martes, 29 de junio de 2021

A la luz del aura


En el contiguo bosque cerca del pueblo, el de las enormes ceibas y de los verdosos robles, yo extrañaba verte pronto en algún momento. Iba cargado con mi mochila caminando por los estrechos senderos y escuchando el cantar de las aves. Desde la fresca mañana hasta el atardecer, la naturaleza no dejaba de expresarse y aun en la tormenta que se avecinaba, también parecía sentirse el murmullo de las fieras en los afanes de buscar algún refugio y de esa manera guarecerse del clima que se avecinaba. Era excitante vivirlo pero realmente no tuve tanto cuidado porque mi anhelo era encontrarte tarde o temprano.

Me dijeron los baquianos, que te hallaría muerta de miedo porque habías huido de la vida de algún encierro involuntario. Creo que tus padres querían que te quedes en tu hacienda  en una suerte de ayuda en la crianza de los animales. Imaginé que de repente venías de un pequeño claustro donde fuiste a confesarte, quizás de algunas ideas o de momentos. Tal vez una utopía de versos en el calendario o una serie de dogmas expuestos, quizás engendradas como una verdad expedita entre los gallos y la medianoche. No lo sé, no me lo contaste. ¡Enhorabuena por tus vivencias! Pero ahora no lo quiero saber. 

Así las cosas, tú ya estabas agobiada como yo, tantas memorias y tantos desenlaces. Mira que acaba de caer un rayo y él prendió sin demora el cielo con su luz intensa. No obstante, aquél portento no pudo resistirse a su fuerza que aún conservaba y no pudo usarla más por tus hermosos ojos que me enseñaban entonces, un profundo misterio.

Arrebatado entonces el espacio azulado, hizo que suenen fuertemente los truenos sin ningún cuidado de quiénes vivíamos todavía su fulgor. Quiso acabar con todos nosotros pero no pensó en mi razón y menos tampoco en tu alma asustada. Así intentó infundirnos miedo uniéndose con la montaña para seguir con su extraño juego. Tembló entonces la tierra con el arrogante pero su estruendo murió con el momento. No quedaron ni sus deseos de respirarnos amargura ni su despojo para querer olvidarlos, ni siquiera vimos sus luces que ya agonizaban porque se habían rendido todas ellas, a tu bella figura.

Dime entonces si ya te diste cuenta que te amo, dime ahora si crees que ya eres mi amada para ir por ti en el lejano verde oscuro de mis mañanas porque ahora formas parte de mí, en mis ilusiones y en mis pesares, por tu ausencia. Quiero volar como el águila y arrancarte de tu tierra si es necesario. Dímelo pronto para estar atento y estar listo, aun en el correr de los riachuelos por el camino de los pinos, en la soledad de los cauces del río, a la luz de mis ojos o en el amanecer para verte desnuda, a la luz del aura…

Roque Puell López Lavalle

Enlace: https://www.youtube.com/watch?v=n9C5EKIg4eM