miércoles, 21 de junio de 2017

El tercer domingo



Que son unas chiquillas Francisco... ¿O así son ellas? ¡¡Pero se miran unas señoritas!! Sí, de acuerdo amigo, pero es que ahora ya no piensan o quizá no se dieron cuenta de lo que aconteció en ese momento. Pero fueron por una invitación que no pudieron decidir y esta esquela impensada, se convirtió entonces, en la más inoportuna...

Pues no fueron las celebraciones de los rezos y los parabienes, más bien me enteré que se sirvieron de las buenas comidas y de las celebraciones que se convirtieron en la noche de los manteles largos. Y por más que estén lejos, todavía están mis recuerdos, tal vez por los que todavía sienten la nostalgia del ausente o son solamente vanos sueños de la indiferente…

Pero al pasar los años, los niños se hicieron hombres y en el corre corre, las niñas se  hicieron mujeres. Me pregunté aquella vez: ¿Y qué es lo que pasó con los viejos juguetes? Silencio. Solo encontré uno, quizás el más ingrato; porque era un gallito carmelo que a pilas batía sus alas, que cantaba el quiquiriquí muy bronco, pero gritaba ya sin fuerzas el muy gangoso...

Son tiempos de cambio querido amigo, tiempos que no vuelven a entonar la misma canción. Alegrías recordadas que se vuelven al fin una nada, un sonido lejano que ahora se esconde para no vibrar jamás. Y el único recuerdo que sentí fue cuando regresé en la tristeza del camino, era la soledad que reinó en mi alma, cuando ellas se marcharon, el tercer domingo…

Roque Puell López Lavalle