jueves, 7 de diciembre de 2017

Mil palabras





Mil palabras se dijeron con el sentimiento, en el silencio las dudas fueron las mentiras repartidas pero la verdad se quedó en el más fuerte. Mezcla del infierno y del cielo, en el fuego del odio y el desprecio, no se escuchó al consecuente y el amor acabó escondido  en el rincón de los pertrechos. Y todo aquello quedó en la confusión de la mente, en la complicidad con el limbo y en el no de los argumentos, en las raras ocasiones cuando apareció el momento..

Ahora las mil palabras no se han vuelto a escuchar, se han amordazado y se encuentran ahora perdidas en la eternidad. Se las llevó mi resentimiento y tu olvido dando lugar a la indiferencia que vivía así su mejor oportunidad. Será porque la desazón se ha prodigado tanto a voz en cuello, que las voces de la justicia ahora han sido confinadas a la mazmorra y a las galeras de la desilusión..

Pero la esperanza y la fe es lo último que se pierde, la justicia habría de llegar, no tarda, no duerme en el jardín de los invencibles. Y aunque se escuchen ejércitos ajenos, están llenas de poder y del salvaje deseo de vencer. Son como la venganza esperada del guerrero que quiere llegar a tiempo para con ella contender.. 

En esas circunstancias, el amor pudo salir recién de su escondrijo, olvidado por la oscuridad y el tiempo, estaba sucio y maltrecho con muchas heridas en la frente. Sin importarle, estaba listo para empezar de nuevo. Después de todo, al margen  de  las mil palabras y las mentiras del descaro, surgió la nueva verdad encontrada en los secretos de la humildad..

Ahora parecen amarse nuevamente y el cariño empezó a brotar. La ignorancia quedó atrás y el perdón empezó a reinar. ¿Sería posible conciliar? Hubo cosas que parecían no crecer nunca, no obstante, el amor sin tanto aspaviento y sin mucho verso, lo pudo lograr..

Roque Puell López Lavalle

Escuchar: https://www.youtube.com/watch?v=DSfTXsHQMOk

martes, 5 de diciembre de 2017

Las voces del mar


El tomate


¡Qué feliz estaba el tomate en la hacienda! ¡Colgado estaba él en una rama cantando como todo un artista! No había rayo, comba ni nada que lo entristeciera porque la vida le parecía corta por primera vez. Y por eso el jolgorio, las risas, los parabienes y los buenos amigos. Sin embargo, un día apareció una plaga misteriosa que a todos sorprendió pero a los demás, la pelona se los llevó consigo. Más la indigna, cortó al cantante en dos mitades dejándole solamente sus hojas y sus tres semillas: Una de ellas lo vio y por costumbre, cumplió su papel, la segunda le dio la bienvenida y la otra lo ignoró completamente...

Así pues corrieron las semanas y los meses quedando el tomate muy desconcertado y solo quedó en el Hospital por los pesares que las malas intenciones lo habían postrado. Pensativo inquirió sobre la vida y la muerte, se preguntó el cómo es que dos se fueron sin pena y sin gloria de este mundo cuando fueron los convidados a una cena sin final. ¡Qué momentos! Otros reían nerviosos por no saber lo que podría acontecerles o quizá lloraban ellos por su propia ingenuidad. 

Y al parecer, mientras él experimentaba estas cosas, ¡Los otros tomates dizques amigos ni se enteraron de su mal! Ninguno lo visitó pero alguien lo contempló verde, oscuro y pálido como estaba en ese momento, a comparación de lo rojizo que se encontraba en el verano...

Entonces, Dios se acordó de él y le plació infundirle aliento nuevamente cuando estaba casi muerto y sin color. Luego de despertar de su mal sueño, el tomate brilló nuevamente en cuerpo y alma entendiendo así su prometedor destino. Todo era tan diferente y lo que le pasó fue un gran propósito para su vida porque él sabía que en poco tiempo iba a mejorar. Después se tornó más sabio queriendo ser amable con casi todo el mundo. ¡¡Qué tal temperamento!!

Fue en esas circunstancias que exclamó:

                 “No importa lo que pasó en ese momento, esta vez me tocó a mí. Mañana le tocará el turno a la semilla y finalmente, a la plaga que no tuvo corazón ni medida”. 

Habiendo dicho eso, cerró súbitamente sus ojos y los doctores allí reunidos pensaron que el tomate había muerto. No obstante, ¡Oh sorpresa!  Los abrió pestañeando nuevamente para la emoción de todos los que estaban presentes. 

Sólo que esta oportunidad, el cantor apareció, mucho más bello y fornido...

Roque Puell López Lavalle