Por las leyes, los juicios y
los expedientes que nunca faltan, encontré a mi amigo en el Juzgado y me contó
que entre los pleitos legales que manejaba, pocas eran las victorias que tenía
entre las manos y escasas eran las resoluciones a su favor que con afán buscaba
y que hacía tiempo dormían entre las falsas voluntades de los burócratas inconscientes.
Entonces le dije fríamente:
“Los
trámites que te piden, tú debes a la prontitud posible ser diligente para
pagar".
Yo no lo culpaba de su estado porque él vivía entre las injusticias de su hacienda y sus tierras que no las podía dar en herencia por los malos manejos de un pariente muy cercano. No tenía así en ese momento, soluciones válidas para que en ese momento pudiera ganar.
Pero como amigo, le reiteré:
“Rinde tus cuentas, cesa ya la batalla, es mejor una retirada honrosa y con medallas
que una derrota desastrosa y sin bandera. Vende tus ganados y reparte en partes
iguales lo que te conviene, lo demás busca mejores acreedores que te financien
y te den victoria sobre tus empedernidos estafadores. Así podrás dormir en paz”.
Él me respondió en aquél momento:
“Si, sí... No te preocupes, todo está
controlado, yo pronto he de ganar”.
Pero él hizo oídos sordos y
vanas fueron mis palabras. Pero pasó algo de tiempo y al fin hubo una
respuesta. Se pensó que por el fallo del Juez habría pocas esperanzas para una
respuesta satisfactoria, pero se esperó siempre algo mejor. Y mi amigo
entusiasmado, daba gracias a los mil favores que en su momento lo pudieron
ayudar. Más tuve yo un leve presentimiento y dudé por ser un caso complejo
absurdo y lleno de contradicciones.
Sin embargo, resultó que era cierto que ganó el juicio pero lo que él jamás esperó era tener que sacrificar media fortuna
para ver a sus enemigos comer el polvo de la derrota aun así hayan apelado al
máximo de los Tribunales. Nuevamente comenzó la plañidera del eterno “por qué”
para mi amigo y otros trámites con pocas esperanzas de recuperar su fortuna.
Enojado en gran manera, se
fue resignado y deprimido a “disfrutar” lo poco que le quedaba según él y así
se puso a pensar:
“Muchas fueron las noches de mi desvelo,
mucho afán en cuanto al tiempo y el dinero para que ahora no se pueda triunfar.
¿Acaso no dejé la suficiente remesa para que puedan cumplir? Hoy, formo parte
de las desdichas del pobre y soy hermano de él, en su desgano al lado de sus desgracias compartidas”
Dichas sus palabras según supe aquella vez, un
fuerte sonido se escuchó en las afueras del Juzgado. Todos salieron asustados y
no pocos lanzaron un grito de sorpresa y horror. Él yacía tendido en el pasillo algo concurrido y su rostro estaba
doblado por el dolor. Luego de las investigaciones del caso, se encontró el arma
que todavía se encontraba humeante, sirvió entonces, para que mi entrañable amigo con una bala en la sien, su vida la decidiera terminar…