Maltrecha quedó mi camisa blanca, arrugada quedó por defenderte. Fue usada bella y pulcra, casi brillando, para tenerte. Más el tiempo hizo que las manchas se posaran con tu indiferencia y las betas imborrables de tu injusto razonamiento, se impregnaran de tu cobarde ausencia...
Había pensado que al ver la justicia comprada por aquél que no conoce la decencia, quizá hubiera podido encontrar en ti, la felicidad de mi espíritu acongojado al estar contigo. Pero me equivoqué, lo que antes usé con prestancia para ufanarme de quién me sentía orgulloso, hoy en día se transformó simplemente en grandes manchas rebeldes que no quisieron borrarse…
Hoy la veo como una mortaja, vieja, casi amarillenta, sin ningún atisbo de lo que un día fue, si no fuera por estar guardada y con suerte limpia con el azul de antaño de las manos de mi madre. Así pues, quedan los recuerdos que vienen a mi mente, primero límpidos de toda sucia y después por consecuencia, sin los botones siquiera, por el olvido de los años…
Tú eres como mi camisa. Una vez fue presentable para mi corbata, otra quedó para mi suéter fino para abrigarte, una más para lucirme contigo elegante. Pero luego con los meses se convirtió en una venda para cubrir mis heridas y tus reiteradas mentiras, incluso para no acordarme nunca de lo que un día fuiste para mí… ¡Qué vergüenza debería darte!
Roque Puell López Lavalle
Escucha: https://www.youtube.com/watch?v=Yxa1fU5O5Ew