viernes, 27 de marzo de 2020

Desgracias compartidas



Por las leyes, los juicios y los expedientes que nunca faltan, encontré a mi amigo en el Juzgado y me contó que entre los pleitos legales que manejaba, pocas eran las victorias que tenía entre las manos y escasas eran las resoluciones a su favor que con afán buscaba y que hacía tiempo dormían entre las falsas voluntades de los burócratas inconscientes.

Entonces le dije fríamente:

“Los trámites que te piden, tú debes a la prontitud posible ser diligente para pagar".

Yo no lo culpaba de su estado porque él vivía entre las injusticias de su hacienda y sus tierras que no las podía dar en herencia por los malos manejos de un pariente muy cercano. No tenía así en ese momento, soluciones válidas para que en ese momento pudiera ganar.

Pero como amigo, le reiteré:

“Rinde tus cuentas, cesa ya la batalla,  es mejor una retirada honrosa y con medallas que una derrota desastrosa y sin bandera. Vende tus ganados y reparte en partes iguales lo que te conviene, lo demás busca mejores acreedores que te financien y te den victoria sobre tus empedernidos estafadores. Así podrás dormir en paz”.

Él me respondió en aquél momento:

“Si, sí... No te preocupes, todo está controlado, yo pronto he de ganar”.

Pero él hizo oídos sordos y vanas fueron mis palabras. Pero pasó algo de tiempo y al fin hubo una respuesta. Se pensó que por el fallo del Juez habría pocas esperanzas para una respuesta satisfactoria, pero se esperó siempre algo mejor. Y mi amigo entusiasmado, daba gracias a los mil favores que en su momento lo pudieron ayudar. Más tuve yo un leve presentimiento y dudé por ser un caso complejo absurdo y lleno de contradicciones.

Sin embargo, resultó que era cierto que ganó el juicio pero lo que él jamás esperó era tener que sacrificar media fortuna para ver a sus enemigos comer el polvo de la derrota aun así hayan apelado al máximo de los Tribunales. Nuevamente comenzó la plañidera del eterno “por qué” para mi amigo y otros trámites con pocas esperanzas de recuperar su fortuna.

Enojado en gran manera, se fue resignado y deprimido a “disfrutar” lo poco que le quedaba según él y así se puso a pensar:

“Muchas fueron las noches de mi desvelo, mucho afán en cuanto al tiempo y el dinero para que ahora no se pueda triunfar. ¿Acaso no dejé la suficiente remesa para que puedan cumplir? Hoy, formo parte de las desdichas del pobre y soy hermano de él, en su desgano al lado de sus desgracias compartidas”

Dichas sus palabras según supe aquella vez, un fuerte sonido se escuchó en las afueras del Juzgado. Todos salieron asustados y no pocos lanzaron un grito de sorpresa y horror. Él yacía tendido en el pasillo algo concurrido y su rostro estaba doblado por el dolor. Luego de las investigaciones del caso, se encontró el arma que todavía se encontraba humeante, sirvió entonces, para que mi entrañable amigo con una bala en la sien, su vida la decidiera terminar…

Roque Puell López Lavalle

Escucha este Link: https://www.youtube.com/watch?v=jyfoOx9bbhA







sábado, 7 de marzo de 2020

No te lo dije


No te lo dije porque tú habías cambiado, porque te habías convertido en un bello cuento. La diosa de mi imaginación, se tornó en una tímida e inalcanzable dama que no daba cabida a mi sentir y tampoco a mis esperanzas. ¿Será verdad que lo nuestro se convertiría en algo irrealizable?

No te lo confesé, pues vanos fueron mis deseos y duras fueron tus palabras, como si ellos fueran clavos que tu razón no quiere escuchar pero lo que ahora siento, quizá más adelante lo puedas comprender. Y sabes, si yo tuviera que elegir hoy con quien habría de quedarme, sería contigo pues el qué dirán moriría pronto, pero mis besos no se perderían jamás… 

Entonces, decidí ser como el mar azul de nuestra costa, imprevisible, fuerte, no melindroso, de tal ímpetu que se asemejaría a las temibles tempestades y aun así, seguramente recibiría la brisa de tu indiferencia... ¡No te amaneció el amarme como soy amada mía! 

Pero si en el remolino de tus pensamientos más profundos pudiera estar y si en las montañas de tu corazón quisiese escalar, ya no tendría que recordar más tu desvelo y tu quebranto, porque si no quisiste enfrentar lo que mi corazón anhela, ¿Cómo podría amar yo al tuyo?

Por eso, no te lo dije aquella vez en para que no sueñes con castillos en el aire y no veas caballeros que quieran vengar el desaire, ni menos ladrones que roben mi más preciado tesoro. Pero igual te amo, porque quiero tenerte siempre entre mis besos y nunca dejarte. ¿Será que la soledad de mi vida será mejor para mi que tus ojos a los cuales tanto deseo?

Roque Puell López Lavalle