tu candor y que me invita atrevido a besarte.

Tus deseos me contemplan diciéndome:

        "Quédate conmigo esta noche, veamos juntos cómo se oculta la luna y busquemos el amor, háblame tú como siempre lo haces, con tu voz tierna y rebelde. ¿La ves cómo nos sonríe?”

Afortunado soy al encontrarte, que soy tirano al no dejarte escapar y querré seré tu más dulce amante aunque no sepa cómo terminará esta aventura. Que me quieres como yo, eso es historia, cuéntame la verdad: No digas que somos pequeños porque te pienso mucho aunque no siempre estés en mi regazo. Las palabras que nos decimos son poemas, acaso delicados versos que se pierden en la inmensidad de la noche que confiesan nuestros anhelos, que se refugian en el alma para luego estar en silencio. Te amo y yo no quisiera perderte porque yo te llevaría muy lejos sin atender a tus ruegos. Y ahora queda mis intenciones para dar fin a las preguntas, muera entonces, el vano sufrimiento.

¿Todavía quieres escucharme?

             "Si, pero ahora quiero que me hables con las manos y que nuestros mimos se fundan en el horizonte y así reírnos de los cuentos trasnochados"

¡Ah mujer! No me tildes de anticuado…

           "Tus amores calmen mis miedos y mis esperanzas, tu corazón viva intensamente con el mío sin saber del tiempo y la distancia, que nunca muera la tarde ni la noche porque ya no importa como tampoco el mañana".

Quiero entonces, dibujarte a besos y admirarte toda para cambiar mis pensamientos por tus incesantes tormentos. Ahora solo quiero convencerme que esto no es un sueño de muchachos, que no hablemos más y vivamos sin cuidados que hoy nos amamos…

        "Entonces, sígueme contando tus bellas intenciones, tus locuras y ocurrencias que tanto hacen falta a mi corazón amedrentado y que nunca se te ocurra, terminar este momento que por fin nos ha encontrado. ¿Me lo dirás?”

Claro que sí mujer, pero después me gustaría que caminemos recibiendo a la brisa, quizás extrañando a las aves que se fueron, dejando nuestras huellas en la arena para que no se borren nunca y que las recordemos siempre, al canto de la orilla…

Roque Puell López Lavalle

Click:  https://www.youtube.com/watch?v=1OonJdmFF_I

 

domingo, 18 de julio de 2021

Todo para no extrañarte


Existen los bailes del amor viviendo juntos, pero también se encuentran los bailes del desamor y del incienso. El baile de lo nuestro pero sin miedo, danzas que nos encandilan pero ballet que se guarda para los momentos de las dudas o quizá para el sentir de la ilusión y de la locura. Así será nuestra alegría impronta.

Otros contemplan el bailoteo del cariño y de la fortuna, porque son las promesas del corazón. Son los pasos de la conciencia, de la gran imaginación porque lo que se canta, no se escucha y ni siquiera se buscan los motivos. Que ya no hallo tus palabras cálidas, en lo que me cuentas, ni en lo que me extrañas…

Pero los bailes de los amigos, se miran en el azul del firmamento, en las estrellas errantes. Son solo bellos juramentos, los recuerdos gratos de un sentimiento encontrado pero carente de verdad. Son las mentiras verdaderas del olvido y de las vanas intenciones. ¿Serán los sentimientos que no se supieron valorar?

Por ello, me dedico a bailar intenso hasta muy tarde, para olvidarte siempre, para no existir como antes y no vivir de los celos. Aun te amo y no quisiera perderte, pero tu silencio largo, me dice que no me correspondes y hoy, puedo actuar distinto. Solo te esperaría en el silencio de la noche y decírtelo todo, para no extrañarte…

Roque Puell López Lavalle

Enlace: https://www.youtube.com/watch?v=2FQJ--aq-bo

martes, 29 de junio de 2021

A la luz del aura


En el contiguo bosque cerca del pueblo, el de las enormes ceibas y de los verdosos robles, yo extrañaba verte pronto en algún momento. Iba cargado con mi mochila caminando por los estrechos senderos y escuchando el cantar de las aves. Desde la fresca mañana hasta el atardecer, la naturaleza no dejaba de expresarse y aun en la tormenta que se avecinaba, también parecía sentirse el murmullo de las fieras en los afanes de buscar algún refugio y de esa manera guarecerse del clima que se avecinaba. Era excitante vivirlo pero realmente no tuve tanto cuidado porque mi anhelo era encontrarte tarde o temprano.

Me dijeron los baquianos, que te hallaría muerta de miedo porque habías huido de la vida de algún encierro involuntario. Creo que tus padres querían que te quedes en tu hacienda  en una suerte de ayuda en la crianza de los animales. Imaginé que de repente venías de un pequeño claustro donde fuiste a confesarte, quizás de algunas ideas o de momentos. Tal vez una utopía de versos en el calendario o una serie de dogmas expuestos, quizás engendradas como una verdad expedita entre los gallos y la medianoche. No lo sé, no me lo contaste. ¡Enhorabuena por tus vivencias! Pero ahora no lo quiero saber. 

Así las cosas, tú ya estabas agobiada como yo, tantas memorias y tantos desenlaces. Mira que acaba de caer un rayo y él prendió sin demora el cielo con su luz intensa. No obstante, aquél portento no pudo resistirse a su fuerza que aún conservaba y no pudo usarla más por tus hermosos ojos que me enseñaban entonces, un profundo misterio.

Arrebatado entonces el espacio azulado, hizo que suenen fuertemente los truenos sin ningún cuidado de quiénes vivíamos todavía su fulgor. Quiso acabar con todos nosotros pero no pensó en mi razón y menos tampoco en tu alma asustada. Así intentó infundirnos miedo uniéndose con la montaña para seguir con su extraño juego. Tembló entonces la tierra con el arrogante pero su estruendo murió con el momento. No quedaron ni sus deseos de respirarnos amargura ni su despojo para querer olvidarlos, ni siquiera vimos sus luces que ya agonizaban porque se habían rendido todas ellas, a tu bella figura.

Dime entonces si ya te diste cuenta que te amo, dime ahora si crees que ya eres mi amada para ir por ti en el lejano verde oscuro de mis mañanas porque ahora formas parte de mí, en mis ilusiones y en mis pesares, por tu ausencia. Quiero volar como el águila y arrancarte de tu tierra si es necesario. Dímelo pronto para estar atento y estar listo, aun en el correr de los riachuelos por el camino de los pinos, en la soledad de los cauces del río, a la luz de mis ojos o en el amanecer para verte desnuda, a la luz del aura…

Roque Puell López Lavalle

Enlace: https://www.youtube.com/watch?v=n9C5EKIg4eM

lunes, 31 de mayo de 2021

Tus decisiones locas


Tú que presumías ante todos el saber de la vida y de la muerte, del entender los asuntos del peregrinar de las almas y mostrabas que en la vida hay que seguir el buen camino en los meses que volaron, recibo la noticia injusta que ya no hay un amor que dar a mi alma desnuda. Y es la verdad, siempre estás que vuelves otra vez a lo mismo y para mí estos “dame que te doy”, ya no son secretos, porque cansado está mi ser de mil acusaciones sin fundamento pues pura lata es vivir como si fuera un insensible o como si estuviera muerto.

¿Vale la pena creer vanas palabras o competir una carrera por medallas sin brillo? ¿Acaso hoy los premios anhelados se dan a los que han sido vencidos? Deberías de renunciar a tus palabras de colegiala, que solo denotan insensatez como si yo creyera trágicas historias de plañideras inconsolables porque la ignorancia nos lleva siempre a encuentros sin ningún destino. Vana es la mentira que no inspira tener voluntad y que no nos hace felices, sino bufones de cuentos de guerreros invencibles. ¿No te diste cuenta?

“Unas son de cal y otra son de arena”, decía mi amada madre pero se fue hace mucho para no tener qué más decirme y qué contarme, porque en vida todos reclamamos mil cosas a veces sin entender, pero exigimos derechos al juez por herencias ilusorias al pronto fallecer. Yo me iré lejos, a otros besos y no sabrás dónde encontrarme. Mejor así para que no te moleste las lluvias incesantes del dichoso espanta muertos. Te enterarás que así es la vida, que no te sorprenda, verás el amor pasar de tus hijos y de tus anhelos, no lo sé, así se mira.

No quisiste cambiar por nada el desafío expuesto, el amor manifiesto de quien en la vida te quiso como una reina, como una compañía en tu lecho frío e incierto. Tal vez en tu redoma de lágrimas interminables por regresos frustrados y anhelos perdidos. O quizá pienses que no quisiste luchar en ese momento, que esperabas un milagro caído del cielo que te hiciera retroceder. Pero eso es  posible porque la realidad es más cruenta que nuestras imaginarias victorias. Más bien, mi tristeza me dijo que ganaron así, tus desvaríos y tus decisiones locas.

Roque Puell López Lavalle 

Enlace:https://www.youtube.com/watch?v=vFHpZtRYnAQ

martes, 11 de mayo de 2021

Mare Nostrum



En la quietud del remanso, en la marea creciente de la orilla y en la brisa fresca que me invade el rostro, encuentro mi paz, mi deseo, encuentro mi nombre. Al pasar las horas, los minutos, quizás los años que cuentan, enciendo mi hoguera para saber que no estoy solo admirando a las estrellas que adornan el firmamento...

Cuando se oculta el sol en el horizonte, cuando lánguida muere mi fe y mi descontento, tal vez medio muerto, vivo de nuevo porque siempre crezco cuando vuela mi pensamiento. En la tempestad la ira del mar me congela, las olas encrespadas amenazan mi vida y el rugir del gigante me estremece al oírlo. El volar de las aves me hace indiferente y el huir del amigo cobarde hoy lo recuerdo...

Veo el mar en silencio y me agrada su color tan profundo. Ese azul intenso que me cautiva y la fuerza de su inmensidad es la que me sobrecoge. Las formas de su espuma me intrigan pero se van pronto cuando las ignoro y desaparecen como las burbujas que brotan de la arena. Así quiero conquistarlo porque no le tengo miedo y me gusta desafiarlo. Pero él siempre me responde con su bravura al querer intentarlo...

Si soñara que es mío el mare Nostrum como dicen algunos, no alcanzaría nunca ser su Señor aunque yo quisiera. No podría ser el dueño de sus dominios y menos aún podría contener su tremenda fortaleza. Pero desearía ser un poquito como él y eso sería solamente una utopía.

Es más, sería una locura vivir sin ataduras, pretendiendo tal vez, ser libre como el viento...

Roque Puell López Lavalle

Enlace: https://www.youtube.com/watch?v=coX4b3juSgM

 

sábado, 17 de abril de 2021

El romance de Don Ñublo

No se conocía en los relatos de la caballería medieval, las historias de los valientes de brillante armadura acerca de las incursiones en los viejos castillos y en las aventuras tan increíbles como las de los dragones que escupían fuego o los torneos de los atrevidos o las historias de las princesas arrancadas de los brazos de un farsante. En aquél tiempo se cumplía la prueba del amor con hechos de violencia, arriesgando la vida y el rescate de una dama por un caballero andante.

Era hidalgo su vestido, de elegante color azulado. De un temperamento ardiente, de una prestancia y de un carácter forjado en la decencia. Era también muy prolijo y de impactante figura. No era el hombre taciturno y de poca valentía, porque demostró a todas luces que nunca nadie lo había vencido. Levantó su estandarte dejando honor a su apellido, venía de casi sufrir la muerte pero revivió su enérgica osadía para que otros no crean que él quedó postrado en un final desenlace.

Muchos fueron los bosques, los caminos y las pruebas que venció en pos de su reconquista. Palmo a palmo cruzando aún los pantanos y los ríos, ­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­no se halló en él un espíritu de desaliento. Se iba raudo a tomar a su amada al galope de su brioso y bello caballo blanco. Iba convencido de su noble ideal y por eso blandía su espada al aire y daba esperanzas a todos, con tal de recobrar a la mujer de sus amores.

Pero Dios no lo quiso ayudar. Después de tantas peripecias, él halló por fin a su adorada pero ella se encontraba vaga, perdida y sin reaccionar porque fue lamentable que el nombre de su caballero, ya no lo podía recordar. Estaba enferma, su memoria estaba realmente perdida. Entonces, sin más miramientos al encontrarla así en ese momento y luego de meditar, la ofreció en sacrificio incruento para que Dios la cubra de su poderosa sanidad...

Y mientras sucedía el tal milagro apeó su caballo y se fue a la mar. Desesperado, con el rostro perdido no paró de cabalgar hasta bien entrada la noche y solamente descansó rendido cuando encontró que la luna llena y brillante, reinaba en la bahía. Buscaba apenado, entre la oración y entre el sudor que le corría por el rostro, una respuesta clara que calmara así, su interminable melancolía. Entonces, le increpó al cielo: ¿Qué es lo que debo hacer ahora? ¿Qué es lo que el Eterno me quiere mostrar? 

Solamente le respondió el silencio y las ondas del inmenso mar...

Roque Puell López Lavalle


jueves, 15 de abril de 2021

El cuento

Era la mañana de los años sesentas cuando Lima respiraba otro ambiente. La ciudad vivía un crecimiento todavía pequeño pero se perfilaba con un futuro prometedor. Han pasado los años y recuerdo aun que te conté las historias de mi vida en aquella banca frente al mar en el Malecón que tanto nos gustaba. Yo estaba interesado en que supieras de mis triunfos, de mis sueños, tomados quizá de un cuento de misterio o de uno perdido en la ida y vuelta de un viejo tranvía.

Me resultaba interesante el candor de tus ojos y la admiración a mis argumentos. Parecías recorrer con tu mirada atenta, los avatares de mis conquistas y las vicisitudes que me ocurrieron. Quizás te habría escrito en un libro inmenso acerca de mis aventuras y desvelos, pero te emocionabas como cualquier niña que le pide su padre que le relate una fábula antes que se pueda dormir.

Éramos jóvenes todavía, yo recién había terminado la Universidad y tú cursabas el primer año de tu carrera en el Instituto. Pero en esas historias, no sé por qué me vi reflejado en ti para tocar la puerta de tu corazón. Allí cambió todo porque me inspiré en el amor y tú ni te enteraste. No pudiste adivinar el por qué cuando yo mencionaba el silencio, solo me contentaba con que tú lo supieras. Más solo era para mirarte a tus ojos cuando nuestras risas eran cómplices, pero tú también me contaste alguna historia que para ti era una simple chiquillada. Te escuchaba serio y atento pero adiviné tus intenciones aunque yo siempre quedaba desorientado.

Contrario a tus anécdotas, las mías solo eran sobre la vida de un viajero que no sabía si llegaba a su destino pasando por miles de cosas. Para mí era un poco aburrido explicarlo pero tú sonreías quizá asombrada por mis ojos en ese tiempo confusos y lo sonrojado que me transformaba. ¿Qué no lo había comprendido? Nunca lo supe. Sin embargo, me hablaste del final de tu historia pero yo todavía no hallaba la llave para entender tus vivencias. Hasta que pusiste seria y me cuestionaste que si yo caminaba con cuidado por los pasos del amor, entonces, ¿Por qué no podría haber entre nosotros una historia semejante? Yo me creí descubierto pero fue tu intuición lo que yo quería escuchar verdaderamente en ese instante. ¿Estabas enamorada de mí? No me digas que no, yo entendí que sí a menos que se supiera el motivo de nuestras historias parecidas.

Deduje después de todo, que había llegado a buen puerto pero no estaba seguro de ti. No dijiste nada, solo te quedaste muda y yo también por el momento que vivíamos. Y así me acerqué a tu rostro, tu mirada estaba fija en mis ojos y los tuyos me acariciaron el alma y me acordonaron la voluntad. Me sentí tímido como si nunca hubiese entregado mis sentimientos y solo pude decirte en mi mente que te amaba aunque yo solo lo sabía desde hace tiempo. Era así como pensé porque al fin y al cabo esto no fue un cuento para niños, sino una historia verdadera y yo no me había percatado. No fue un juego de palabras... ¿Fue algo más que eso?

Entonces pasé unos minutos contemplándote pero respiré hondo, tomé valor y arrebatado como era, te di un beso en los labios y así por fin, se tranquilizó mi conciencia. Pasó que me correspondiste de buena gana y mi voluntad pudo ser libre al final de todo. Respiré hondo y fue de esta manera que nuestros miedos huyeron despavoridos y volviste a sonreír.

Hoy lo recuerdo después de los años maravillosos en que vivimos. Aquel beso lo disfruté contigo como si fuera el día de ayer, ¿Y tú también? Dímelo. Sin embargo, estamos sentados otra vez frente al mar pero en otra banca pero en el mismo Malecón. Entendí de esta manera, que nuestros recuerdos o nuestros deseos de aquél tiempo y momento, dieron el fruto de nuestros nietos más queridos que por cierto, ahorita mismo, nos están esperando…

Roque Puell López Lavalle

Escucha: https://www.youtube.com/watch?v=kkqOtkJfINQ


martes, 30 de marzo de 2021

Aquel verano




“Nuevas son cada mañana”, había escuchado decir a mi madre en un día soleado y prometedor en el comienzo de la semana. Ante mí se presentaban mis grandes desafíos, mis grandes logros o tal vez iba a conquistar algo que personalmente no sabía pero la misma rutina de siempre era necesaria y tenía que cumplirse.

Vivía en un barrio interesante, un lugar de intelectuales e inmigrantes de todas partes del mundo. En la actualidad, está muy visitado y es considerado por el turismo porque muestra sus playas, las avenidas, callecitas, parques y casonas, algunas del siglo XIX. Antaño se le llamó “Ciudad Heroica”, como el contiguo distrito de Barranco porque aquí se exaltó el heroísmo de todos sus habitantes en una guerra sangrienta frente a un invasor mejor preparado. Me refiero al distrito de Miraflores.

Pero hablaba de mi diario existir, si, otra vez tomaría el desayuno de siempre y mi madre ya me había llamado más de tres veces para que baje porque este ya se había servido. ¿Es que no entienden que hoy es un día muy importante para mí? Claro, disfrutaría por fin de mis vacaciones de fin de año y como yo era muy popular, mi celular no dejaba de sonar. Así que al terminar de hablar, bajé antes de que mi mamá suba con el famoso correctivo pues mi padre no estaba en esos momentos.

Tenía una hermanita menor que era muy hábil por sus berrinches porque conseguía casi todo de mis progenitores. Yo era parecido a ella solo que empleaba mis tácticas para otros fines más importantes según me lo podía imaginar. Así que lo mío, realmente era cuestión de tiempo. Había pensado para estas vacaciones, irme a las playas del sur. El verano era caluroso pero el mar era para nosotros lo máximo. Con mis amigos no parábamos de hacer planes, unos querían ir a los balnearios de arena, otros a los llamados de piedras, pero nadie ponía en duda nuestras motivaciones. Tuve que convencer a mi mamá porque ella temía por mí por ser un niño travieso, pero ella no podía encerrar a un espíritu libre y menos librarme de un deporte que hacía ratos había adoptado incluso para poder competir.

Por fin, ya estoy listo. En realidad fue un viaje muy entretenido y alegre. Fuimos con mis tres amigos y todas nuestras familias incluidas las ocurrencias de mi padre. Hasta el perro Cucki que era de nosotros, se unió a nuestras aventuras. En tanto, llegamos a la famosa playa Punta Rocas. Era de piedras amables y lisas, con una orilla increíblemente limpia y un mar cristalino. Quedaba al sur de Lima y lo bueno que teníamos era una casa muy amplia, con todas sus comodidades y todos estábamos felices porque al fin nuestros sueños, se hacían realidad. Mi madre nos acomodó, mi padre nos ayudó con nuestras tablas y mi hermana menor llevaba su mochila llena de muñecas pero se aseguró que nadie pretendiera rebuscar entre sus cosas.

Hugo, Paco y Luis fueron conmigo, amigos fieles que nunca olvidaré. Éramos compañeros inseparables de estudios y de travesuras. Por rarezas del destino, a todos nos gustaba “correr tabla”, palabra mágica en este deporte. Solo escuché alguna vez decir a mi padre la original frase porque de seguro él vivió la experiencia de sus tiempos. Yo quería en el fondo, emular a papá y no quería dejar de ir para demostrarle así, algunas de mis acrobacias más espectaculares. ¿Qué imaginativo verdad?

Mis amigos y yo éramos bien preparados para el surf porque siempre hacíamos deporte, éramos espigados, delgados, de tal forma que siempre gozábamos el devenir de las olas porque nos deslizábamos sobre ellas con un gozo indescriptible. Era todo un reto lo que hacíamos, las competencias entre nosotros no se hacían esperar y tampoco el placer de enfrentar al mar. Cada vez éramos más experimentados y por eso la estación era tan importante para algunos campeonatos que la Federación organizaba en estas fechas. Era imprescindible entonces, adiestrarnos mejor esperando que nunca termine la temporada.

Después de tanto loquerío, ya extendidas nuestras toallas en la arena después de poner la generosa resina a nuestras tablas, yo fui el primero ni corto ni perezoso para lanzarme a la aventura creyendo que los demás me seguirían pero me di con la desilusión que ninguno lo hizo. Yo enojado esperando la segunda ola, los veo acompañados de un grupo extraño y que seguramente habría venido de improviso porque no me percaté de ellos. No les tomé importancia y coroné mi hazaña con tres olas increíbles que me llevaron a la orilla.

Cuando fui de regreso, resulta que el famoso grupo reunido, se conformaba de cuatro lindas chicas de nuestra edad que estaban departiendo alegremente con mis compañeros medio quedados. Supe después que eran amigas de Paco, las que él había conocido el año pasado. Ellas sorprendidas de mi presencia, más que todo por venir con mis cabellos enmarañados quedaron boquiabiertas. Yo solo atiné a decir un hola seco y desconfiado. Paco se dio cuenta y sonriendo tratando de arreglar la situación. Me las presentó apurado diciendo sus nombres: Rita, Lupe, Ximena y Mariela. Yo tímido después de los besos del saludo, me quedé prendado de Mariela quien me llamó la atención por su sonrisa y sus ojos grandes. Felizmente, no se dio cuenta de la forma cómo me llamó la atención.

Su conversación se me hizo cálida. Era de hablar pausado pero de un contenido distinto. Yo era de variados comentarios porque podía intercambiar ideas muy peculiares. Lo interesante también era que ellas no solo disfrutaban de la playa, sino también surfeaban tan igual que nosotros. No en intensidad, pero si disfrutaban mucho del oleaje y de las competencias, que nosotros organizábamos. Pero mis compañeros nunca supieron nada de la atracción que tuve con Mariela. No quería quedar mal contándoles que me sentía un poco tímido en decirle cosas bonitas a ella pero yo pensaba que el tiempo que restaba era suficiente para ser feliz. Nunca dije nada, solo la miraba y mis palabras se trancaron para siempre.

El último día, porque ya en unas horas del día siguiente comenzaría ya la escuela, nos despedimos todos entre risas y abrazos. Pero para mí siempre existió Mariela, el resto no me importaba. En el final atardecer de un sol rojizo y hermoso, triste, me acerqué a su lado, cerré mis ojos e inmediatamente le di el beso más cálido y largo, acaso el último de aquél verano. Ella se tocó delicada la mejilla, tomó mis manos y mirándome tiernamente, me dijo suavemente: Adiós…

Creo que nunca me olvidaré de ese verano porque jamás ignoré su mirada y el beso de la despedida. Cuando llegué a casa me preguntaron si quería comer alguna merienda, pero yo les dije que no enfáticamente. Rápidamente entonces, subí a mi alcoba y cansado del viaje, me tendí bruscamente a lo ancho de mi cama mirando perdido al vacío pensando en  ella…

Pero las lágrimas rodaron por mis mejillas y simplemente, me quedé dormido…

Roque Puell López Lavalle

miércoles, 17 de febrero de 2021

La flora


 Mi testigo hoy será la noche oscura

¿Por qué el viento silba y crece?

Ah, es por el frío de la montaña

y también por la flora en el campo

que ahora luce cabizbaja…

II

En el silencio de las sombras,

existe un gran misterio

por las palabras que no se dijeron

o por tu sonrisa que vi sin esperanza

y que se perdió en un laberinto…

III

Vino la soledad que llegó a mi alma

porque no tengo tu dulce alegría

pero quiero verte para reírnos juntos

y volar en las brisas del viento…

¿Por qué no vienes conmigo?

IV

Más creo que inútil será mi especial sueño

y vano también será mi querer sentido

porque me di cuenta que no me quieres

y tampoco lo deseas…

 V

Tonto soy ahora, que todavía te amo

y sin qué ni qué yo me ilusiono

como si fuera un niño 

o un león herido

VI

Aun así, en  mi árido destierro, pensé en ti

casi haciéndome las mismas preguntas

pero con las mismas respuestas

con tristeza en mi corazón

y el perder de mis anhelos

VII

Y en tu adiós quebrado y sincero

me despido sin las bobas palabras

que en esta ocasión se dicen.

Porque sintiendo la noche aciaga

 yo también te extraño…

Roque Puell López Lavalle