Miro hoy tu recuerdo y tiemblo cuando no sé en qué terminó todo después de tu partir. Fue tan lejano y tan cierto el desvarío, que se hizo un sentimiento digno de incomprensión ¿Qué pasó con las palabras huecas y con las mentiras piadosas? ¿Dónde estaba tu gran amor?
Apasionado te di el alma aquella noche frente al mar. Mis besos no fueron indiferentes ni a los tuyos ni a los nuestros que vivían en el oscuro abismo cuando recostados en el muro solamente contemplábamos esos cielos que crecían en el canto muy risueño y las voces cariñosas de nosotros dos...
Yo te di mis secretos para que lucharas sin más armas que tu propia inspiración. Era tan rico de experiencias, tan lleno de realidades prontas en un día a la vez que tú reías o llorabas poco porque eso, de alguna manera podría ser ¿Por qué no me diste los tuyos?
Pero eso no importaba en ese momento, había llegado el invierno y más importante eran nuestros sentimientos y el calor de nuestras sinceras palabras. Cuánta dicha, cuántos proyectos nos esperaban ver ¡¡Cuánto de nosotros para compartir!! ¿Dónde está el fuego de la hoguera que un día ardió en nuestro ser?
De todos los excesos, el más artero fue aquél día de nuestra triste separación por los conflictos emocionales, la incomprensión y la ausencia de diálogo y que mi propia vida no quiso pagarte con mala intención. En las frías palabras y en los ojos fieros, yo no creía aún en la despedida porque ¡¡Los amores verdaderos no tienen una explicación!!
Y así fue que de las batallas sin retorno, así nacían las guerras del oficial sin rostro. Que si él daba la causa por terminada, la muerte sin duda otra vez lo acechaba. ¡¡Pero qué insulsa es la vida que lo encuentra a él solo y viviendo acompañado de la terrible indiferencia!! ¿Dónde estaba entonces la promesa de ella y la nuestra de no separarnos?
En un bosque de palabras y en el manantial de pensamientos del pasado ya vivido, dibujo una herida y un trazo de varias líneas que llenan un paisaje de colores cálidos que todavía recuerdo porque aun la amo todavía. Sin embargo, ahora la pienso con miedo porque no la he escuchado hace tiempo, porque sé que para ella estoy muerto, porque hoy no rendí la espada, porque la muerte me aguarda...
Roque Puell López Lavalle