sábado, 8 de octubre de 2016
Vamos a plantar un amor verdadero
La calle está dura
¡Las cajuelas están vacías muchachos! ¡Pónganlas en su sitio! Exclamaba el hacendado porque los cafetales ya habían sido cosechados y escogidos para el beneplácito de todos. Los trabajadores cantaban alegres por la buena tierra y por las buenas ganancias de "La Importante" en el occidente del país. Esto fue en el campo de los contrastes, en el de las viñas alegres y en la engreída tierra de los encumbrados.
Y pensando en voz alta decia:
“Quizás en los sueños del hacendao, nunca aparecieron las barbas del un labriego ni la desdicha de un mendrugo en una mesa vieja de madera. Menos aún, el sentir de una mano amiga en los días del albur. Adiós digo, al laberinto de sus decisiones o el pensar mejor, el mío o el suyo. Pero al fin usté subió al tren del olvido, a la ventana del camino extraviado, aquél que ya no se vuelve ni aún para querer recordar. Quizá su conciencia es la que no lo dejará tranquilo y abrumado por los años, no sabrá qué contestar, aunque mejor hubiera sido atarse una piedra de molino al cuello para que lo profundo de la laguna se lo pudiera tragar. Vuesa merced: Mejor es dar la palabra que puedas cumplir antes que la ingratitud le invada y se porte de esta manera, para no querer concluir”.
No obstante, en el otro mundo de la estancia, entre los silencios de las cañadas, muy lejos de la hacienda, se escuchaba la voz muy triste de un estribillo: ¡La calle está dura! ¡La calle está dura! ¡La calle está dura! Le dijo la mente y la razón perdida al huidizo hacendado entre las otras acusaciones de la inconsciencia. Exclamó ido y convencido, repitiendo lo mismo el mal portado, arrugando con sus manos las hojas secas que había arrancado de un árbol, ahí por el matorral. ¿No estaba en sus cabales?
¡¡Si, se había vuelto loco!! Con razón no apreció más por su maizal. Pero pasaron los años y nunca tuvo la amistad o el reconocimiento de propios y extraños. El tiempo que no perdona a nadie, se encargó de hacerlo "casa sola" y harapiento, no de sus conquistas y de sus sueños, no, no... sino de un terco y engañoso sentimiento envuelto en su mala conciencia hasta el tiempo de su propio encajonamiento...
Pero la hija de Amadeo se casó de todas maneras. Aunque no fue la gran fiesta que se esperaba, el pueblo vivió la satisfacción de haber participado en un evento espléndido que nunca olvidaron tampoco, los hijos del dueño. Solo que todos no se habían percatado que una figura extraña los miraba de lejos queriendo comprender el por qué de tanta alegría...
Lluvia
La mar está brava
¡La mar esta brava! ¡Se levantan las olas! ¡El cielo se pone gris! ¡Qué los motivos no se calman y la tormenta sin sentimiento se avecina y pronto ha de comenzar! // Replican las olas, replican los vientos, replican as lluvias, replican todos a una porque el portento ni tiene puertos ni teme a diques bobos que lo puedan detener.. // Será sin cesar su fuerza., será sin la fiereza de los hombres para cambiar su rumbo y su destreza ¿Quiénes entonces por ventura la podrá calmar? // No hay nada que la detenga cuando mira al destino, nada que cambie su camino para mostrar su inclemencia sin miramientos y sin mostrar un pesar.. // ¿Será tal vez que el gigante continúe usando semejante auge que no tiene hasta hoy cuándo terminar? ¿Cuándo será que su furia termine de fustigar? // Él es quien da valor para seguir entre sus olas, entre las fuerzas que lo acompañan y en la inmensidad de las interminables tormentas //
La rosa blanca
-Pero madre, ¿Y no se hizo presente en ella, el orgullo?
“Yo lo presentía hijo pero si, estuvo allí y también se olvidó la flor de que era simplemente una rosa. El color para ella era lo de menos porque se cegó en la humildad y el entendimiento. Se le esfumaron los cuidados que le di y la imagen de cómo llegó. Así pues, crecieron entre nosotras las desazones y las falsas acusatorias. ¡¡Florecieron las raíces amargas del infortunio!!”
- Pero madre, le interrumpí...
"Yo sorprendida me preguntaba: ¿Por qué tanto así, se habría ido la luz de mis fantasías? ¿Por qué ella tuvo que terminar de esa manera? Sin embargo, no me di cuenta hasta el final, que era una rosa blanca como todas, bellas por fuera pero indiferentes por dentro. Y por más que yo hiciera, por más atenciones que yo le diera, sus cardos y sus espinas, estuvieron escondidas para mí, mucho tiempo todavía".
- Y yo al escucharla, solamente me puse a llorar y no le pregunté más...
Canto a la tierra
Tierra donde se han arrancado hasta los yerbajos que andaban esparcidos, tierra donde se han cortado las raíces de la mixtura. Así gime el alma mía sin encontrar consuelo por este espantajo irreconocible por mi experiencia inadvertida. ¡Se llevaron los tesoros guardados, los de mayor cuantía!
Decían los susurros de los sabihondos que no había lugar dónde recostar mi cabeza pero era mentira, las penas eran mi fortaleza porque todavía podía anhelar lo que yo guardaba. Cumplí entonces con el deber de un soldado, era una orden cumplida repleta de joyas engastadas. Pero muy pronto se convirtieron en baratijas porque el terruño es para quien lo trabaja y otros tenían de mi mano lo que más anhelaban..
Me diste el fruto y me entregaste el legado de sentirme dueño. Sin embargo, pude defenderte del invasor, pude entre las demás colinas y montañas para saber amarte, como quien conquista un mundo nuevo. Pero tú te negaste, agregaste los yugos de la pretendida gloria, de sapiencia de palabras y sin frescura de mañanas. Tu corazón se hubiera guarecido del tirano que te asolaba y yo le daría muerte si se hubiese atrevido a arrancar tus ramajes..
La casa del negrero
Festo pasó por aquella casa sombría al caer la tarde dándose cuenta que no había luz en ella. Apenas vio algún candil que la alumbraba, iban apareciendo sombras, acaso por causa de la costumbre de aquella familia. No lo sabía a ciencia cierta pero así reconoció en algunos vecinos, los atuendos de un riguroso luto. Pero observaba también asombrado, los saludos raramente animosos entre el aguardiente convidado y los abrazos mentirosos de la gente. Se sintió entonces, algo extraño ¿Por qué habría de encontrarse con eso?
Manuel
No hace mucho que nos vimos, si parece ayer que nos saludábamos porque siempre había entre sus manos, los miles de papeles para ayudarnos entre sus ánimos y sonrisas complacientes. Así era Manuel, estudioso de la realidad nacional del educando, aquél que vertía experiencias propias de un erudito de la conciencia humana, el que nos hacía recuperar las notas los días sábados y el que era de los mejores exponentes en la clase.
Hasta morir en paz
Roque Puell López Lavalle
El señor payaso
Yo estaría de duelo
La morada azul
Las circunstancias no se dejaron vencer, el sueño al fin se hizo una realidad, el espíritu de la unión dio cabida a una verdad: Un calorcillo a hogar asomó sus esperanzas y así fueron naciendo las almas del amor y la complicidad.
El capulí de tus ojos
El capulí de tus ojos me dio
la esperanza, me dio el color que no esperaba en una dicha de razón y orgullo,
quizá en una mezcla de amor y embrujo... Así las cosas, ¿Puedo saber si quiera
el por qué de recibir tanto amor?
El capulí de tus ojos me
conoció desnudo de pies a cabeza, comprendió de mis vigores y de mis paciencias.
Con el pasar del cielo y de la tierra, musitaste el amor de una princesa, el
deseo a todas luces de ser tú, mi reina…
El capulí de tus ojos vio mi
pena, mi enojo y mi sangre guerrera de las mil batallas que libré por la
verdad, pero llegaste tú presta para decirme que también era posible luchar
contra la mezquindad. ¿Qué más podría pedirte yo si entendiste lo que mi
corazón anhela?
El capulí de tus ojos me
miró para buscar una contestación, hurgaron en mí para pedirme cuentas, de
quién eres ahora tú para transformarte después en mi ardorosa conciencia. No
supiste que me ganaste el corazón porque hasta en sueños yo sabía de tu
respuesta...
El capulí de tus ojos conoció
mi gran apuro, mi ser desvalido por los problemas y sin embargo, tus mimos
sonrieron buscando en mi lo mejor de mi corazón para que después yo me
convirtiera en un adolescente y jugar de esa manera con tu inocencia...
El capulí de tus ojos me
mostró tus sentimientos, esos que no nacieron de un instante de desvelo o en
una corazonada de algún naipe jugado. Nació por el parecer de nuestro mutuo
arrobamiento, por el derecho que todos tenemos de llegar a un maravilloso
encuentro...
El capulí de tus ojos llegó
cuando menos te esperaba y no te fuiste sin decirme adiós, solo te quedaste en
el seno de mi vida, en el fuego de mi pasión para llegar juntos a la plenitud
de nuestro gran amor...
El capulí de tus ojos
cerraron los míos para abrirlos en una esperanza, en un mar de ilusiones, en
aquellos fuegos inapagables por los vientos de una traición. Pero nacieron para
ser ciertos y reales, en las letras de tu melodiosa voz...
El capulí de tus ojos vio en
los míos el despertar de un ser solitario que en mucho tiempo no veía la
inocencia de un niño que a pocos lo hiciera sonreír. Y por ello no dudo que
tus ojos nunca se cerraron para mí, es más, me di cuenta que se quedaron para
siempre por mí...
¡Te amo!
Roque Puell López Lavalle
Nocturno
Aquella vez que caminábamos bajo la lluvia no nos dijimos nada. Pero horas más tarde, cuando tomé tus manos en nuestro lecho me preguntaste: ¿A dónde quieres llegar? Desconcertado, te contesté una respuesta guardada: ¿Y si me dijeras mejor, que me amas? Sin embargo, llevabas contigo el tesoro más grande de todos, el más osado, aquél que no es dado ni por orgullo, ni por nadie ¿Quién fuera yo para que me lo llevara?
Tal vez si pudiera verte desnuda donde esa vez fuiste mi cómplice, tú hubieses huido de mis manos y yo hubiese quedado sin palabras por tu desgano. Pero en ese momento pudo más el amor y el deseo, porque te portaste como una niña adolescente, afanada por llegar a su inocente recreo. Fuiste quien todo lo cree y que todo lo espera, aun cuando nuestra verdad estuvo realmente manifestada...
Entonces recorrí tu cuerpo con mi mirada y recién allí, pudiste darte cuenta que mis susurros, no fueron falsos sino verdaderos. Pero no me creíste porque esa noche no me supiste contestar. Si con mis besos pudiera convencerte en se momento que por ellos yo no estaría contigo, con justa razón me reclamarías, entonces, ¿Por qué cuando pienso hacerte el amor eres tan indiferente?