Quiero salir muy pronto, de aquél encierro que envuelve mi existencia. Debo ser libre como el tiempo y sembrar mi semilla en tu alma para que crezca y florezca como debiera. Te contemplo en mi recuerdo pero todavía me quedan besos para mimarte y fijar mis ojos en los tuyos sin que nada puedas hacer al respecto. Sin embargo, por ahora moras en los valles de mi mente y aun en el desierto de la noche, no puedo hablarte por más que lo deseo y menos ahora el querer dejarte...
Mucho camino se ha hecho al andar entre el mar y el largo de mis pasos, pero deseara saber dónde estás, si en el mejor atardecer que contemplas o en la más fantasiosa ocurrencia que ahora piensas. No lo sé, dímelo tú que solo tengo pensamientos bellos para ti. Luego comprenderé tu misterio, adivinaré lo que no imaginarás y a sabiendas, veré entonces que no te acordarás de mi...
Me agrada tu voz melodiosa y tu bella sonrisa que dibuja tu rostro. Extraño a ratos tus temores cuando estás conmigo, pero alegras mi vida cuando me cuentas tus historias sin finales ni comienzos, tan sencillas como las palomas y que las tomo todas entre mis manos. Tienes un encanto especial cuando brillan tus ojos y cuando escucho tu sentimiento, es tan fiel y verdadero. El espíritu libre domina tu voluntad férrea, tus metas inalcanzables las vives como quieres, tímida y sin reparos, adquieres lo que realmente sueñas. Algo que a mí me agrada, algo que deseo con todo mi corazón, vivir, volar, contar, amar, tenerte en mi vida y en mi espada. Pareces una niña y sin embargo no lo eres.
La soledad me embarga cuando tus ojos me confunden en una extraña ironía del destino. ¡Increíble confesión! ¿Podrías conocer tú mi corazón? Quizá no porque otros recuerdos haz de atesorar, otros mundos de seguro te apasionarán y no sería mi sincera intención la que te sostenga en tu soledad...
Será tal vez la incertidumbre, la incredulidad o el fuerte latido de tu corazón, que no sabrías interpretar. Los corazones que se entienden se unen para poder afianzarse, los corazones como el nuestro se emocionan para conocerse y vuelan en la promesa de dar un verdadero amor pero puede venir el desencanto o pueden quedarse dormidos en el frío camposanto...
No es un secreto que me inspiras una profunda ilusión. No es una confesión el que te dijera que podríamos lograr la cima del firmamento para arrancar las estrellas una por una, sin tiempos ni sobresaltos. Seríamos como las hadas de los cuentos, ellas convertían la ilusión en una realidad, ellas transformaban una alegoría en una verdad y un amor entre dos sería suficiente prueba para dejar pronto el trágico mundo del dolor...
No quisiera demorar tu silencio, no desearía que pienses que esto es un invento, es solo el soñar de mi pensamiento que vuela y brilla como un cometa dejando centellas. Pero queriendo conquistarte para vivir un momento y al final te lleves el recuerdo de un corazón apenado por no tenerte, esperaré mi redención en un cementerio cualquiera.
Así están las cosas, así está el mundo poblado de ilusiones rotas y deseos incompletos. Aflora ahora el instante del poeta nimio y enamorado, el de un hombre enfadado y solitario, que espera con ansias en el paraje de los sueños, que lo tomes en cuenta para ser finalmente tu compañero...
Roque Puell López Lavalle