miércoles, 18 de diciembre de 2019

Hazaña

Verano de 1968, el parque Fátima en Chorrillos amanecía sin novedad como un día cualquiera. Mis vacaciones de colegio en aquél tiempo se daban en casa durmiendo hasta muy adelantado el día, viendo los dibujos de la tele (los antiguos) y las peleas de box del canal preferido con tu prima que vivía contigo. Venía la tarde, era el partido obligado de fútbol, fui descalzo y con pelota a medio inflar en el gramado muy reseco. Me estaba formando entre los muchachos mayores, ellos de 18, yo de 11 en el llamado "fútbol macho" de mi niñez. 

Al final del juego con mis compañeros, recordé que días antes, había visto a los cadetes de la Escuela Militar bajar por los cerros circundantes a la Urbanización en ropa de campaña. Sabía que en el morro solar existía también el Soldado Desconocido y ello me llenó de curiosidad. Y tal como vi a los cadetes, me animé a hacer lo mismo no importando nada porque después de todo, era todo un desafío. Ninguno de mi amiguitos quiso ir conmigo, no sé por qué. Yendo entonces por la bajada de Agua Dulce y el Malecón, llegué muy pronto a las faldas del morro.

Opté por subir por el medio del terral ignorando el camino que de todas formas no lo quise encontrar. En pocos minutos, estuve cubierto entre muchas piedras y mucha incomodidad pero como no podía dar marcha atrás, tuve que seguir entre palabras profanas hasta donde había llegado mi “valiente” irresponsabilidad. Así, entre miedos y terquedad, bañado en tierra, coroné mi hazaña trepando el pequeño muro circundante para llegar a la explanada donde quedaba el Obelisco. No había nadie pero mi corazón latía fuertemente emocionado, yo me sentía feliz de haber cumplido lo que tanto anhelé en ese momento...

Reinaba un silencio sepulcral, era muy misterioso el lugar, parecía estar en un camposanto que ciertamente lo era pero con el viento que ululaba peculiarmente me sentí intrigado. Corrí luego al Planetario que estaba algo cerca de allí. Era un edificio muy viejo, pero nada comparable a la realidad que estaba viviendo frente al monumento. Estaba pensativo y me preguntaba lo que sucedió allí imaginando en la cumbre a los soldados peleando y a los caballos desbocados sin contar los estruendosos ruidos de la artillería. Bajé sin saber el tiempo que empleé ni el cómo diablos hice para no desembarrancar. 

Pero pasaron los años de aquella oportunidad porque regresé mucho mayor con una pareja centroamericana para hablarles de nuestra historia y lo que significaba para nosotros los peruanos este lugar tan lleno de acontecimientos. Pero vino a mi ser  otra vez la emoción indescriptible que viví a los 11 años y aunque todo estaba casi cambiado, el Obelisco y el Soldado seguían allí que fueron los mudos testigos de mi vivencia. Me asombré por los sentimientos encontrados y me di cuenta lo alto que pude subir en esa oportunidad y de no morir en el intento. Sin embargo, mi conciencia me había dicho fuertemente: “Lo lograste”.

No acaba la historia. Para ese tiempo, estaba casado y tenía a mis hijas. Lía la mayor que poco antes de tener un año, era movediza y traviesa como su hermana Elizabeth. Esa vez, después de un rato de buscar a Lía, la encuentro subiendo por las escaleras poniendo sus manitos adelante, como si estuviera gateando y le dije en voz alta preocupado, ¡¡¡Hijaaaaaa!!! Ella volteando, me sonrío de oreja a oreja terminando de subir la última grada que daba al segundo piso esperando seguramente que yo la cargue. Todavía la escena la recuerdo muy bien.

Inmediatamente me acordé de mi pasado, volví al morro solar experimentando la soledad y mis emociones de entonces. ¡Fue desconcertante! Para que mi hija me dijera hoy con su risita burlona: ¡¡Te gané papá!! ¡¡Más de diez años antes que túúúú!! Era mucho de pensar en aquella oportunidad... Pensé, mejor será no seguir... así que subiendo rápidamente muy contento, me la comí a besos…

Roque Puell López Lavalle





















martes, 10 de diciembre de 2019

La ilusión

Al portón de mi antigua casa entre las callejuelas de mi pueblo, escuché por los vecinos que había llegado a nuestra plaza mayor, una dama y su madre. Dos mujeres que hacía mucho tiempo marcharon para la capital en busca de mejores oportunidades de estudio y trabajo.

Yo conocí a aquella señorita desde que era una niña porque era amigo de sus hermanos mayores y ella era casi de las más pequeñas. Apenas la pude ver, la encontré una mujer muy atractiva y pronto me di con la sorpresa que aun no se había casado. Nuestro encuentro fue casual a los pocos días de su llegada y tendríamos seguramente mucho que conversar. Yo era entre todos, uno de los más influyentes en la ganadería de mi terruño porque había heredado la finca de mi padre dedicándome de lleno a las labores agropecuarias. ¡Qué tremenda responsabilidad!

Sin embargo, la vez que fui a su casa, nos pusimos a recordar los tiempos pasados y el desarrollo que alcanzó nuestro pequeño villorrio por las diferentes inversiones, cuidados y el trabajo de todos sus habitantes. Pero sin que me de cuenta, me quedé prendado de su personalidad tan especial al concordar nuestras opinionres y proyectos en los años que vendrían teniendo en cuenta experiencias que podrían darse en un futuro no muy lejano. Me di cuenta que de alguna manera yo también no le fui indiferente y nació en mí una bella ilusión. Quedé simplemente boquiabierto cuando lo descubrí pero ella no pareció encontrar las palabras adecuadas para expresar un verdadero interés. Al menos, eso creía.

Pensé entonces sin reparos, que había encontrado a la mujer de mis sueños porque la veía sola y hermosa. Eran bellos los ojos que la adornaban y se encontraba tan frágil pero un tanto discreta, como si fuera la fragancia de las rosas presas en una canastilla. Cuando la hallé de nuevo, no me pude controlar, me acerqué a su rostro y dejándome llevar, quise darle un beso. Ella asustada, sin decir palabra inmediatamente se fue corriendo a sus habitaciones al adivinar mis intenciones desapareciendo de mi vista rápidamente. El más sorprendido era yo y tal actitud me dejó sin palabras ¿Qué hice? ¿Qué es lo que realmente me ocurrió? ¿Sería que estás enamorado de ella y la amas realmente? - me pregunté. Asentí con la cabeza con la sinceridad de un niño pero por dentro me sentía roto y compungido...

Creí que ella no me vería más por mi atrevimiento pero pasaron los días y me mandó llamar a su residencia. No sé por qué me dio la oportunidad de hablar con ella nuevamente pero fui bastante preocupado. Avergonzado aquella tarde, fui y el ama de llaves me hizo pasar al jardín recibiéndome ella con cierta frialdad pero con una mirada tranquila y comprensiva. Estando en el sillón bajo la atenta mirada que disimulaba su madre, tomé la iniciativa y la llevé a que escuchara mis disculpas y con miedo esperé que comprendiera mi corazón. Luego entonces traté vanamente de dibujar en ella una sonrisa pero nada... Quise arrancar de mí un te quiero pero no me fue dado este deseo por la emoción que me embargaba. Ella me interrumpió y no se inmutó de tamaña revelación limitándose a escucharme. Finalmente me contestó que no y que solo éramos amigos. Dicho esto se marchó a sus quehaceres, dejándome solo y mudo. Y a pesar de la mirada inquisidora de la madre, no me quedó otra idea que retirarme...

Estaba indeciso no sabiendo qué hacer y terco como era, busqué entre mis amigos a un consejero para que me dijera si ella al final de todo, me podía querer. Vinieron de aquellos que nunca faltan, pero hubo algunos verdaderos y sinceros que me pusieron en claro mis intenciones y la vida de ella, por supuesto. Supe de buena fuente que yo le había llamado la atención por mi vehemencia y mis buenos modales pero aunque hubo un cierto eco en mis palabras, lo nuestro no podía ser. No me dijo que estaba de novia en la capital y solo vino al pueblo a arreglar la documentación concerniente a su próxima boda. A la sazón de su llegada, casualmente me encontró a mí. Y aunque me dio la oportunidad de hablar con ella, fue por el recuerdo de su niñez y la amistad que yo tenía con su fallecido padre.

¡Qué gran tristeza! Me di cuenta que todo lo vivido para mi fue un soñar despierto queriendo pretender buscar las raíces más profundas de su alma en un amor apasionado para hacerla feliz. Pero fue imposible porque la luz de una vela encendida en mi interior, de pronto se convirtió solamente en un pábilo que humea, un simple deseo muy grande pero carente de romanticismo. ¡Qué locura la mía! La había sentido conmigo en el momento que hablé con ella, pero me resultó tan profunda como la sima de una montaña y tan lejana como un deseo de tenerla en mi pecho. Este anhelo me llevó a fantasías, a luces y a sombras, pero quizá no me di cuenta, que ella jamás podría mirarme...

Roque Puell López Lavalle

sábado, 23 de noviembre de 2019

Anda, di que si...

Anda mujer, di que sí, cuántas noches han sido las que te he anhelado y hace cuántos días durante mucho tiempo, te he pensado. No me digas ahora que tú no te diste cuenta porque hoy, no soy responsable de mi elocuencia y menos aún, de las frases que dictan mi conciencia...

Anda, di que sí... ¿Me decías que ignorabas acerca de las golondrinas? Ellas son aves que retoman su vuelo cuando se acerca la estación del invierno. Buscan así un mejor lugar para vivir deseando siempre el calor del sol para evitar el frío intenso. Creo que los dos haríamos lo mismo ¿Verdad? 

Anda pues, di que sí, yo quiero ser para ti como la lluvia intensa que cae en una tormenta porque quiero inundar todos los rincones y las ventanas de tu alma. Así podré alimentarla siempre y nuestro querer, podrá crecer libremente...

Anda, di que sí, hoy nos quedaremos solos porque todos se irán muy pronto. No nos queda mucho tiempo, saca pronto tus trapos que con los míos ya se hicieron un solo sentimiento. Vamos, date prisa para empacar lo nuestro para que tus ilusiones y las mías, no se conviertan en sueños...

Anda, di que sí, porque ahora estoy medio dormido y seguramente despertaré muy sobresaltado pensando en nuestro viaje. Estarás feliz porque nuestras manos se unieron fervorosas en el silencio de la noche y mis cálidos besos se dieron en nuestro abrazo intenso. Será porque te amo, quizás como el cielo a las estrellas, como el inmenso mar al horizonte o porque nuestro amor, no tiene fin…

Roque Puell López Lavalle

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domingo, 10 de noviembre de 2019

Si las luces


Si las luces del cielo, se convirtieran en las penas de mi quebranto ¿Por qué habría de sufrir? Yo también las sembré impertérrito hace un tiempo en las sombras de mi oscuridad y en el laberinto de mis confusas meditaciones... ¿Y es acaso por ventura, que no me libraría Aquél, que en su cielo solo existe el eterno silencio?

Pero pienso que más pudieron mis motivos equivocados que están llenos de grietas a comparación de las grandes verdades llenas de verdor y colorido regadas por las lluvias tempranas y tardías. ¿Por qué me afano entonces, en no creer que los surcos de mi vida, duros por la sequía, se verían mejor si el cielo dejara caer la dulce dádiva de las lluvias copiosas y cristalinas? No hay duda que los indeseables torbellinos, las nubes negras y los ruidos insolentes, fueran marcando las fuerzas incontenibles que siento, sin ver siquiera que tengan un comienzo o un terrible final...

Será entonces una búsqueda inútil de lo verdadero para aquél que duda o para el gran insensato lleno de escepticismo y falsedad, que no sabe que aparecerá su rostro al final de su frágil conciencia. Se asustará así de todo cuanto le suceda porque lo ignora muchas veces en forma resuelta. Pero nunca será lo mismo para el que le fue sembrada la fe, para el que sabe que en su alma existe la diferencia entre la vida y la muerte o para quien soñó siempre en una sola vida, pero con un propósito...

Sin embargo, hay siempre una verdad que llega como la muerte, tal como un viaje muy largo o tal vez de uno más corto pero pregonando siempre una realidad: Volverá la dicha pero solo cuando la tierra vuelva para abrir su seno en su mejor tiempo y en el disfrute del buen abono para compartir su abundante cosecha. Y también vendrán los interminables destellos del cielo, la luz de la alegría que se mostrará radiante y te invitará por la noche, para que vivas, la plenitud de su encanto...

Roque Puell López Lavalle

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https://www.youtube.com/watch?v=4wYCet9rtEo

Para siempre te negaste negra


Para siempre te negaste negra a izar juntos mi bandera regia de soldado y pelear en la refriega porque preferiste huir sin razones al igual que una tímida gacela... para siempre te negaste también a vivir de mi ser ilusionado y de mis besos apasionados fingiendo, llorando mentiras, pero sin ninguna vergüenza...

Para siempre te negaste niña bella a darme tu cuerpo y tu alma, quizá por ser atento y por ser ingenuo, creyendo que así me tomabas el pelo... pero con todo, no quisiste comprender mis sueños y ofuscada o quien sabe confundida, no luchaste por lo nuestro como una leal compañera... 

Y ya ves, al pasar el tiempo, murió mi amor de indio porque recuerdo que te amé en su momento... ¿Recordarás? Fue aquella vez cuando brillaba el sol en la pradera... cuando bajo el cielo azul te prometía mil cosas y te regalaba confites de colores... pero hoy negra, donde ya no se cuentan las horas, ni el tiempo y ni los besos en tu regazo... ¡¡Hoy, es un día como cualquiera!!

Roque Puell López Lavalle

sábado, 26 de octubre de 2019

Sin luna llena


En esa noche fría, cuando se oía el silbar de los vientos, ella le dijo a su compañero: "Te amo", pero esa palabra le parecía a él muy lejana pues era como las luces de un firmamento estrellado pero pensó que ese susurro tal vez sería una verdad o quizá era solamente una promesa. No obstante, la voz queda que él escuchó, caló duro en su ego de hombre inflamado no teniendo ninguna respuesta que dar desde sus confusos presentimientos...

Pero por la mañana al despertar, veía un matiz de luces de colores en su imaginación y quizá por la alegría de verla por el amor que él amablemente le prodigaba, se sentía feliz. Sin embargo, tal como es una ilusión; que va y viene, de esa manera también, se hacían vanos sus deseos...

En el transcurrir de los meses, no sucedió lo que él anhelaba porque entonces, prevaleció inexorable, el correr del tiempo. Escuchaba como una voz firme en el interior de su alma, acaso fuera el dictamen final que subrayaba de esa manera una sentencia porque: ¡¡El romance se le estaba yendo de las manos!! Ida fue entonces, la ilusión de no tenerla y también ida fue, la fe de no encontrarla más. El amor que construyeron, se fue solamente acompañado de las alegrías que juntos habían sembrado con tanta ilusión. Y tal como se viven las tristezas, sin prisa y sin culpa, así también, se marcharon los afectos...

¿Y lo que soñaron para el futuro? En nada de nada se convirtieron porque todas las promesas se quedaron sin cumplir. Sus anhelos e ilusiones se perdieron y no hubo nada más que rescatar. Él se fue muy apesadumbrado y triste a su mundo incierto no volviendo a ser el mismo por un largo tiempo. Ella volvió a su vida de siempre, con sus laberintos y pesares, con su imaginario pretendiente que siempre lo soñaba y que habría de aparecérsele en algún instante. Pero para el hombre que fue burlado, fue la burda esencia de la frivolidad y el corazón desamorado...

Luego, en el cambio de las estaciones, en el invierno sombrío de las noches y el manto de la nieve que cubrían los montes y los bosques, él moría de la tristeza recordando las palabras falsas de ella y del deseo expreso que no había nacido nunca de su corazón que el había creído sincero. Los malos momentos según pudo darse cuenta, habían vencido por fin, el baúl de sus recuerdos... ¿Sería que alguna vez las circunstancias cambiarían? Nunca lo creyó. Todos se enteraron de su rompimiento por los vecinos que moraban continuos al acantilado donde ellos solían contemplar el mar...

Pero un antiguo amigo de los dos, el hombre cano de semblante grave, taciturno, muy leal a él, esgrimió temerariamente una respuesta: "Él se fue dejando un fallido recuerdo de sus vivencias, pero de su pasado con la inconstante, él nunca la nombró y solo se supo que ella se perdió con su nuevo compromiso en un día sin luna llena".

Ellos quedaron boquiabiertos por la noticia, pero él, cabizbajo, se alejó indiferente, serio, solitario, lejos de la vista y de los comentarios de los incautos. Terminando su cigarrillo, enrumbó tranquilo por el camino empedrado del conocido "Boulevard de los espejos"...

Roque Puell López Lavalle


martes, 22 de octubre de 2019

La Misión



Montes engalanados de tupida vegetación, abismos insondables, selva impenetrable, húmeda, de olor a madera mojada, es un mundo que no ha sido explorado. Pero ahí se encuentra, soberbio, imponente, solitario y hermoso a la vez, un paraje que no se conoce, un monte sin luz del sol, una aventura que invita a una vida peligrosa y que sin embargo busca entre los más avezados, una oportunidad, un rumbo inexplicable, una rosa en flor, que finalmente quiere ser llevada por el conquistador...

Sin embargo, la lluvia torrencial acompaña al hombre y aquella densa neblina que envuelve su vida, lo enaltece. Ama la verdad en lo que dice, le importa el alma de los extraños, corre en sus venas el entusiasmo de los sueños y a pesar que escucha solamente su respiración cuando va cuesta arriba, quiere pasar de lo impredecible a lo que anhela profundamente para compartirlo. Es una dicha que no cabe en su corazón...

La fiera limita su territorio pero él quiere llegar presto para ser el primero. Será porque no le importa ni el tiempo ni la distancia, ni el recuerdo de su pueblo o la razón de sus amigos. ¡Qué carácter! El mensaje es el mismo: liberador, fuerte, impactante, consolador, nunca pierde vigencia aunque lo visite el martirio. Es el Amor de quien hace mucho se le adelantó pero que ahora toma todo su ser y su decisión. Usa de su violencia, de su naturaleza desnuda o mordaz, para no ser alcanzado por el rayo de la desesperanza o el trueno de la indiferencia.

Le dijeron loco pero ahora lo vive intenso, todos pueden cercarlo, pueden tocarlo y reírse con él. Porque a la ingenuidad de ellos se le adelanta la humildad y la sencillez que se le ve reflejada en su rostro, en la calidez de lo que él expresa, en su cuerpo maltratado porque atrás dejó su orgullo para ir ahora en pos de un ideal verdadero, monstruoso para los que no creen y único para los que lo aceptan con decisión...

La vida es una para contarla y algunos la conocen por las vivencias que contiene el Libro de verdades eternas. Del sufrimiento de otros se nutre el carácter o de los latidos de un corazón extraviado se afirman las alegrías pero permanece todavía el mismo llamado que cambia al hombre y anima al corazón apocado. La montaña lo refugia, lo soslaya, pero es generosa cuando comparte sus secretos...

¿Qué es aquello que lo apasiona entonces? La vida con propósito y el recorrido de los caminos que sabe que lo pueden sorprender. Es que existe el Dueño de los laberintos y de los árboles inmensos en las cañadas o el nativo de la humilde morada, del que él no pensaba que le daría la bienvenida con un sencillo saludo. No se imaginaba el corazón del que recibía su visita, el dolor de su despedida, tal vez de su mensaje y de la manera de compartirlo...

Solamente las almas que se doblegan ante la Majestad de lo que tú no adviertes, de la pequeñez que te hacen sentir ellos o la misma montaña, se ven reflejadas en el por qué los conociste. No eres tú el que conquistas y tomas para tí el honor. No, el conquistado eres tú que no sabes que la Misión que llevas de tu Mensaje y la candidez de tu ignorancia, te hace un vasallo, te convierte en un aprendiz y que solamente aportas tú, la intención de tu inocencia…

Roque Puell López Lavalle

 Click: https://www.youtube.com/watch?v=bz_hPXemfpk

miércoles, 9 de octubre de 2019

El marinero azul


Te harás a la mar para encontrar nuevos puertos, te irás pronto a contemplar su inmensidad y quizá a descubrir tu nombre. Buscarás la aventura, la providencia y la distancia sin límites dándote cuenta de que eres una pequeña gota en el mar que brindas a la vida. Serás testigo presencial del portento y de sus conquistas, de lo inverosímil de su bravura y te sorprenderá la calma de su grandeza y del sosiego en una noche estrellada. 

Renacerán tus esperanzas porque las tormentas pasaron y solo dependerá de ti que sigas un nuevo amanecer. Las orillas mojarán tus pies dándote la bienvenida y verás un mundo perdido en cada embarcadero. Verás la alegría de aquellos que se sirven del gigante para ganar su sustento. Las aves vendrán por lo suyo, los delfines estarán agradecidos, ballenas y orcas en majestuoso cuadro pasearán su libertad. Trabajo y más trabajo experimentarás en lugar de sentir el viento que todo lo destruye. ¿Creerás en las sirenas? No. Tú no escucharás esos cuentos porque el canto es del gigante y verás que cuando se enoja, se levantarán muy pronto, sus temidas olas...

Y será el suficiente compás de su vaivén el que experimentes. No le tendrás temor, mirarás la realidad de sus motivos pero cuando observes a los lugareños de todos los colores, te emocionarás por su bravura y ellos te lo agradecerán con un canto que te llevará a las profundidades donde ninguna perla se escapa sin que nadie la haya podido conquistar...

Agradécele entonces la oportunidad de soñar, pocos son los lugares que él ofrece para que le hables sin que nadie te escuche y que guarde tus secretos, de repente los más humanos o quizá los más terribles. Pero en el fondo de tu corazón díselo para que sepas que tienes un amigo que te puede entender. Una vez le dejé un barquito de papel con un deseo, él se lo llevó y aunque pasó el tiempo, él me dio sin duda, lo que mi corazón siempre anheló en ese momento...

Ese es el marinero azul, es intenso como el color del mar o tal vez es el ser más oscuro que se esconde misterioso para que nadie lo encuentre. No dudes en conocerlo en todas sus formas, alegrías y dificultades. Tal vez puedas soñarlo y no creerle, hablarle y quizá no te conteste pero se encontrará en tu pensamiento sin que te des cuenta. Sentirás la inmensidad de su amor y sus deseos de vivir por ti, aunque tú no te hayas dado cuenta ahora de quién te estuvo hablando en este momento...
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Roque Puell López Lavalle

sábado, 28 de septiembre de 2019

Corazón resentido


Salías a mirar por la ventana a cada momento, estabas inquieta pero al final, no viste nada ¿Tal vez estabas buscando la felicidad perfecta? No. Pero quieres encontrar el motivo de tu ansiada libertad y de tu profundo desahogo. Aquella vez que sonreíste, pensaba que habías encontrado una esperanza pero yo soñaba que quizá, nos quedaríamos para siempre…

Pero no fue así, sé que un amor como el tuyo, tan lejano de cariño y de palabras, es hoy un rencor que guardaste siempre convenciéndome ahora que tú, nunca podrás vencerlo. Quizá fueron los reproches de tu conciencia o de repente eran los míos por mi ignorancia al hablarte, pero olvidaste que los prejuicios también son sembrados y saben crecer...  

Hace un momento, no sabía el por qué te recordaba. Anhelaba tus caricias cuando al fin pareciera que lo nuestro se había reconciliado. Aquellas miradas que te regalaba, parecían reír con nosotros y eran también testigos del misterioso pacto de nuestro gran amor. Era tan extraordinario como el crecer de nuestra dicha donde se mostraban los colores de una nueva emoción... 

Sin embargo, salieron tus palabras guardadas en secreto, como el ático secreto de algunas  casonas.  Aquellas fueron las que atesoraste en tu seno y que ahora serían mi martirio. La diferencia es que hoy no supiste controlarlas y aunque intenté convencerte de lo contrario, solamente era para decirte que todavía te amaba…

Pero ahora te vas porque quieres, eso ya no importa, te entiendo y no te detengo más. Hacía mucho que te marchabas y quizá, no me quise dar cuenta. Hoy ya no quedan dudas para retenerte.  De repente encontrarás lo que antes anhelabas en ese mundo, el de las vanas ilusiones por cierto. Seguramente para que te sientas segura y engreída ¿No es verdad? 

Yo perderé al final tu amor que vivió conmigo con mucha intensidad en mis buenos tiempos y pienso que  también lo recordaré en los días malos. Sin embargo, advierto que en ese instante, yo tendré al igual que tú, un pensamiento vago y distante, un deseo ajeno, profano o quizás también, un corazón resentido…

Roque Puell López Lavalle


sábado, 24 de agosto de 2019

Llegaste


Llegaste a mi pensamiento y a mi corazón sin pensarlo cuando tal vez estabas escondida o cuando se anunciaba el silencio. Escucho que tu voz me suena algo distante pero a la vez me atrae porque es pausada, profunda y fuerte con un bello significado de poder y de señorío. La dulzura de tu música toca ahora mis fibras, mi alma, mi deseo de saber como hoy podría amarte...

Me pregunto cuál es tu cantar y solamente te contemplo en el tono profundo de una zampoña y de una quena melodiosa pero siento que tiene un sonido maravilloso que me muestra tu belleza, tus luchas, tu aliento, tu cuerpo encarnado en la indomable cordillera, en ese aire andino enrarecido que me explica tu vida, tu corazón y tu gente…

El cielo me muestra tus ojos celestes, adornados con el blanco de las nubes que te hacen regia y majestuosa. ¿Qué escondes en tu regazo? Tal vez sencillez, paz en tus paisajes, el silencio del viento imponente o el frío del más hondo abismo para mostrarme que en las alturas también hay un corazón, un alma de niño y una amistad que ya no se encuentra…

No olvidaré tu pasado glorioso que me invita a soñar y a maravillarme de tu valentía contra el opresor en todas sus formas, por la maravillosa ofrenda de dar la vida por la madre, por el hijo, por el nombre que una vez te hizo poderosa para todos e indomable para la conquista de otros pueblos que muchos de repente, hoy te han olvidado…

Llegará pronto el día que te vea, me recibirás con los brazos abiertos y yo te daré un cálido beso, acaso mi corazón enamorado de la nieve que me ofreces o de tu alma que ahora me emociona, con tan solo imaginarte. Serán tiempos de alegría y de reconocer lo que siempre significaste para mí, digna tierra de provisión, de coraje, o la que da también, a sus mejores hijos para pelear hasta la muerte y no entregar jamás, la bandera...

Roque Puell López Lavalle

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jueves, 1 de agosto de 2019

El árbol


Quisiera ser aquél árbol en el bosque para darte la fortaleza y la tranquilidad a la orilla de un difícil camino. Así sabrás muy bien que en mí siempre encontrarás la seguridad que tú anhelabas en las pruebas del día a día. Y cuando tú te canses ahora y quieras encontrar motivos para cejar en la batalla, tendrás en mí, la fuerza de tus manos, en ese momento...

Quisiera ser una raíz profunda para que guardes tus grandes sueños y tus deseos, para que estén seguros tus sentimientos creyendo en las bendiciones que Dios te deparará cada mañana. Pero si no los encontraras en el laberinto de tu indecisión, aquí estoy yo para que tú los sientas en el interior de tu ser, pero con firmeza y con regocijo, en la voz que proviene de mis entrañas...

Quisiera ser muy alto y frondoso para cubrir tus miedos, tus desasosiegos o de repente para protegerte de tus enemigos que andan ocultos para acecharte en una encrucijada. No me crearon las hojas solo para mostrar matices, no en vano se hicieron mis vestidos para guarecerse del intenso sol sino también para ocultar lo bello de tu amplia sonrisa y lo intenso de tus sinsabores...

Quisiera ser ese gigante para que las aves que hicieron su nido se vayan felices y recuerden el día que tuvieron un refugio donde soportaron las tormentas entre mis brazos y entre las aberturas de mi rugosa madera. Así tú, también vivirías tranquila entre los rincones de mi alma y en el interior de mis sentimientos que en este momento, son un portento...

Pero si viniera en ese instante, la tala indiscriminada y me convirtieran en mil pedazos... y si aun estuviere el fuego haciéndome oscuro en el arder de mi tronco o de mis ramas, quisiera no olvidarte nunca porque en un día lejano, me buscaste asustada pero vine para protegerte de los fantasmas que traías contigo y para que finalmente, tú no mueras...

Roque Puell López Lavalle

miércoles, 31 de julio de 2019

Apariencias



Cuando los deseos del corazón descansan en los encuentros furtivos, se sabe lo que se anhela porque es la fuerza de la pasión en medio de un torbellino. Las noche es testigo de los encuentros, de las muchas palabras que se dicen y las que nunca se encuentran. Las lisonjas solo viven el momento pero el devenir de las miradas no garantiza el hecho consumado. Unos confunden el amor con con la fantasías de lo inmenso pero ninguno entiende la dicha que une el sublime sentimiento...  

Solamente algunos se ilusionan y los otros ya están muertos porque no conocen el amor y simplemente lo condenan. Y la fe que todo lo cree y todo lo soporta solamente alimenta las esperanzas de que alguna vez todo cambiará pero nada es más incierto. Cuando el cauce de un rio crece, está llamado a ser inconstante, nada lo detiene en su camino, nada bueno le es importante. Pero va pasando el tiempo y los desencuentros de uno se van forjando en el otro. Las ilusiones ahora van cambiando en pretextos, los deseos en negaciones, tal vez porque la esperanza se acabó cuando termina el hechizo que alguna vez fue suficiente. No hay otro camino, el cariño se encuentra con la indiferencia y esta se enfrenta con la obligación diciendo que ha sido ultrajada. ¡¡Tremenda la inconciencia!!

No valen las palabras, no hay respeto en lo que se hace, mientras más se espera, más se ignora porque mientras más se sufre, más es la discordia. Lo que un día fue el ahora, hoy se pierde en la nostalgia y en la amargura de las emociones dañadas. Entonces, ¿Por qué tantas ilusiones? ¿Por qué tanto se esperó en los brazos de la esperanza? ¿No era mejor vivir el momento que las grandes distancias? Entonces, recién descubrieron una verdad oculta, en el uno yacía la mentira escondida y en el otro, el ídolo derrumbado. Así, lo único que quedó fue el inmenso vacío de la soledad. 

Por eso, así como la muerte no discrimina cuando te escoge, así el ser humano reconoce al final del camino al barquero que lleva su cuerpo por las aguas de la muerte. Entonces, los que fueron la estrella fugaz con inusual brillo, recordaron las palabras, la nostalgia o quizá las ilusiones de los deseos truncados. Se dieron cuenta que se desilusionaron por los tiempos que no habían terminado y por la vida, que no se presentaría como ellos la habían soñado...  


A fin de cuentas, todo fueron mentiras luciendo un buen argumento, unas quizá con mucha elocuencia pero otras, fueron sencillamente, apariencias...
 


Roque Puell López Lavalle

miércoles, 17 de julio de 2019

Volare



Para algunos, volar es un placer y para otros es pensando dos veces más si uno lo hace en una avioneta pequeña para cuatro pasajeros que sirvió en el Viet - Nam. Hace unos años salimos con misioneros del campo de vuelo de Atalaya en el Departamento de Ucayali en la selva peruana. Fui con mi amigo Eugenio Bragg para una obra muy importante en aquel lugar.

Nuestro destino era el caserío de Oventeni en el Gran Pajonal. Esta región, extendida por 3 Departamentos, respira mucha historia. En el s. XVII por ejemplo, el nativo “ashéninka” criado por franciscanos, Juan Santos Atahualpa mantuvo en jaque a los españoles que jamás lograron sojuzgarlo en más de sus muchas correrías hasta que un "Mariano Lechuga", lo asesinó misteriosamente. Hoy en día sigue siendo la tierra de los “campas pajonalinos” como así se les denomina a esta etnia, hoy llamada Nación. Son famosos por ser un pueblo de armas tomar o mejor dicho, son un pueblo guerrero que aun se pintan la cara con achiote y raíces de plantas que les dan un aspecto fiero si se declaran en pie de guerra. Pero hoy lo hacen por cuestiones de apariencia y cultura. Visten en la actualidad con la "cushma" que se asemeja un gran camisón largo de color marrón y la usan tanto los hombres como las mujeres. También viven de la ganadería y de una agricultura incipiente en una extraña convivencia con los colonos de la sierra del Perú. Llegar aquí es "una aventura en el aire" por la altura de sus montañas y los farallones totalmente cubiertos por la densa vegetación.

Desde que salimos con mi amigo Rett Bragg, la avioneta se colocó en posición ascendente, pasando los 10,000 pies hasta coronar la cumbre donde recién se puede divisar en profundidad el caserío. El descenso es también espectacular pues se realiza en círculos tal como si fuera un tirabuzón hasta decolar en una cinta verde en medio de casas colocadas en fila como si esperaran una visita.

No obstante que en un vuelo de regreso a Atalaya, luego de unas bellas horas de sol radiante, una impresagiable tormenta se nos presentó muy alegremente. Parecíamos escuchar que las montañas se rompían en mil pedazos, luego se alumbraba el cielo con relámpagos interminables para terminar finalmente en una lluvia feroz. Éramos cuatro personas y pensamos ilusamente que pronto terminaría todo lo que presenciábamos en esos momentos. El piloto siendo más experimentado, tomó su carta de navegación para determinar la ruta mientras que nosotros en realidad no veíamos nada al estar todo muy oscuro. Sin embargo, vimos abajo de nosotros un rio el cual nos sirvió para seguir su curso ya que ir por las montañas era una muerte segura. Ya teníamos buen trecho volando y la avioneta se convertía en un "papelito" en el aire por los fuertes vientos siguiendo al hilo plomizo y serpenteante que más parecía esas películas de Hollywood en blanco y negro. El silencio era obvio, no sé si estábamos asustados pero la humedad y el frío hicieron lo suyo. Parecía que estábamos en el limbo, estábamos solos en medio del aire con el horizonte totalmente oscuro. Era simplemente el silbido del viento y el sonar de la única hélice de nuestro viejo mono motor El resto era un cuadro sin pies ni cabeza, solamente éramos un puntito en el firmamento sombrío que todos experimentábamos.

Pasaron los minutos, largos, interminables y la tormenta seguía y seguía con más furia pero sin saberlo nosotros, los caprichos de la naturaleza no se hicieron esperar. Vimos una abertura en el cielo, una luz esperanzadora que nos invitaba a entrar rápidamente. Ni corto ni perezoso el piloto lo hizo en una escala imaginaria y nuestra sorpresa fue muy grande esta vez al cruzar por ella.. ¡Estábamos en otro mundo! Teníamos un bello cielo azul y abajo quedaba la tormenta como un manto negro aún amenazante. Eran dos vidas distintas, otra vez el calor, el cielo celeste y la alegría de vivir reinó entre nosotros. Nos quedaba poco combustible y luego de un largo trecho siguiendo la línea del río abajo aterrizamos por fin en el pueblo de Atalaya pero con llovizna y el cielo nublado Lo que se hacía normalmente en veinte minutos se alargó a una hora y más entre las cabalgatas del viento que hacían de la avioneta un juguetillo gracioso y ocurrente.

Una experiencia personal que nunca olvidé hasta este momento. En mi candidez, felicité al piloto por su pericia y aplomo. Pero él, firme y a la vez esbozando una sonrisa me dijo: 

¡Dirás que bueno es el Señor que nos dio la salida en medio de todo!

- ¿De veras? 

Contesté incrédulo, pero pensé que allá arriba viví ése mágico momento de las densas tinieblas que me invitaron a ver la belleza de su propia oscuridad. Mi amigo rett también quedó sorprendido y esbozó igualmente una sonrisa.

Yo me pregunto ahora si en el mundo en que vivimos la cortina de la ignorancia pretende nublar para siempre el pensamiento y el sentimiento de seres como nosotros, humanos finitos y contradictorios. Supe que hay puertas en nuestra vida de esplendorosa luz a las preguntas sin respuesta. Todo está en buscarlas y la encontraremos sin duda en la verdad de lo que deseamos. Sé que despierto cada mañana en un lugar que existe, que es real y que tiene en sus más misteriosos escondites, una luz que me ilumina y convence al ser más impenitente.

Pero ignoro realmente si todos nosotros podremos gozarnos en encontrar un tiempo de volar y soñar despierto, o tal vez caminar entre las tinieblas no teniendo esperanzas así nos den una buena noticia. Depende de nuestra decisión de cómo vivir realmente el presente confiando en Jesucristo, que es la Luz del mundo...

Roque Puell López Lavalle

jueves, 11 de julio de 2019

Como el Señor de los cielos nos enseñó


El cielo está oscuro, es de color azul así como el misterioso manto que lo envuelve pero el fenómeno es tan inmenso, que es ya media noche y se siente el silencio que reina alrededor. Aunque no está la luna de otros días, hoy solamente escucho que mi corazón se estremece y entonces ahora inspirado, puedo escribir...

En las alturas donde me encuentro, el aire frío invade mis pensamientos, hiela mis deseos pero no dejo de pensar en ti ¿Qué harás ahora a pesar que las tormentas me impiden verte? O quizá me pregunte ahora ¿Cómo es que la distancia puede usar a los nubarrones que en estos momentos nos separa cada vez más? No sé la respuesta pero siento que estás en lo profundo de mi ser y ahora tengo la esperanza de encontrarte aun cuando yo sueñe con tu recuerdo...

Busco entre las estrellas del cielo, tu rostro, luego entre las luces del cielo, la figura que extraño y en las estrellas tus ojos, porque ante ellos expresaría todo lo que mi pasión enciende, lo que mi amor te jura pero que ahora debe permanecer callado. No quiero que me veas como el advenedizo que quiere arrancar tus sentimientos, porque estaría mejor ser como el fiero guerrero que toma una quebrada y que no contempla la emoción del miedo, ni los rezos de un labriego... 

Así amanezco entre las cúspides de mi montaña, donde el cóndor real hoy vuela orgulloso, cubriendo el paisaje inmenso con su mirada y entonces, solo me cuestiono: ¿Será que el tiempo hace crecer mi angustia del no saber cuándo podré estrechar mi amor junto al tuyo? No lo sé la verdad, solamente presiento que los vientos no tienen influencia en mi razón porque no dejan de recordarme que entre nosotros existen lazos estrecho que nada ni nadie nos puede separar...

Pero no quisiera que estuvieran reflejados en ellos los colores del arco iris como los de un amigo, el que quisieras olvidar sin un atisbo de esperanza, sino que me gustaría ser como la estela de un cometa, aquella que le mostraría a propios y extraños, que te amo y así solazarme íntegro en tus pechos tan generosos. Así, al pasar el tiempo, al darte mi amor entre las historias de mi pueblo, quiero que todos recuerden al rey y a una princesa...

Y que se enseñe a otros que no existe amor más grande del que uno pueda dar y recibir, de amar y ser amado. Que no sea lo nuestro como la mejor estrella con que nacimos, sino como el Señor de los cielos, nos enseñó...

Roque Puell López Lavalle

Escucha: https://www.youtube.com/watch?v=8kQZHYbZkLs

domingo, 23 de junio de 2019

In Memorian



IN MEMORIAN
Luis Marchena
Arequipa 1957 - Lima 2010

La santa despedida estaba en armonía con la música y los cánticos a la Deidad. Las voces producían en nosotros el mover de nuestras emociones y los instrumentos tocados en paz, nos permitían entonces elevar nuestras alabanzas y experimentar de algún modo, algún posible llanto por nuestros sentimientos. Parecía que todo estaba ocurriendo en el cielo porque en el ambiente se respiraba un aire sublime, angelical, pues la liturgia era sencilla y profunda, como quizá era el mundo en la eternidad.

Estaba emocionado porque era el recuerdo de tu partida, te habías marchado hace muy poco, era el viaje maravilloso y necesario de un hasta pronto porque en algún día señalado, nosotros también tendremos que volar. El encuentro sería inexplicable, quizá el abrazo será innecesario, habrá preguntas tal vez o de repente, llegaré para solo tener un saludo cordial. Me pregunto si tendrías una respuesta o un interrogante, pues sé de antemano que nuestro cuerpo será transformado y a ti se te verá de un mejor semblante. Por ello me animo a contarte mis ocurrencias, como en el pasado, cuando conversábamos de todo, en el atrio de la Universidad...

Le decía a mi compañera que lo que no ves, lo sientes, lo que no tienes lo crees y las vivencias, todavía en nuestro corazón, la extrañaremos pero en otra realidad. Le explicaba que lo que nos tiene vivos es la esperanza, aquella que recurrimos al final, cuando todo está perdido y vamos hacia ella teniendo fe que todo será distinto en un día a la vez. Y si miramos alrededor nuestro, nos daremos cuenta que es la visión de una realidad vivida sea con intensidad o con una indiferencia propia de las mentes vacías sin ningún apego a lo que está más allá de sus narices...

Por ello pienso que no vale la pena irse de este mundo por algo bueno cuando se puede luchar todavía, que yo no podría renunciar si aún estoy completo y que la sangre que corre por mis venas me reclama un sentir distinto. No hay que claudicar ante los retos y a las posibilidades que tenemos al frente de nuestros ojos y si así podremos cambiar lo que más amamos pero importa ir para adelante sin desmayar.

No es ser positivo como nos dicen algunos, sino realistas porque sabemos quiénes somos, qué es lo que tenemos y cómo nos encontramos para poder continuar sin mirar atrás. Debemos entender que no somos ángeles para no dormir, ni espíritus para no sentir. ¿Verdad? El recuerdo es imborrable, la ilusión es el presente, el deseo es un cumplido y mi corazón es el mismo otra vez. Lo demás no importa porque todavía respiro, todavía soy el amigo y todavía me doy la talla de ser un ser arrogante. ¡Qué pretensión a mi conciencia!

Pero… ¿Y si así no fuera mi estimado Lucho? Que si todo resultara tan perfecto o si asomara solamente la razón de una quimera, ¿Qué razón podríamos tener entonces, para avanzar? Sin embargo, te reitero que si las campanas me recordaran el día que tenga que partir de esta vida, muchas veces incomprensible y majadera, fíjate tú que en ese momento más sería mi apuro por verte otra vez mi querido amigo, aunque yo tenga que morir...

Roque Puell López Lavalle



viernes, 14 de junio de 2019

Mujer, yo que te conozco



Mujer, yo que te conozco, guarda mi secreto en tu seno. Yo te veo feliz cuando sonríes y contemplo tu llorar cuando muere la tarde. Y ni siquiera te has dado cuenta ahora que tengo algunos pensamientos para ti...

El cielo está gris y a pesar del frío, el pajarillo canta alegre pero yo quisiera saber dónde estarás. Tal vez en apuros; intuyo, o quizá vives en el quehacer del castillo de tus cuentos. Hoy quisiera caminar en silencio y contarle a los cielos mis senderos, guardando así el horizonte de tu ser en mis propias manos... 


Deseo ver tu figura y perderme en mis tiempos idos. Quisiera contarte acerca de mi vida y hacerte escuchar sus latidos, te llevaría a la sima del misterio para que veas las correrías de una humanidad que no hace algo en serio. También te mostraría en los abismos del mar los tesoros, los imponentes palacios y las reliquias que ahora yacen dormidas para que veas que no todo es igual como lo cuentan los que no lo conocen... 


Lo haría simplemente para quebrar tu corazón de piedra y no me juzgues a través de una historia sin propósito y sin sentido. No obstante mujer si no hubiera sido de esa manera, no habría descubierto tu desprecio escondido y tu desatención por mi.  Pero el atraer de tu belleza, me alcanzó al fin dándome cuenta que la lisonja de tus palabras, fueron siempre infieles a mi razón... 


Ahora solo sé que los desamores de tu sentir y tus vanos presentimientos, ya no nacieron en mí para escribir nuestra historia. Más tengo esperanzas por el cariño de una chapina quien me lo ofreció con primor y con desvelo, porque solo así, sería recibida en mi corazón. Más no seré yo quien te lo cuente sino tus propios caminos en los que andas, aquellos que te hacen creer que eres feliz estando sola y sin compañero, el que te haga la corte para convertirte en una gran señora... 


Sin embargo, veo ahora, que tu alma no entiende que mi yo está extrañado por tu ufana actitud.  Por todo eso, será mejor que me marche. Así sabrás de una vez por todas que en las montañas de mi espíritu e intención, has pasado de mis claros sueños, a un olvido sin aviso y ¡Pobre de ti! sin ninguna contemplación… 

Roque Puell López Lavalle


Escucha el Link: https://www.youtube.com/watch?v=Un_FG8nLoiA










domingo, 19 de mayo de 2019

La niña ingenua


Iba yo caminado por la orilla de un sendero de guijarros, en un bosque lleno de verdor y de abedules inmensos, admirando también el follaje verde que envolvía la belleza de ellos. Hacía frío y la tarde estaba gris. La niebla que cubría los poblados que se encontraban cercanos, mostraban algunas familias con no muy pocos niños que disfrutaban las últimas horas de un sin número de juegos. Sin embargo, silbaba el viento que recorría el campo pero a la vez escuchaba atento el sonido de los riachuelos contiguos a las laderas del largo jardín que sin duda, me atraían curiosamente. ¡Qué camino tan especial pude experimentar!

De pronto, en un momento dado y sin poder en ese instante imaginar, vino a mi memoria sin querer evocarlo, el recuerdo de una niña ingenua que hoy llegaba extrañamente a mi pensar. ¿Por qué me pasaría esto en aquella tarde?

Vinieron entonces, las consabidas fronteras. Aquellas que hacían flamear las banderas de aquella ingratitud pasada convertidas hoy, en solamente cenizas. Quizá fueron los afectos que se prodigaron en ese entonces, pero pienso también que esos enredos, solo los guardaba la inestabilidad de su propio corazón. Buscaba de repente en su soledad, la verdad de un dizque amor y de su desaliento para ir prontamente por las mentiras.

Su interés fue una hipocresía a quien le mostró en ese momento una verdad distinta porque no quiso comprender una realidad presente. Hizo bien su papel en el teatro de la vida porque después voló lejos para buscar su destino y recobrar de esa manera, su ansiada libertad. Debió agradecer con gran fervor al Dios de su conciencia por encontrarlo y librarse así de la onerosa carga de seguir al espantapájaros. Valió la pena entonces, su sacrificio y los cuentos de su anunciado duelo. El destino así, no podía ser de otra manera.

Así es la vida, unas son de cal, otras son de arena y no hay por qué preguntarnos por las extrañas circunstancias. Ya no se vieron más sus frivolidades y su deslealtad. Ni tampoco se oyeron las razones que se pudieron dar por más válidas que sean. No obstante, fieles son las heridas del que amó e inoportunos fueron los besos que se dieron en la boca. No se dice el momento por cara dura, sino porque creo que amar es de valientes y no de cobardes, que no saben afrontar una verdad.

Y en los recuerdos que aparecieron esa tarde, yo seguí marchando hasta encontrarme con un lecho primoroso de florecillas al lado de un lago... ¡Qué bellos matices y colores! ¡Y  son los mismos que la lluvia temprana los adornó! Vi que todo era tan lleno de árboles, vegetación, de lindas cascadas, pero también de... ¡Oh, súbita sorpresa!

Hallé entre esas flores pequeñas y silvestres una que me llamaba la atención y pese a llevar un nombre bufo porque era diferente, abrí extrañado mis ojos y…. Ummmmm... ¡Qué aroma tan embriagante! Pero… después de todo, yo no quise en ese instante de la tarde, llevarla conmigo porque, nunca creció en mi corazón...

Roque Puell López Lavalle

lunes, 6 de mayo de 2019

El lobo


Sombrías y vistosas son las frías mañanas del invierno que muchas veces son un quebranto para todos sus habitantes. Los pinos en el bosque son los que sufren y es la nieve que cubren sus ramas pero por otros lugares del bosque, es la manada de lobos que también recibe los cambios bruscos del tiempo. Sin embargo, uno de aquellos, tuvo una esperanza que le haría cambiar su vida y volvió a nacer lleno de ilusiones. Se propuso entonces, ya no ser el viejo lobo que se escondía en la madriguera buscando las letanías del pasado y así entonces, cambió los cuentos que hacía mucho se los habían narrado...

Ahora partiría con gusto a las montañas, correría libre en los caminos que lo llevarían hacia el mar, exploraría la tierra nueva y sus entrañas, sería el depredador de siempre pero también escucharía la música del bosque, los murmullos de sus criaturas pintando lienzos de alegría a su corazón que también estaba enamorado... ¡Qué locura!

En el vivir de sus travesías; contaba poco a poco los días como lo hacen las hadas de las cañadas, sin premura y en silencio, no dejando de buscar un presente a su amada prodigándole además de sus atenciones. Ella tampoco tuvo el reparo en demostrarle su cariño porque no solo fueron las muchas palabras sino el cumplir de ellas y las promesas que juntos se hicieron... ¿Qué juramentos habrían de prometerse después? 

Corría orondo por las vegas y los ríos, felices estaban los dos por el viento, contemplando el atardecer y amándose en el ocaso, estaban acompañados de sus proezas que no eran pocas. Y junto a ella, la compañera de sus días, buscaba incesante y presto, el abrigo para el invierno así como el alimento de lo indispensable para la llegada del lobezno... 

Así durante meses, disfrutaban de su tiempo, compartían sus aventuras y el cariño de los buenos, pero viviendo felices, su amor primero... 

Roque Puell López Lavalle

domingo, 5 de mayo de 2019

El mirlo y el pavo real


Había una vez un pavo real de color azul muy bello. En toda la comarca era el más hermoso y el más amado, pero también el más temido. Su corona la ostentaba orgulloso por ser descendiente de la realeza y por el gusto de ser sobre todas las cosas, se mostraba siempre el más complicado.

Muy ufano él, caminaba en sus dominios acompañado siempre de su corte y de su guardia imperial. Un mirlo cantor, que entonaba su guitarra por los caminos, sin cuidados y complicaciones, se le acercó tímidamente para brindarle su amistad sincera. Su graciosa majestad, al verlo tan misterioso y atrevido, sonrió como muy precavido pero aceptando al fin, la inusual propuesta no sin antes contratarle como su músico personal. A todo esto, el mirlo aceptó sorprendido pero… ¡Oh decepción! – pensó el rey - Tan sólo era un pajarraco musiquero ¡Un cantautor sin sangre azul que recorriera por sus venas! No obstante, más pudo el qué dirán que una decisión consciente. ¡Pobre el pajarillo!

El mirlo entonces, insistía en sus composiciones y más fue por su amor propio que por una mesada inteligente. ¡No era pues, un principiante! Sus notas alegres y melancólicas admiraban mucho a los entendidos y la corte se alegraba con el concierto. Pero el estirado rey torcía muchas veces los ojos poseído por los celos o… ¿Estaría sordo? ¡Quién lo sabe! Y sin saber lo que quizá no entendía, tremendamente indiferente, hizo terminar el concierto en una ocasión y de una buena vez.... 

Entonces, a pesar de la sorpresa hecha, no hubo más qué hablar… 

El mirlo entonces, tuvo que marcharse. Dolido y humillado, voló al horizonte, se llevó a su instrumento compañero y desapareció para siempre cansado de alegrar al controvertido palacio. Rumbo a su destino, sin tanta compasión y olvido, musitó una triste melodía que con el correr de los días, se fue yendo como una luz que se apagaba en el firmamento...

El tiempo pasó, fueron largas semanas y el mirlo recibió con sorpresa una carta debajo de la puerta de su casa... ¡Había recibido una noticia terrible! ¡Una plaga de moquillo se había extendido en toda el territorio! A todos los rincones y gallineros aun lejanos la peste con saña asolaba. Y presintió entonces, una desgracia. Se enteró entonces que su real amigo, había muerto. El certero virus desgarró su vida y su blasón… ¡¡Oh qué pesar tan grande!! 

¡¡Al diablo con la realeza!! - se lo dijo muchas veces

Lo que pasó es que el mirlo quería en ese tiempo, darle la noticia a su amigo pero se la guardaba celosamente para prevenirlo y pensaba decírsela después. Resulta así que el antídoto lo tenía y pensó entregárselo él después del Concierto de aquél día si tan sólo por un instante, él lo hubiese escuchado sin haberlo corrido. Pero lenta fue su decisión y muy tarde el momento para para salvarlo. Sin embargo, nunca se imaginó lo que habría de venir.... ¡Trágico desenlace!

Roque Puell López Lavalle