¿La verdad se encontrará entre los nobles? No se necesita nacer en cuna dorada para tomarlo como una virtud. No se necesita ser pobre para expresar los criterios de la humildad. Es más bien un valor que se enseña ente los que tienen un alma sensible que anhela ser mejor y que no acaba necesariamente en la ancianidad.
Además, tenemos pruebas en la historia. Mario Vargas Llosa, dijo la verdad al pueblo y perdió las elecciones por ingenuo. ¡Trágica sinceridad! Los persas le dijeron la verdad a Leónidas: "Que el cielo sería cubierto por sus flechas para derrotarlos en sangrienta batalla" y así fue, todos murieron peleando bajo una terrible realidad. Aquellos que la dijeron, fueron vistos como extraños, sacados de la oscura noche, pero lapidados por semejante temeridad. Su legado fue grande porque hicieron de su vida una convicción, más su existencia fue plagada de injusticias donde no existió la razón.
No así los necios que confunden el derecho con el reclamo y el enemigo con el resentido. Al trabajo lo denigran y a los amigos los traicionan porque su aparente sabiduría no puede perdonar. No entienden que la vida les pedirá cuentas, pero al final no se llevarán nada. Morirán solo en el olvido de su gente, entre las tristezas impuestas por las costumbres y no porque lo quisieran sinceramente. Descubrir el injerto de la mentira en la verdad y de la villanía en la nobleza, es costumbre de los hombres que no han entendido que este mundo no ha encontrado todavía su pedestal.
Así estamos a sabiendas de las mentiras, inundados por fuerza de la costumbre donde nacen los derechos, pero no son dados por el raciocinio que promulgue una Ley. ¿Quién podrá entonces salir de aquél lodazal? La razón y la virtud se encontraron, el amor y la conciencia se abrazaron, pero el sentimiento y el conocimiento no siempre se comprendieron, sería más fácil callar y faltar a la honestidad, así entonces no se podrán comprometer para quedar en paz. Pero el hombre que al hablar de sí mismo no se engaña, es un hombre sabio y por ser sabio, también es humilde. Más si no nos decimos lo que debemos corregir ¿Cuánto de imposible sería pedirle a nuestro prójimo que a la falsedad no debería de sucumbir?
Sin embargo, encontramos todavía algún remanente de fidelidad, alguna actitud de escondida bondad. Ingeniosos algunos que saben decir lo que piensan sin faltar a lo que ya está escrito. No por eso cambian si alegan tener esperanza de encontrar acierto a su intención. Fieles son las heridas del que ama pero si está el amigo para aprender que no todo en la vida es oro, podríamos decir entonces que el hombre ha encontrado lo que le falta. Algunos le dijeron a él lo equivocado qué estaba con su vida, pero era necesario para el aludido, descubrir la ignorancia en que se encontraba. Quizá hallaría más oscuridad pero él jamás podrá olvidar que alguien, si le dijo la verdad.