martes, 25 de diciembre de 2018

Cuando yo pude despertar


Ayer martes, poco después del mediodía, casi me encontré entre los pasajeros de un largo viaje con serias dudas de poder retornar. Los síntomas se mostraron en mi cuerpo momentos antes porque las fuerzas para mantenerme lúcido, fueron realmente inútiles. Mi pensamiento deliraba en un quehacer improductivo porque no podía realizar una operación sencilla en mi computadora para poder sobrevivir. Intuí un trágico destino si no se encontraba pronto la ayuda y seguí casi sin sentido entre las imprecisiones de una salud intransigente. Nada era de mi incumbencia, se me iba el alma pronto, si mi destino tendría que cumplirse. 

Pero luego salí del limbo, mis palabras se hicieron inútiles queriendo gobernar mi cuerpo débil, ávido de sanidad. Las enfermeras me reanimaron en casa sin creer ellas en cantar victoria todavía. Yo pensaba en esa oportunidad que si Dios era misericordioso, no podría infringirme tremenda derrota. Llegué al Hospital por la tarde y la Ambulancia parecía una calesa de virreyes porque viajaba en un tráfico horroroso y en una espera insuficiente. Las frías horas me recibieron y pensé que nunca habría de salir. Enojado esperaba en la sala de Emergencia pero entre los encargados y las preguntas de la gente, intuía un largo tiempo de observación. Mi presión bajó y los dolores impertinentes en mi cuerpo eran seguidos en ese instante por un gran malestar. 


Pasaron las horas hasta que al fin supe que todo había cambiado. Pude mejorar porque los martinicos se habían esfumado y los malestares se habían ido para siempre.  El hambre de gloria había triunfado. ¡Estaba recuperado! Recobré la salud también con un manjar de los dioses y pude irme a mi casa deshecho en mil recomendaciones por el médico de turno.

Hoy doy gracias al Eterno por tremendo milagro. ¿Quién soy yo para que él le interponga a la muerte mi vida como defensa? No lo sé. Cuando estás solo en tu habitación tienes muchas dudas y te preguntas... ¿Qué pasó contigo? Quizá ahora ya no te ves como el héroe de la película y te sientes más bien como un hombre simple para Aquél quien poeleó por ti ese día... Entonces, ¡Era el tiempo justo de considerarlo!

Pero si uno es sincero y ves que la necedad te ha abandonado, solo en ese momento podrías decirles a todos sin ningún temor: “Cuando estuve entre la niebla de un camino dispar y vi que era imposible mi regreso, Él me dio de su misericordia para que Su poder yo pueda compartir. Pero cuando yo pensé que quizá me iba a Su presencia sin esperanzas, él me regaló de Su aliento de vida, cuando yo pude despertar”.

Roque Puell López Lavalle

lunes, 24 de diciembre de 2018

Malas costumbres


Como cae la garúa del invierno, persistente y tediosa, pidió Gregorio una ayuda temeraria a gritos destemplados a la guardia virreinal que se llevaba a su hijo. ¡¡Suelten a mi muchacho que él no fue el protagonista de semejante sacrilegio!! ¡¡El no fue a la escuela, él nunca pudo saber cómo se manipula un arma de semejante peligrosidad!Su compañera replicó: ¡¡Cómo puedes pedir clemencia para tu hijo cuando tú mismo lo iniciaste en malos caminos y ahora quieres librarlo como si fuera un desgraciado!! ¿¡No es mejor que purgue dentro de la sombras y aprenda un oficio que malgastar su juventud en una inútil ejecución!? ¡¿No basta que se refugie en un indeseable como tú que dio su vida en borracheras y en aires de una disfrazada decencia?!

Díjole entonces Gregorio: ¡¿Cómo puedes replicarme mujer, madre deslenguada porque cuanto más te necesitaba el imberbe, tú te ibas a llorar a tu madre por los maltratos de tu amante?! ¡¿No era mejor que busques un poco de mesura, un poco de atención en vez de encontrar pretextos para un inútil matrimonio!?

Y el joven era llevado al cadalso entre los guardias de alguacil, vendados los ojos entre la turba que no comprendía el mensaje del por qué era llevado a semejante final. Sin embargo, los padres se desgañitaban y se acusaban mutuamente de la injusticia. El desnaturalizado padre y la apesadumbrada madre nada podían hacer, la suerte estaba echada; Artemio vería en contados minutos, sus fechorías pagadas en la filuda hoja de la guillotina y su verdugo. Antes de leída la sentencia, presentadas fueron las acusaciones de un testigo. Pero a éste,  la conciencia no le dejaba tranquilo cayendo en contradicciones y era obvio que había una maliciosa acusación. Surgieron entonces las dudas de los magistrados, no habían pruebas contundentes pero más valía la elocuencia falsa del fiscal que las voces que gritaban libertad para el condenado. 

Sin embargo, poco se buscó en las acciones. ¿Cómo una frágil figura de desdeñoso semblante pudo consumar semejante delito? ¿Cómo se puede reclamar justicia cuando no se ha probado la culpabilidad del acusado? ¿Cómo se puede alegar un derecho si más puede el orgullo y la mezquindad del fiscal al no dar una prueba fehaciente de la veracidad de lo que había ocurrido realmente? Así eran las épocas cuando se hablaba de dar justicia, mucha filosofía y pocas las esperanzas de vivir. Sin más que argumentar entre las partes, se procedió a cumplir la innoble ejecución. Cuando cesaron los tambores, irrumpió una voz en el escenario. Una confesión a voz audible a último momento, fue del testigo que se hizo escuchar por primera vez. 

Las esperanzas parecían regresar, todo empezaría de nuevo pero ya era tarde para el desenlace y ya no hubo momentos de retroceder para romper las cadenas de la injusticia. Ya en la guillotina, cayó sin demora la cabeza, besó rápidamente el cesto y quedaron todos los presentes en un profundo silencio lanzando un supuesto gemido. No se dieron cuenta de la tremenda equivocación en que se habían sumado.

Así es la humanidad, más de dos mil años tienen todavía esas malas costumbres. Se sigue eligiendo a los ladrones y malhechores creyendo más en los malhablados, defendiendo siempre los derechos humanos del criminal no sin antes terminar con la vida de los que injustamente son los acusados.

Roque Puell López Lavalle





Turismo fatal


Corría el año 1990 y yo me encontraba en San Salvador, la Capital de la República Centroamericana de El Salvador. Por asuntos migratorios que tenía que resolver tuve que salir del país de Guatemala para permanecer algunos días fuera y luego retornar otra vez. Pero yo sabía en aquél entonces que toda la nación se encontraba en estado de guerra. Desde que me dejó el bus en la Terminal se podía sentir una presión muy grande. No me equivoqué porque las calles estaban en algunas zonas semi-desiertas con no pocos soldados y protegidos con sacos de arena que estaban parapetados en las esquinas de las calles y las ametralladoras bien dispuestas estaban listas para cualquier eventualidad. 

El ambiente se sentía inseguro y se tenía la duda si es que uno viviría el día de mañana o no, al menos esa era la percepción que se tenía en ese momento. Era natural ver a las tanquetas y a los militares resguardando una ciudad que vivía la época más negra de su historia por la guerrilla que había ingresado a la ciudad pero la gente sencillamente discurría indiferente en aquellas circunstancias adversas. Todos hacían de la vida diaria un día común y corriente pero siempre viviéndose una tensa calma. Sin embargo, los diarios habían emitido la noticia que un proyectil del mortero "Instalaza" se había introducido en una casa matando a una niña que se estaba bañando. Las radios también informaban noticias no gratas acerca de lo que se sucedía y también porque en el cielo volaban helicópteros artillados que por las noches se dejaban escuchar por el estruendo de las explosiones y los ruidos disparados de fusil en algún lugar del vecindario. 

Cruzando la Plaza Mayor pude conocer la Iglesia Católica donde Monseñor Romero había sido asesinado un tiempo atrás. Estaba clausurada y totalmente perforada por las balas de aquel atentado donde murió también la población que estaba en aquél momento escuchando la misa acostumbrada. Era sobrecogedor ver estas escenas y ser testigo de ver una ciudad en apariencia tranquila pero pero viviendo como dije sus momentos más difíciles sin ninguna duda. Me encontraba viviendo sin querer, un turismo fatal que a veces no tenía cuando terminar... 

Uno de esos días, cuando daba un paseo, pude divisar una fuente de agua muy hermosa, la llamaban "La Fuente Luminosa", que fue testigo según me dijeron de hechos funestos en los momentos de las confrontaciones. Pude inmortalizarla con mi cámara fotográfica que cargaba en ese instante pero lo que si me extrañaba era ver la bandera de USA flamear por encima de una pared muy alta, semejante a un cuartel bien resguardado. Transcurrieron unos cuantos minutos cuando dos jeeps se detuvieron frente a mí más o menos a unos 20 metros de distancia de donde yo estaba. Eran sin duda los paramilitares vestidos de civil y los pude identificar plenamente. 

Bajaron armados con fusiles M - 16, aquellos que se usaron en Vietnam. Sentí temor por la forma de querer abordarme estos señores y presentí que mis días en ese momento ya estaban contados. Yo estaba parado de medio lado y en una de las manos tenía el diario del día y en la otra como ya expliqué tenía mi cámara de fotos. Los miré sereno, de frente y desafiante, habida cuenta de que --a la muerte se le debe enfrentar cara a cara y sin temor-- y así, uno de ellos levantó el fusil y me apuntó a la altura de la cabeza pero yo permanecí en mi sitio estático y enojado, esperando el fatal desenlace. Entonces, el de al lado en forma agresiva, le bajó el arma a su compañero con el brazo derecho gesticulando palabras incomprensibles contra mi persona. El aludido, solo atinó a mirarme con odio obedeciendo la orden de mala gana pero inmediatamente sin más preámbulo en ese momento, todos desparecieron raudamente. (Mucho después me había enterado que este extraño “paredón” colindaba sencillamente la parte de atrás de la Embajada de USA y no había letrero alguno que avisara que esta zona estaba restringida) 

Bueno, después de todo morir en patria ajena, era un honor para mí porque mi ideal era morir por la causa de Quién yo he creído pero no pensaba que iba a ser de esa manera tan inusual. En fin, no todo sale como uno quiere. Yo me quedé aun más tranquilo porque obviamente tuve  temor pero gracias a Dios pude dominarlo en ese momento. Respiré entonces profundamente pensando que Aquél me quería en esta tierra todavía. Pero tuve que seguir mi camino cuando ya estaba cayendo el sol llegando a mi destino sin ninguna novedad. Luego al irme a descansar me pregunté soberanamente en mi lecho: ¿Para qué me sucedió todo esto? Y me quedé dormido hasta el día siguiente...  

Luego cuando días después me fui del país arreglando mis papeles y recordando lo que me ocurrió, obtuve la esperada respuesta... 

Roque Puell López Lavalle

martes, 11 de diciembre de 2018

Amigo


Las primeras luces de la mañana vieron nuestros ojos en un día cualquiera de Junio del año 1981.Teníamos un desayuno franciscano en una olla común. La avena con leche humeaba y un delicioso pan francés crujiente de días pasados estaba listo para ser servido. Su compañera infaltable, la noble mantequilla, heroína de jornadas, era aquella que te vendían a granel envuelta en plástico transparente y así, amorfa, así te la amontonaban sin asco en el momento que la adquirías. Era poca y era para tantos, pero se la hacía alcanzar con la "chanchita" de todos los días.

Vendrían después, los discursos en el local tomado, las arengas, la oratoria extendida entre compañeros y testigos, cánticos de algarabía, aplausos partidarios, la izquierda democrática hizo su aparición en la magna reunión... Todo hacía presagiar una esperanza, nuestro futuro estaba en juego, el saber que no perdíamos el tiempo se convirtió en algo mágico, el ambiente del compañerismo se sentía, la justicia y el derecho estudiantil estaba inflamado y las voces se hacían sentir. Era un reto a las decisiones y profundas convicciones, éramos los soldados de una batalla propia, original, en una guerra aislada y estábamos sin saberlo, en el umbral de algo más grande: El ingreso a la Universidad a como de lugar...


Luego le tocó el turno a la noche, una oscuridad incierta, de espera muda e interminable, de peligro inminente. Sabíamos que la temible Guardia Obrera nos podía sacar en cualquier momento. Sentíamos también a la madrugada convertida en una tensa calma que reinaba sobre nosotros pero estábamos con la piel de gallina por el frío que experimentábamos. La taza de cocoa caliente la bebíamos a pesar de que a veces no sabía a nada y poco realmente abrigaba, pero era nuestra aliada incondicional. Se tocaba la guitarra y cantábamos en las noches "Amigo" del grupo chileno Illapu, porque no conocíamos el aburrimiento y todos nos animábamos jubilosos en medio de toda la tensión.

Pero un día por la tarde, se fue la magia y la convivencia cesó para nosotros. Supimos que la suerte estaba echada. Se corrió rápidamente la voz que las otras universidades estaban por sacarnos del local y los rojos estaban bien armados para tal fin. Nos querían vencidos y querían atribuirse para ellos la demanda estudiantil. Aunque éramos pocos, tuvimos la necesidad de arrancar de los brazos de las enamoradas a los jóvenes como nosotros que se habían aferrado a ellas. ¡Tremendos cobardes! No había otra manera pero pudimos ver que algunos eran echados del regazo de ellas para que peleen y sin embargo, otras desconsoladas se quedaron solas llorando viendo a sus grandes amores salir a pelear... ¡Qué espectáculo! 

Presentamos batalla aún con miedo pero dimos la cara a tremendo desafío, todavía lo recuerdo y durante la trifulca, decenas de jóvenes en la calle armados de correas, cadenas y palos de todo tamaño venían contra nosotros. Explotaban los petardos, las bombas molotov, corrían las balas calibre 38, en fin, una humareda terrible, el corazón pegaba duro dentro de nosotros pero igual respondíamos. Cerca a la Av. Tacna la turba enardecida avanzaba hasta la media cuadra donde estábamos pero no podían seguir. Íbamos ganado terreno sufriendo los palos y cadenas y repartiendo por igual. Nuestras compañeras, mujeres de valor, estando en el balcón, nos alentaban para seguir adelante, todas cantando en coro, himnos revolucionarios, arengando, echando agua sucia de las cubetas. Las maderas rotas que encontraban eran lanzadas a los contrarios, llorando, gritando, arengando, fue un verdadero milagro que no les pasara ningún mal. ¡Qué coraje! Todos nos quedamos anodadados...

Al final, como siempre, llegó la policía, el Escuadrón de Emergencia de aquél entonces, luego el "rochabús" o carros rompe-manifestaciones vino a dispersarnos usando sus mejores armas, el agua y las bombas lacrimógenas. Sin embargo, nosotros con la cara cubierta y mojados nuestros rostros, se las devolvíamos en medio del humo a pesar que nos hacía arder y llorar nuestros ojos. También quisieron darnos una paliza pero la confusión y la cantidad de gente nos salvó el pellejo. Nos quedó solamente el irnos raudos al local después de haber infligido la derrota total a nuestros enemigos y hacerle frente a la policía. 

Teníamos 24 años y ya habíamos experimentado el odio en nuestros corazones pero felices de haber triunfado ¡Tremenda contrariedad! Se imaginan al día siguiente, las noticias por la T.V. hablaban de nosotros y en la portada de los periódicos había una foto, ¡Ahí estábamos! Nadie nos hubiera creído pero era verdad, se enteraron todos que un grupo de muchachos ganaron sus derechos y al Rector no le quedó otra que darnos lo que tanto anhelamos esa tarde. 

Pasaron ya más de 40 años de aquél incidente. Todavía existe el local, el Teatro Nacional, todo está intacto. Anteriormente el lugar se llamaba la calle del Teatro pero nadie imaginó lo que allí aconteció. Todavía se escucha la canción "Amigo" en el ambiente y en el corazón de los que estuvimos aquél día. Fue esta canción porque nos unió una causa común, Amigo porque fuimos como hermanos luchando y dejando nuestra sangre, Amigo porque fuimos universitarios en ese momento pues nos costó ingresar, sólo así se explica esas noches de compañía solidaria donde todos los allí reunidos fuimos los protagonistas. 

Me acuerdo siempre de ese mes, de esas fechas, pues al pasar ahora por el centro de Lima, en ese célebre Jirón Huancavelica, muchos de nosotros dejamos nuestra juventud y nuestro coraje. Equivocados o no, estuvimos unidos en pro de una mejor educación universitaria que en este país todavía sigue siendo un problema que debe solucionarse. Todos debemos tener acceso a la Educación porque el Perú necesita también de todos para el engrandecimiento de la cultura y de la patria en que nacimos... 

Roque Puell López Lavalle

jueves, 6 de diciembre de 2018

Nosotros teníamos razón


D
e tan larga estatura como todavía eres, la vida nos había encontrado en medio de una trifulca en el parque central de Miraflores donde celebrábamos alegres el empate de un partido de fútbol jugado por nuestra Selección. Todo el distrito y sus calles estaban de fiesta, se formaban interminables caravanas, los sonidos de las bocinas por los carros, arengas y vivas desaforadas de un gran encuentro recién finalizado. Los discursos a nuestro país por ser siempre los mejores estaba en boca de todos. El tránsito había sido paralizado para una noche que prometía ser larga y descontrolada.  


Pero resulta que en medio de todo, unos malandrines le había metido la mano a la Gabriela faltándole el respeto y nos fuimos corriendo a defenderla. Cuando nos pusimos frente a ellos, tú no decidías vengar a la hermana de nuestra común amiga que vivía cerca a mi casa y yo si quería liberar pronto mis hormonas alborotadas. Entonces, tuve que ser yo el que comencé con los trompicones porque tú no cedías a la provocación que hacía ratos fue anunciada por este grupo de muchachos. 

Cuando vinieron hacia nosotros, no te quedó otra que intervenir para sacar la cara por mi porque todo se convirtió en ese momento en una gran pelea porque repartiendo golpes a diestra y a siniestra, parecía que todo no iba a terminar tan temprano. Recuerdo como si fuera ayer, que una piedra lanzada de gran tamaño, venía hacia tu cabeza. La verdad no sé como volé de esquina a esquina como el mejor arquero y pude contenerla justo a tiempo para que no se estrellara con tu "ingenuo" cerebro. ¡Pucha, todavía me duele la mano!

Entonces de los cuatro que éramos, contra los nueve implicados, vencimos a duras penas  a los culpables pero vino la Guardia Civil de aquél entonces para llevarnos a todos presos tanto por el jaleo y por el descaro de pelear públicamente en la calle. Sin embargo, llegaron y nos encontraron a todos abrazados dando vivas por nuestra Selección y hasta pensaron que éramos los "hermanitos", del mismo partido.

No se la creyeron así que tuvimos que huir rápidamente por el medio del parque, yo con mi camisa rota y tú con la mirada tonta. Los demás estaban asustados y se fueron cada uno por su lado.  Los guardias ya nos alcanzaban, faltaba poco pero yo con las justas me las ingenié y alcancé un taxi. El chofer asustado me preguntó: ¿A dónde va joven? "A seguir celebrando el empate", le dije pero luego reaccioné alegando: ¡¡ Pero me lleva a mi casa carajo!! sin darle todavía la dirección dónde vivía volteó el carro por la avenida principal y jocosamente, pasé en medio de los que me perseguían...

Son remembranzas de los años setenta y recordarlas hoy es una gran alegría por un gran partido de estos buenos futbolistas. Julio es todavía un gran amigo y un aguerrido hermano que el destino nos unió en aquella oportunidad. Esas broncas de los veinte años, todavía hoy viven en mi corazón y cuando a veces paso por ese parque tan lleno de historias, siempre sonrío y a pesar del tiempo, siempre lo reitero y lo reiteraré siempre por lo que queda de mi vida diciendo: "Nosotros, teníamos razón."

Roque Puell López Lavalle

Escucha: https://www.youtube.com/watch?v=zZ2kqewhpCI&t=7s

viernes, 30 de noviembre de 2018

El campo de Fútbol


I
Apareciste ante mis ojos igual después de mucho tiempo
y fuiste tú el escenario vivo de esos grandes partidos
porque gritábamos toditos al gol mejor cantado
cuando éramos así, los jóvenes setecanos...
II
Eras el campo de los viernes del campeonato de fútbol
donde se medía jugando ese nuestro carácter fiero
porque allí mismo se quería la victoria y puntos
siendo testigos nuestros temibles contrarios
III
Y al recorrer la grama que formó una parte de mi vida
creo escuchar hoy el silbato y el mover de la pelota
y teniendo hoy estos recuerdos gratos en verso
no viene sino nostalgias a mi memoria...
IV
¡Que pasa la pelota, el portero si se va a distraer hoy!  
¿Qué no ves todavía el foul referí? ¡La cartulina roja!
A palabras extraviadas, los delirios de la tribuna
¿Y las goleadas que se volvieron a escuchar?
¿¡Bah, quiénes pues, se iban a acordar!?
V
Pero hoy día otros juegan contigo finales de la muerte
al puro estilo de las grandes estrellas del mundial
porque ahora si se patea a la pierna talentosa
 jamás al duelo como lo hacíamos nosotros
que dejábamos confiados la vida entera
¡También el alma, para ganar solo una Copa!

Roque Puell López Lavalle

Escuchemos: https://www.youtube.com/watch?v=HEf_xrgmuRI
















































































































































































































































miércoles, 21 de noviembre de 2018

Amanezco...


Amanezco entre sueños, entre la modorra de no querer levantarme, entre el vestirme para lo mismo, para lo que siempre pienso o anhelo en este nuevo día. Espero que hoy haya un clima diferente o será tal vez como de costumbre, sea porque lo expreso de esta manera o porque no quiero reconocerlo...

Amanezco intacto, profundo, en el presente de mi existencia porque mi futuro no lo conozco todavía y me doy cuenta que mi férrea voluntad no detiene a los hombres tramposos. Será menester entonces que tenga mi seguridad, no deseo imaginar que todo cuanto yo he creído se convierta finalmente en una simple moraleja...

Amanezco en otro mundo, desconocido a mi entender donde no se conoce el nombre y de dónde pudo provenir. Pero será mejor para que no lleve dentro de mí la ingratitud de mi corazón y la amargura de mi alma. De esta manera, tendré la oportunidad de volar sin límites y sin lastres a una mejor experiencia...

Amanezco enhorabuena para añorar esos tiempos tan diferentes a los de ahora, donde todo era tan simple y tan sencillo de vivir. Donde también era más fácil encontrar lo inexplicable y escuchar de repente a la voz de aquella que decía amarnos pero eran solamente mentiras dichas al azar porque se perdían solas en un bosque infinito de palabras...

Amanezco sin hermanos porque nunca los tuve ni los necesito, ¿Por qué habría de extrañarlos? ¿Vivirían su mundo como el mío? Observé que estaban llenos de pertrechos que se habían perdido en otras épocas porque crecieron embuídos en los cielos donde el espíritu halla al silencio perdiéndose en la sequía de las promesas y de los juramentos...

Amanezco porque amanezco, porque inspiro vida y no me importa ahora lo que de mi se hable. Así es porque no me rindo ni me rendiré ¡Carajo! Porque no está en mí naturaleza sembrar en el pantano de los imposibles ni me está permitido tampoco llorar sin consideración por las heridas que me hicieron daño...

Roque Puell López Lavalle


lunes, 15 de octubre de 2018

El silencio del padre



Cuando diste el sí en tan magnífica ceremonia y las felicitaciones vinieron acompañadas de tu buena decisión, más tarde tuviste la responsabilidad de hacer muchos planes para un mejor mañana, eso fue el silencio de la esperanza…

Cuando vimos hoy que de una parte de ti, nació un ser viviente bello, majestuoso e indefenso y que ahora es alguien que te sorprende porque vinieron de a dos llenando el vacío de tu soledad, así es el silencio del tiempo…

Y si fueron creciendo tus retoños como tú o como yo, con esa misma manera de ser o con las mismas ocurrencias y las mañas que antes tú mismo no lo podías concebir. Piensa entonces que en el desarrollo de la personalidad, se encuentra el silencio del carácter…

Si tú observaste sorprendido cómo a ellos los solicitaban para los grandes proyectos y las grandes oportunidades, pero solo les gustaba tontear o disfrutar del gran amor que había llegado a su vida y como tú en ese momento no se lo podías impedir, todo ello se convirtió, en el silencio de la paciencia…

Pero al fin, luego de estudiar en la Universidad vinieron graduados trayendo las medallas y el Título que esperabas, ya no cabía el gozo en tu corazón porque viste el gran futuro que trajo tu ingenuo bienaventurado. Eso es, el silencio del orgullo…

Te hicieron abuelo pero tú ya quieres que aprendan ahora mismo el modo del cómo jugabas en tu infancia cuando en realidad eran las babas que no te dejaban ver la manera en que ellos solos querían vivir y a ese paso, ese es el silencio del querer ser independientes...

Cuando murieron sus abuelitos o sus mejores amigos y tuviste que morderte los labios porque no pudieron luchar contra el destino o defenderse después quizá viendo sus sueños y sus deseos hechos pedazos, eso fue para ti, el silencio de la impotencia…

Pero al pasar los años, no fuiste perfecto, te equivocaste y luego te fueron a reclamar que no fueron felices como ellos hubiesen querido, no te culpes ahora porque no cambiarán su desamor ni su respeto por ti. Cosecharán como tú, el dolor de su propio camino y el malestar de su indiferente corazón, pues te marcharás de esta vida solo y sin despedirte, ese es el silencio del padre

Roque Puell López Lavalle


viernes, 5 de octubre de 2018

Voten por mí...



Ahí están los candidatos en un escenario singular. Muchos son los pedidos de orden y las mociones que se hacen a viva voz pero pocos son los resultados que se ven y ninguno de ellos es coherente con la demanda. Más atienden a las dudas que presenta el destino y a los aburridos discursos que hace tiempo nadie quiere escuchar. ¿Acaso son las obras de infraestructura más importantes que el hambre, la seguridad, la pandemia o las vacunas?  

Pero salen los gladiadores a la arena para dar pan y circo al pueblo resentido que les apremia porque hasta ahora no se da una ley para el que sufre injusticias por una mentira encubierta. Así se encuentran los actores en un teatrín de mala muerte, algunos parecen bufones de circo en un pueblo muy lejano. ¿Es posible que ellos hayan trabajado lo suficiente justificando su elocuencia por los que nosotros habremos de votar?

No es necesario que la familia salga resguardada por la tecnología mientras no se no se aprenda al que roba. La inseguridad está en las calles, la muerte ronda en las veredas, el tránsito es un caos y no hay soluciones porque existe un laberinto de ideas en las mentes que no están preparadas. Falta voluntad política aun para las inversiones. ¿Hasta cuándo? No se sabe, ni las promesas que se ofrecieron y tampoco porque “no se puede” como dice el camarón y por debajo de la mesa recibe las propinas jugosas de don dinero.

Existen también los que pretenden ser la solución por encima de todo. No importan las bases de una Constitución, no valen los reclamos que proclaman la unidad. Sus exigencias son tales que se ufanan de saber mucho como hombres del milenio pero realmente parecen las vacilaciones de un pollino. Pero es lamentable que cuando se les resiste a sus ideas. Olvidan que todos merecemos respeto así como los piden y que el orgullo que pretenden no se cuenta entre las masas. Poco o nada se acuerdan de la creación, cuando se proclamó a todas luces: “Varón y hembra los creó” y no uno más para el montón...

Por eso y mucho más, los pueblos se rebelan, enarbolan la bandera del reclamo y de la justicia, pero los demás, no opinan, no saben, tal como arrojan las encuestas. ¿Cuántos gobiernos municipales más son necesarios para que el país tenga lo que necesita? “Pasarán más de mil años muchos más, yo no sé si tenga amor la eternidad”, como dice el bolero. El mal continúa como el gran Concierto, unos tocan de memoria y otros empeñosos deliran con la partitura en sus narices. ¡¡Cómo se parece el país, a un mundo de locos y a una aburrida función!!

Solamente que en vez de que nosotros hayamos pagado nuestras localidades para que nos enseñen algo de bueno, tengamos que esperar como siempre al “galán”, de la presentación que siempre nos palabree y nosotros gritando después al unísono: ¡¡Abajo el telón!!

Roque Puell López Lavalle

Link: https://www.youtube.com/watch?v=c26ouAIGvh0

martes, 2 de octubre de 2018

El rompe huesos


En las vacaciones del año 1968, el Parque Fátima de Chorrillos y las numerosas casas que existían alrededor, albergaban muchas historias. Antes de los trabajos de construcción en la nueva Urbanización, se contaba entre los jubilados del barrio, el paso de un río importante entre las chacras, maizales y los campos de cultivo que aun contaban con una incipiente ganadería. Para el tiempo transcurrido, ya existían las nuevas edificaciones y casonas. Yo vivía muy cerca de allí. Cuando éramos niños, mi prima y yo tomábamos leche pura de un establo que todavía existía en las inmediaciones donde nosotros vivíamos próximos a la Escuela Militar. Mi mamá siempre nos la traía de vez en cuando y hasta ahora recuerdo que nos daba también la nata que quedaba en la olla. Era la más rica y yo la veía azorado como ella nos servía en un tazón y nos la tomábamos toda, sin reparos, en un santiamén. ¡Qué tiempos!

En el barrio, tenía algunos amigos que nunca o casi nunca se les veía salir de su casa  pero tampoco me buscaban para ir a jugar. No obstante, pude hacer amistad con niños de mi edad y algunos mayores que yo. Ellos vivían en casas muy modestas en el interior de un callejón y eran tan sencillas como solamente ellas podrían presentarse. 
Los vecinos de allí eran amables y emprendedores, pues muy temprano salían a trabajar para el sustento diario de sus hijos. Recuerdo también nuestros juegos, uno era el famoso trompo pero otro era el carro-patín hecho con nuestras propias manos. Dos maderas cruzadas, una pequeña y otra grande, un pabilo a los costados para alinear la dirección y cuatro rodajes bien entornillados colmados del buen aceite para poder correr rápidamente. Así se parecían a los bólidos de la Fórmula 1 y que bien pintados, parecían rugir en el asfalto. 


No faltaron los que íbamos a la Bajada de los autos de la playa de Agua Dulce para conducir temerariamente empujados por nuestros copilotos a toda velocidad. Así nacieron las carreras y las competencias a ver quién de nosotros era el campeón. En aquél entonces, se arriesgaba la vida sin ningún premio, tan solo con el solemne orgullo de haber llegado primero con vítores y jolgorios. 

Luego siguió la famosa "canga" que eran dos palos de escoba viejas, cortados en dos, uno largo y otro pequeño que quien levantaba el más corto y lo hacía volar más lejos, ganaba la competencia. Después venían las bolitas (canicas) de vidrio que se apostaban en el juego de los ñocos (hoyos) en la tierra. Se hacía entre varios y con más de una vuelta para sacar a los competidores, pobres las bolas lecheras y los bolones transparentes, eran los más quiñados pero también estas bolas lecheras, eran las más codiciadas. 
También estaba, el famoso trompo que solo bailaba y zumbaba al mejor tiro de nosotros pero en el juego de la "cocina", donde estaban solo los incautos e inexpertos, terminaban siendo los únicos maltratados porque sus trompos terminaban totalmente rotos y destrozados por los buenos jugadores. 

Pero aquél deporte después de nuestro himno nacional, era el fútbol. En el parque adyacente a nuestras casas, jugábamos descalzos, entre las piedras y la tierra sin gras, a lo macho, al dolor que se aguantaba. Era la costumbre de hacerse hombre de esa manera y ninguna queja habría de demostrarse, para probar de verdad que lo éramos. Yo lo aprendí así, apretando mis dientes para que no me duela pero igual porque atrás quedó mi inocencia de jugar bien uniformado como hacíamos en el colegio cuando aquí, solo lo hacíamos vestidos con lo que teníamos puesto...


Luego caminábamos lejos para aprender a hacer buenas jugadas y ver los partidos de los mayores. Así llegábamos sudados y nos colábamos temerarios bajando de los cerros, a la famosa "Cancha de los Muertos", que era un pequeño Estadio lejos de nuestras casas. El nombre que se le daba, era por un viejo cementerio a la salida de un túnel donde antiguamente pasaba un tranvía. Se le llama todavía el túnel "La Herradura" porque atrás de ella existía una playa con el mismo nombre. Por allí quedaba también, la iglesia Sn. Pedro que desapareció por el terremoto en Mayo de 1970. 


Ese lugar de muertos se había convertido en un curioso mini campo de pueblo porque allí se hacían los campeonatos de los buenos con equipos invitados de provincias y que venían a Lima para probar suerte. Se jugaba con el corazón, con garra, patadas, maromas y morisquetas amañadas, con la técnica aprendida del fútbol bravo y sin ningún remordimiento. Fueron momentos maravillosos para recordarlos toda una vida porque fueron los partidos que nos hicieron madurar. 

En nuestro parque se vivía el partido, cada saque de esquina, cada centro tenía que llegar al gol. Éramos los menores porque jugábamos con los de diez y ocho años y casi veinte, cuando algunos de nosotros teníamos solo once años o doce. Nadie esperaba algo mejor que una celebración y de pronto, vino un encontrón. Dije, - foul mío - qué más da pero mi amigo y contrincante sufrió una pequeña fractura.  No me lo dijeron abiertamente y solamente escuchaba rumores. Más adelante supe que me empezaron a decir el "rompe huesos", algo que jamás me enteré pero con el tiempo, mi amigo tuvo el valor de decirme que si lo había lastimado. Me dio mucha pena pero él estuvo con yeso y no pudo jugar una temporada pero seguimos siendo los amigos de muchos momentos porque nuevamente comenzaba el Campeonato de Fútbol y otra vez, en el gramado de nuestro barrio, empezábamos a jugar... 

Pasaron algunos años y me tuve que mudar a otro lugar dejando toda mi aventura a la par que a mis amigos. Pero regresé y los busqué a todos después, cuando tenía 15 años no recuerdo, pero la mayoría habíamos crecido pero otros también, se mudaron. Nos abrazamos y nos contamos tantas historias porque me emocioné mucho al verlos de nuevo. Algunos después del colegio estudiaban, otros solo trabajan para traer pan para su casa. 
Esa tarde nos pareció corta y luego fuimos a ver nuestra cancha, en la que siendo niños íbamos a pelotear. Volvían la imágenes del juego, la euforia del momento y los gritos del arquero, jajaja, era por entonces volver a empezar de nuevo... 

Me despedí otra vez  de ellos y triste fue nuevamente la despedida en ese momento. Y testarudo yo, vuelvo luego de un año cumplido cuando me dio una corazonada en un momento dado. Encontré el lugar de siempre, el empedrado, el rincón del trompo, la esquina de la canga, casi todo pero mis amigos, los del callejón, ya no estaban como tampoco, ¡Oh ingrata sorpresa! sus hogares. Era el precio de la vida ingrata y de la niñez perdida. El recuerdo de esos días, dio lugar a mi melancolía, a mis crespos hechos por la sorpresa y por la desazón. Me dio tanta nostalgia, que el pesar en el silencio de mi alma me cargaba mucho porque ahora había solamente residencias. Ya eran otros los niños, otras eran las vidas y otros perros eran los que ladraban al desconocido... 

Los que viven ahora nunca se enteraron que allí vivieron los palomillas de antes y los atrevidos del mañana. Entre los que recuerdo y los que estuvieron en mi mente aquella vez fueron "el pito", "el sacalagua", "el cholo" y entre ellos
 "el rompe huesos". Aquél que al pasar la vida haciéndose hombre y al encontrarse solo ahora, nunca los dejó de recordar... 

Roque Puell López Lavalle


Escuchar: https://www.youtube.com/watch?v=LkuMRaTOOc4

miércoles, 19 de septiembre de 2018

Amarnos sin principios y reservas



Extrañaba tu voz. Las emociones comenzaron a fluir dentro de mí porque sabía que no te encontrabas y sin embargo presentí en aquél momento que tenías mi recuerdo pero mi propia desilusión me causó espanto. ¿Por qué? Por qué me dijiste que lo nuestro era un imposible, que un sentimiento adverso se contradecía en tu amor y que yo no deseabas experimentarlo. Estoy sorprendido que apenas me escuchaste, creí que te alegrarías pero en cambio tu orgullo solo hizo las cosas peor. Dijiste no a vivir ilusionada, amada, tal vez honrada por las circunstancias para luego huir y reafirmar tu soledad y compromiso de ser fiel al recuerdo que te esclavizaba. Y al ver así tu corazón, marchito y maltratado por el ayer, sin más consuelo que tus pensamientos, callé.

Me di cuenta de que eran fantasmas que solo pueden existir dentro de ti y que solo te hacen sentir sin cobija, sin el amor verdadero de un ser embriagado de emociones que solo el alma de un enamorado te podría ofrecer. Buscabas entre los bárbaros las mentiras, las emociones furtivas que se sienten pero que a la vez se truncan porque no te llevarían a nada, solamente a vivir ilusiones pero sin una raíz que te pueda afirmar. Era la oportunidad de que tengas paz, de ser y hacer feliz a quien te ama y que quiere arrebatar tu orgullo. 

Ahora estás en la conquista de tus sueños, y en la realización de lo que anhelas. Y cuánto quisiera ser tu compañero y tu consuelo. Tu eterno seguidor en las andanzas de la vida. Pelear juntos nuestros afectos, quitar la hipocresía de un seudo amor que reúne las fantasías de una mentira y buscando siempre las condiciones del Eterno para derrotar a tus sueños imposibles para siempre. 

Tú mereces la respuesta de un te amo, el cariño a un cuerpo como el tuyo, vibrante, cálido como tus palabras y sensitivo como tus deseos. Una multitud de cantos para admirarte en un sin fin de caricias y podamos beber el bello sentimiento de amarnos, como los amantes de una época pasada, sin principios ni reservas...

Roque Puell López Lavalle

Escucha: https://www.youtube.com/watch?v=m9BCpIm_P9Y

domingo, 16 de septiembre de 2018

Queriendo yo un día


Queriendo yo un día saber quién era Jesús, fui al mar y entre los acantilados de la costa, encontré a Pablo, el anciano que tanto lo amaba. Solícito a mis preguntas y mis inquietudes, él me respondió de esta manera:

- Jesús no fue como el Buda, el sabio Confucio, Sócrates el filósofo o el famoso Platón. Ellos fueron hombres que hasta hoy, nos han deslumbrado con sus pensamientos. Más ellos si no lo sabías, jamás resucitaron de los muertos como el Maestro y te aseguro que seguirán estando así, entre los espíritus perdidosy sin nombre, durmiendo eternamente en su tumba...

- Jesús no es una emoción intensa o un arrobamiento que inunda nuestra alma limitándome el pensar, para solamente sentir una gran emoción, no... Él es el Señor de la vida y que vive en mi ser llenándome de Su paz que no cambia así vengan las tormentas en este mundo. También me da la convicción de que él no está muerto y que hoy, está vivo todavía...

- Jesús no es la reencarnación de seres que ya vivieron y que me permiten vivir como ellos ahora o como si fueran los espíritus de animales creados en otros cuerpos. Eso no es una realidad, no existe tal pretensión porque yo sé que él me dará una morada en el cielo cuando yo muera viéndole cara a cara esperándome él mismo con los brazos abiertos...

- Jesús es quien ama y protege a mi familia y no desea que nadie los desvíe por ningún motivo con algún vano conocimiento o algún atajo que nos quiera llevar lejos del único camino que nos lleva a Su Padre. Él es la verdad que muchos por ignorancia no la conocen y es la vida que vamos a experimentar junto a Él,  después que hayamos muerto...

- Jesús no es vendedor de cuentos, fantasías y pretendidas sanidades que engañan a muchos por algún donativo si es que quieres alcanzar salud. ¿¡Cuántos mercaderes y mentirosos de la fe hay en la actualidad verdad?! Él venda y cura tus heridas, hace milagros para salvar tu existir, no te cobra dinero alguno por sanarte pero él también te llevará pronto a Su casa en el tiempo oportuno para librarte de cualquier sufrir...

- Jesús es aquél que me hace empresario y digno de un mejor salario si soy generoso y justo con mi obrero sin hacer con el dinero lo que yo quiero. Si trabajo con ahínco y no soy un usurero, Él me prosperará con todo lo que me falta y así mi familia se sentirá segura y no le faltará nada, solamente por Su fidelidad...

Entonces, luego de un buen rato de conversación, volví por mi camino y estuve callado meditando en lo que habíamos dicho. Donde las dudas ya me alcanzaban y la ignorancia había hecho su tienda, esta sencilla manera de decirme esta verdad, me hizo comprender mucho de mi ser y pude darme cuenta que aunque recorra el vasto universo, o quiera obtener mucho conocimiento, yo sabré al fin, quién es Jesús...

Roque Puell López Lavalle

La mariposa


Entre el aroma de las flores, en un delicado capullo, encontré algunas horas más tarde a una bella mariposa. Era de colores tan cálidos y azulados que sus alas desplegadas eran tan brillantes que su encanto asomaba a la luz de mi mirada. Extrañado le pregunté: ¿Qué haces aquí entre las criaturas de la noche? ¿Estás en el murmurar de los grillos? Ellos no reconocen tus intenciones ni tu estancia, solamente sé que la mañana es quién te da la cordial bienvenida y quien te llena de alabanzas…

Entonces, me dijiste: “A mí me gusta volar entre las dalias, los jazmines y las rosas. Me gozo en el cantar de los pajarillos y en el zumbido de las abejas, pero te confieso que también me atrae la nostalgia de la noche. Ella no me juzga, solo me mira azorada, no comprende que mi vida es un regalo, es un adornar con mil colores a las oscuras rendijas del silencio.”

¿Cómo? ¿Pero no te das cuenta que en el día eres una reina? ¿No es por el astro rey que te admiramos? Es que la noche, sabes, tiene a la oscuridad como su eterna compañera y tu belleza sin duda peligra, tus alas delicadas pueden quebrarse con la niebla y aunque yo te mire asombrado, es preferible que te vea en la clara luz del cielo por las praderas...

“Es que a veces me siento triste y quiero sentirme libre, quiero dirigir mi canto a todo aquél que esté despierto entre las soledades de su laberinto. Quiero formar las sonrisas espontáneas con tan solo pasar revoloteando y que la luna me ayude para fijar mis colores en la esperanza. Así las alegrías las puedo descubrir y la felicidad puedo derrochar sin miedo al llanto. Eso me dice el corazón ahora.”

¡Oh! Qué bonito es conocerte hoy en el embrujo de tus palabras. Son momentos de saber lo que encierra tu corazón y lo que buscas sin cuidados ni reproches. Es un secreto para todos querer encontrarte siempre. Quizá con tu alegría me inspires y con tu belleza despierte. Pero de repente, con tu corazón tan grande puedas hacer que yo te quiera...

¿"Tú crees? No valen las palabras cuando el corazón no está dispuesto. No valen las voluntades cuando solo de promesas baila el sueño, las intenciones y los hechos son los que demuestran que la batalla está ganada, cuando la distancia se acorta con un beso”.

Entonces la mariposa sonriendo, desplegó sus alas nuevamente. Yo quedé entonces boquiabierto y luego revoloteó por el jardín como un gigante e hizo de su vuelo una pirueta. Yo sabía sin embargo, que ella me había escuchado. Después de alejarse por el camino, se sintió feliz y nunca más habló conmigo…

Roque Puell López Lavalle

jueves, 13 de septiembre de 2018

Tú jamás podrás olvidarme


Meditaba en mis horas de descanso y llegué una vez a hacerme una pregunta: ¿Podrían todos olvidarme? Pensé que mis hermanos, la esposa, los hijos y los amigos, si, lo podrían hacer en algún momento, no tuve la menor duda. El amigo se pierde en el transcurso de alguna conversación, en el recuerdo de lo que él hizo, en las palabras que se fueron o en las que se dijeron seguramente con sentimiento. Cuando todo lo que construimos se acaba, también se va la amistad, solo queda dar un paso al olvido y quizá este, tampoco regrese...

A la esposa también puede pasarle, el amor, los años, los cambios del carácter, la soledad, el resentimiento y… no lo sé, tantas cosas nos pueden acontecer. Pero ya no sería lo mismo porque la ilusión ya no existe, la belleza y el deseo se extraviaron en la añoranza de que el tiempo pasado fue mejor, en fin. ¿Dónde estaba el perdón entonces? Ah de seguro ya no fue concedido y dejó de ser un buen motivo para arreglar las desavenencias...

Luego vinieron los hijos que se olvidaron del padre cuando crecieron y nadie se dio cuenta. Ahora son los briosos corceles, jóvenes desagradecidos algunos y otros son los que vibrando en su naturaleza, se preparan para un futuro que es diferente. La vida de ellos son ahora sus sueños, sus ideales. Cambiar el mundo es su consigna, tú les enseñaste cómo hacerlo y ya solitos sin el consejo, se las buscaron. Los juguetes viejos, los peluches, la muñeca rota, los trenes y los carritos, son los recuerdos de tus regalos porque eran la complicidad de todos en casa para que después se pudiera jugar con ellos.

Pero lo que es nuevo para el día de hoy, revierte para su mañana en una esperanza que quieren alcanzar. Y aunque ahora tengas nietos y tal vez te sientas rodeado de ellos, ya quieres que sean como tú, con tus mismas aventuras, picardías y aciertos o con la misma madurez que te corona. ¡Qué iluso serías! Porque el cielo fue conquistado por tu esfuerzo y aun así ellos te olvidarían cuando se enteren que el abuelo al fin descansó para siempre de sus afanes…

¿Y aquella novia que te dijo que su amor era para siempre? Pues se perdió en el bosque de su propia inmadurez. Solo fueron sus anhelos, sus sueños de niña y adolescente porque era tan sentimental como el cuento del "príncipe feliz", pero eran fantasías, vacíos existenciales, enamorada del amor pero no de quien que la respetó y la ayudó en su tristeza. ¿Te das cuenta?

Luego hace su entrada la muerte, aquella que siempre llega a la hora y el tiempo exacto. Convierte al ser humano en un inmoral porque se lleva lo mejor de él. ¿Y lo que se construyó con las manos, ¿Para quién será? Buscarán todos a los parientes pero ellos, finalmente fueron confundidos y no tuvieron lo esperado porque el finado no los incluyó en el testamento…

Y aunque yo crea que al final de mi vida, ya no cuente con más compañía que mi gato, sin grandes oportunidades o ver miles de motivos para no avanzar, seguiré siempre adelante sin mirar atrás. Pero, otra vez me hago la misma pregunta en la soledad que me visita hoy y en la herida que hay en mi corazón envuelto en un manojo de clavos: ¿Pueden todos olvidarme? Sí, todos pueden olvidarme, pero Tú jamás mi Dios, Tú jamás, podrás olvidarme...

Roque Puell López Lavalle


viernes, 7 de septiembre de 2018

A escondidas


De niños hacíamos travesuras porque jugábamos todos contentos a lo que se nos pudiera ocurrir en aquellos años tan inolvidables en compañía de la mayoría de los primos en la casa grande de la abuela. Tú me resultabas gracioso cuando aparecías sin avisar y nos asustabas echándote sin reparos a reír. Recuerdo que en nuestra inocencia, solamente nos regalábamos dulces y pedazos de cariño repartidos entre todos y los que tú sabías darme. Una vez me plantaste un beso muy especial sin darme cuenta y yo que me quedé boquiabierta por tremendo atrevimiento. Tú solo me mirabas como un bandido porque estaba sonrojada burlándote de mi...

Pasaron los meses, los años, y no supe nunca más de tu vida... No obstante, el destino siempre nos encontró, en este caso me tocó a mí porque yo pensaba quedarme sola. Era un error porque cuando crecí, mis padres me llevaron a la capital para estudiar una profesión. Me había casado luego y tuve dos preciosos hijos, pero la vida me dejó solo recuerdos ingratos porque el que fue mi esposo partió de este mundo sin pensarlo dos veces. Me enteré luego que tú estabas con los tuyos, en tu pueblo y solo vivías de hacer promesas, pero cumplirlas... 

Eso fue antes de vernos otra vez en una sonada reunión familiar. Te vi distinto, serio, más viejo pero, 
¿Qué conocías de mi alma? Nada. Si esta sería revelada y no fuera considerada un misterio, sería tan inverosímil como la realidad de nuestra experiencia, de vivir juntos para siempre alguna vez o solo sería una verdad a medias que hoy ya no quisiera recordar...

Pero tú no te percataste nunca que yo hablaba a tu corazón pero fuiste egoísta, solo pensaste en los sufrimientos que te atormentaban y que no era justo que la vida solo a ti se te diera este injusto pesar. ¿Por qué no luchamos juntos esa vez? Quizá porque desconocías mis sentimientos pese a que "decías" amarme intensamente. Y luego vinieron tus dichosas promesas que tienen un sabor a la miel de avispas, ácidas como la que se conciben en el ático de los tejados y no como las de las abejas en los panales de mi jardín, de aroma dulce, ardiente, porque siempre las puedes encontrar también en el verdor de una campiña que florece...

No, me di cuenta que tus falsas promesas y tus temores iban de lo ridículo a la pena, de lo infantil a lo melindroso cuando era la verdad que te negabas a afrontar, sin ver siquiera si pudiste conquistarme con tus melosas palabras. ¡Baahhh! Eso es pedir peras al olmo porque fuiste como una higuera seca, irremediablemente sin fruto, como un suspiro largo perdido en la nada…

Hoy cuando vivo mi nostalgia, mis pensamientos vuelan hasta nuestra niñez porque a escondidas fueron las veces que jugábamos, luego, a escondidas fueron las vidas furtivas que tuvimos después y a escondidas sin resentimientos, espero, pensaré lo que alguna vez significaste para mí. Si así fuera, tú podrías formar un solo momento en mi vida pasada tan escabrosa y confusa, pero seguramente así como lo creo, solo formarías tú como todas las mujeres pensamos: Una parte de mi boda frustrada…

Roque Puell López Lavalle

Escucha: https://www.youtube.com/watch?v=59NoadrxBAs