lunes, 25 de julio de 2022

La pérgola

 



Los que en las sombras solamente hablan en voz baja, son los que en plena luz pueden expresar lo más sabio y en ocasiones lo más sensato de lo que podría acontecer en ese momento. Viven en un refugio de grandes penas y alegrías que en un día, no conocieron. Sin embargo, hablan de la vida, de la pasión y el embrujo de la esperanza, basada en el sueño de lo imposible, inspirados en las vidas injustas, con el fin de hacer siempre lo mismo, lo bueno, lo malo y lo inconcluso…

Entonces, las costumbres se olvidan para dar paso a las nuevas emociones, a las terribles conclusiones de una existencia sin valores. Así se extravían en la vida porque no tienen un solo camino, no tienen una esperanza en la nobleza del carácter sino en el constante cambio y no dan la oportunidad al conocimiento o a la sabiduría. Pasa con los afectos, son distintos porque se sigue el patrón de la perfección, de hacer todo con etiquetas o viejas costumbres. Son los que no tienen el valor de ser diferentes cayendo en el desgano y en la rutina, como si fueran una nube gris en medio del firmamento azul…

Tal era lo que en ese entonces, la juventud pensaba. Sin embargo, tres siluetas eran las de aquella noche. Eran André, Francisco y Georgiano, los llamados "buenos amigos" en esta aventura extraña. Figuras misteriosas se deslizaron sigilosamente sobre un antiguo lugar de esparcimiento de la gente alegre de esa época: “La Pérgola”, un bar situado en los techos del último piso de un vetusto edificio de ocho pisos en los suburbios de Miraflores, donde anteriormente la sociedad miraflorina daba rienda suelta a sus desvaríos. Era en los tiempos idos, luego de la infausta guerra donde se valoraban la belleza, el glamour y la moda de lo absurdo. Eran banalidades, compañeras inseparables del ser humano que se buscaban por las noches para dar una salida a su vida disoluta y extravagante.

Estos jóvenes muchachos en comparación con la realidad, eran diferentes pero semejantes en la osadía y desprecio por la vida porque se encontraban con un disfraz fantasmal desde la cabeza hasta los pies en una suerte de misterio. Como dije, era un antiguo edificio de ocho pisos y de casi 30 metros de altura en una de las calles de la ciudad. Todos estaban en silencio y en una sola fila, vestían con ropas viejas de color negro, un maquillaje salvaje y zapatos oscuros, acaso muy aparentes para el momento en una noche de pura adrenalina. Luego de subir hasta el último piso, tuvieron que descender de un techo inseguro hacia otro que formaba el local. Nacía así un desafío jalado de los cabellos protagonizado por motivos equivocados. El objetivo, no era nada valioso y tan solo se arriesgaban por la antigüedad de unos cristales finísimos de quién sabe dónde aparecieron. Después de todo, los tomarían de un local oscuro, mal oliente y de una humedad tóxica que pintaba este espacio tan lúgubre.

Ya en el interior, veían un tragaluz envuelto por algunos orificios que antaño habrían servido como un juego de luces al lado de un proscenio giratorio donde bailaban las grandes y bellas mujeronas del momento. Solo que ahora se convirtieron en pálidos recuerdos que llenaron la imaginación de los mozalbetes. Solo tenían entre sus manos el arma necesaria para ellos, útil para los iniciados, un simple cortador de vidrio que fungía como el arma letal para la victoria. A este "oficio", se sumaba la mucha intuición y la no poca temeridad que ellos experimentaban en una madrugada fría, por encima de los departamentos del edificio. Felizmente para ellos en ese momento, no tenían un guardián nocturno.

Gozaban juntos del peligro, de lo mordaz y de lo contradictorio. Era un tremendo riesgo en la oscuridad por las manos inexpertas y nerviosas que cortaban por vez primera unos vidrios tan complicados entremetidos en sus marcos. Pero a decir verdad, no les importaba nada en realidad, autosuficientes como eran, no se apresuraron por el tiempo. El mechero ardiente de kerosene daba cierta luz y hacía que vivieran en un ambiente sórdido con el hablar muy quedo entre ellos porque tenían a los vecinos que ahora dormían abajo de ellos.

Al fin, después de no grandes dificultades, en medio de una tensa calma terminó la osada aventura. Desprendidos los cristales, comenzó un nuevo problema ¿Cómo subirlos? Después de algunas cavilaciones, se decidió por lo imposible. Lo más probable era que levantarlos sobre los casi tres metros que los separaban del suelo, era pensar en una aparatosa caída al vacío por el tragaluz siendo cortados en pedacitos por los vidrios pero lo contrario, sería el premio al esfuerzo.

Todos se miraron las caras y se arriesgaron una vez más poniendo las fuerzas combinadas dado que eran de diferentes contexturas físicas. Esas planchas, se tuvieron que envolver con trapos viejos para luego de trepar el dintel. Luego hicieron un esfuerzo coordinado y se pudo subir al piso superior. Se logró a duras penas después de un gran susto y sea por la perseverancia o la suerte, esas láminas de vidrio no sufrieron daño ni ellos tampoco.

Después bajaron, uno en cada extremo y uno en el medio. Las hojas de vidrio iban muy bien cubiertas así que siguieron por unas escaleras de piedra pertenecientes al mismo edificio hacia los pisos subsiguientes. Después de esto, los guardaron sigilosamente en una de las casas de los protagonistas. Al amanecer, estos hermosos cristales terminaron en una vidriería para hacer cuadros a unas hermosas postales muy añejas que pronto se vendieron en las avenidas principales del distrito.

Los sobrevivientes todavía existen, son los sinvergüenzas del "yo no fui" y cuando recuerdan lo que hicieron, sonríen todavía satisfechos porque experimentaron la eterna burla al destino. Sintieron que corrían por sus venas, lo que era indecente hacer porque izaron la irresponsabilidad como bandera pero terminaron en el recuerdo de una travesura irracional sin ningún problema.

Ellos menospreciaron su vida pero la ganaron otra vez y seguramente tendrían que contarlo a su descendencia. Seguramente lo relatarán como algo que pasó inadvertido, como la neblina que se va en la mañana, en una noche que pudo ser la última, hace unos cuarenta y seis años...

Roque Puell López Lavalle

Link: https://www.youtube.com/watch?v=bpNw7jYkbVc

viernes, 22 de julio de 2022

Porque mis ojos te contemplan

 

Las campanas de una iglesia lejana sonaron por la tarde y parecían detenerse en el tiempo. Ellas venían de un lugar de muchos años, quizá en los comienzos del siglo pasado. El eco de su tañer se escuchaba a pesar de la distancia, el sonido viajaba y ahora me importa, pero yo estoy en cama guardando salud, guardando el sueño que pretende llevarme al limbo. Sin embargo, el dolor me detiene y su compañía no deja que prosiga al cortejo de mis deseos.

El sabor amargo del brebaje no me deja en paz, los continuos dolores adormecidos en un pequeño espacio de mi ser son los que ahora salen libres para recordarme que no estoy dormido pero que necesito descanso. Pero no me trae abajo el que mi pensamiento esté preso porque  entonces me libero, porque en ello no da tregua mi esperanza que al final es más fuerte que la compañía que detesto. Anhelo las caricias que están lejos, aquellas que ignoran la quietud de un abrazo o las miradas que recuerdan el inicio de un singular pasado. Entonces la vida si se veía plena, el beso apasionado no tenía cabida para terminar en algo más que palabras. ¡¡Qué tremendos se manifiestan los recuerdos!!

Ahora estoy solo, me alimento de historias figuradas, amo, encuentro lo que pienso porque podría ser real ahora que mi sentimiento a todas luces es verdad. Toco con mis ojos a las flores y arrebato en mi mano su alma. Las cuido queriendo así que no se vayan nunca y me sería imposible no querer amarlas. La fortaleza de mi ser, me conmueve y me alegra su existencia porque sus deseos para enfrentar lo que viene, no me van a amilanar pero no sé todavía por cuánto tiempo.

Ya la lucha está dispuesta, no se me puede acabar el mundo porque está en los anales de la historia sufrir sin motivos, querer sin que te quieran o morir sin que a la muerte te lo pida, es de reflexionarlo. Mejor hubiera sido bueno vivir con el escudo y la espada del guerrero fiero e indomable. Así nuestras suertes tendrían motivo y siempre mostraríamos el orgullo triunfante. Pero no es así como sucede, entiende tú que me lees, considera que estás aquí, en la tierra de los vivientes…

Pienso en Dios, no lo veo  y solo sé que está conmigo, es suficiente ahora para mí que Él me entienda. Hay cuánta razón cuando se dice que el alma que espera no será defraudada y aun cuando tus fuerzas te hagan pisar el hogar de los invisibles, Él si estaría feliz en recibirme, no me cabe la menor duda.

En el transcurrir de estos momentos siento que las campanas ya no se escuchan, se han silenciado porque el sueño de otros tiempos ya ha terminado. Mi alma vuela al infinito, no tiene el final de mis historias burdas que durante mucho tiempo callaron, quizá porque ya he pasado a mejor vida o será tal vez, porque mis ojos te contemplan... 

Roque Puell López Lavalle

Link:  https://www.youtube.com/watch?v=lPfU7OEfBm8

miércoles, 20 de julio de 2022

La flor de la candela

 

Las lluvias en la primavera son inusuales y extrañas porque el cambio de estación supone las esperanzas para un nuevo comienzo y los pretextos de algunos incautos para disfrutar una alegría reinante. Son diferentes los momentos que la vieron nacer, entre las nubes negras de la mentira y lo difícil que significó el sustento, para vivir una nueva esperanza.

Sin embargo, creció entre las espinas una flor de extraordinario sentir, quizá una que dio la diferencia entre la tanta grama silvestre y las flores pretenciosas y orgullosas. Dio indicios de ser alguien diferente, predestinada para ser la mejor entre las mil y una oportunidades que le ofrecía la vida.

Fue la única en su especie, pudo entristecerse o quizá dejar de reír, tal vez no hubo manos para prodigarla y aun el llorar no justificó alcanzar su más triste momento. La vida así lo confirmó, la sentencia no dudó en ser manifiesta y la injusticia se dio sin más miramiento para tratar de ahogar a la más valiente y guardiana de los ideales.

Pero el enemigo no lo pudo lograr, una Luz de esperanza se dio para conquistar y triunfar, no para que pueda zozobrar la voluntad y el sentido de la derrota. No importaron los caminos difíciles, tampoco la terquedad de lo imposible en la distancia y el tiempo, en el largo sendero de la equivocación. Nada de eso, triunfó de lejos la Verdad.

Pasado el tiempo conoció el romanticismo de los poetas, acaso el de los dioses de la Mitología que únicamente tenían hijos para la guerra o para la vida falaz y sin sentido. Sin embargo, también pudo sortear las montañas del peligro, los abismos insondables del cinismo y fruto de ello, nacieron las nobles criaturas de la expresión artística, tal vez los hijos del apasionamiento, los hijos del amor.

Valientes fueron los que se quedaron después del revés y el vendaval de las maldades en pos de una víctima en el panteón frío y solitario. Malas artes y malas voluntades quisieron otra vez desparecer todo indicio de la verdad y del clamor. Y se fueron dando las cosas en el laberinto, el ímpetu los vientos, las mentiras del momento y sin embargo, la casa establecida en la roca, nada ni nadie la movió.

Y la flor que pudo perecer y renegar de sus pensamientos, sola quedó sobre las marañas de la ignorancia, en la derrotada intención de los más audaces. No por eso cambió, al contrario, fue la más generosa, la más sonriente, quizá la más consecuente entre las tantas mareas y los caprichos del mar indiferente. Ella entonces, envalentonada, sigue adelante y sin desmayo, no cejó en ningún momento, las sonadas batallas del Camino, los encuentros vívidos de la Verdad y la belleza primorosa de la Vida.

Lástima que ahora se fue al cielo, y no está más entre nosotros pero seguramente, hará una revolución de lo que más quiso y defendió, los innumerables motivos para una vida mejor.  Por eso en este momento que la recuerdo, me siguen gustando los aromas que despidió de su ser, aún es la soñadora, aún es la conquistadora y guerrera, aún sigue siendo para mí la más bella de todas, la flor de la candela…

Roque Puell López Lavalle

https://www.youtube.com/watch?v=wrTwPKdVwaY

viernes, 1 de julio de 2022

Si tu alma quisiera

 

Las tardes poco a poco terminaban en los horarios de salida de los empleados, los días bulliciosos comenzaban a ser pequeños y el sol ya dormía porque la luna se adelantaba presta para reinar. Muchos apuraban el paso para llegar a su destino porque la oscuridad pronto venía y nadie en ese momento, se atrevía a chistar. Las interminables colas para embarcarse en los buses y carros, no paraban de formarse. ¡Oh ciudad de los contrastes!

Entonces, mi nombre buscaba el tuyo, mi pensamiento volaba hasta tu semblante y a lo mejor sabría dónde encontrarte. Sin embargo entre mis afanes, te hallé dibujada entre las sonrisas de unos niños que todavía jugaban en la acera de enfrente. Qué candidez, qué inocencia en sus miradas, incluyendo esas manitas sucias del tanto trabajar el día. Ellos me llamaron la atención por los ojitos traviesos de tu recuerdo pero también me hicieron acordar el amor de los muchachos inocentes, ese que se perdió en el tiempo y a pesar de ello, todavía se encontraba intacto. ¿Habríamos sido quizás, cómplices de singular historia?

Quizá la sombra que sigue tus pasos se perdió en lo que parecería tu silencio pero aun así me encontraba en apuros. De repente estabas escondida en el azulino del cielo o tal vez en la campiña con aquellos inmensos árboles de pino que tanto me gustaban. En ese entonces, era vario pinto el follaje que escondía al lago azul donde solía pintar mis cuadros en mi caballete de madera. Pero también plasmaba mis grabados de carboncillo que eran para mí como una gran amistad sentida. ¡¡Tremendo sentimiento!!

Las flores de mis lienzos podrían compararse a tus misterios que escondías temerosa para mí. ¿Quiénes podrán descubrirlos? No lo sé porque esas flores las encontré solas pues nadie las había cuidado en el bosque. ¿Quiénes las encontrarían? Me contestó el silencio y nunca me enteré. Pero en cambio, yo si tenía tu fragancia pero no entendía el porqué de tus espinas. Solamente sabía que en tu frente noble acompañada de tu ondeada cabellera llevabas más de una rosa mía pero en tu mirada serena, quizá despertaba de los laberintos de este sueño que me invitaba a contemplarte de nuevo. ¡¡Cuánto te quiero!!

Y sin embargo, allí estabas, extasiada de momentos y cansada de mirones ciegos porque las respuestas ya no las tenías y sin embargo, mostrabas sonrisas. ¡Quién te entiende! Ayer me hablabas de las pobres bonanzas de tu pueblo, de las injusticias que atravesaban por una palabra incierta. Así también terminan los pasquines de los inocentes, en toda una vorágine de promesas y expresiones bobas que hablan las verdades de noche, más destilan mentiras por la mañana. Y tú estabas descontenta allí, pero me creías y yo te admiraba…

Y así vuelvo entre las calles de los humos, de las bocinas locas, entre la tarde que ya muere, entre el chirrido de los autos y las camionetas coloridas. Regresas, quizá por la misma vereda, tal vez por el mismo camino de la mañana donde se encontraron dos besos. Uno que era el mío y el otro era el de la despedida si lo recuerdas, aquella acera que una vez nos prometió encontrarnos en el claro de las mañanas o de repente me imagino, como dicen los antiguos moradores,  “bajo el puente”, donde llegaba el último tren de la tarde...

¡Claro! El caballo de hierro, aquél viejo latón de recuerdos y ensueños, el contador de chismes y de cuentos, que no se olvidó dónde nos pudimos encontrar. Y tal vez allí pudiera darme cuenta de mis anhelos porque mi corazón no dejó de latir. Más ahora, debo de irme y no sé si regresaré. Es más, podría robarte un apasionado beso y tal vez aparecer en todos tus sueños y en ninguno, si es que tú me lo permites o tú amar a mi corazón desnudo y yo amarte todas las noches yertas, si tu alma quisiera…

Roque Puell López Lavalle

Link: https://www.youtube.com/watch?v=ZbxnDaWYl9o