lunes, 29 de enero de 2018

Alejandra, un sueño...

Hola Alejandra:

Te escribo esta carta porque quiso Dios darme la oportunidad y me animé pronto a ver mis anotaciones y referidos. Es cierto que he partido hace años y mi deseo es darte unas palabras porque hasta mis oídos ha llegado tus comentarios y tus regalos. ¿Es realmente cierto? Cuéntame...

Me llevé tus recuerdos y no sabes el amor que yo tenía al querer llevarte a la eternidad para que hablaras conmigo. Por cierto que este lugar es maravilloso, es un mundo sin fronteras con la libertad que me ha concedido el Señor y que mucho me estoy gozando en estos momentos ¡Ah, si tú supieras! Ojos que hombre no vio y oídos que no escuchó, están preparados para aquellos que lo aman y en esta oportunidad, me tocó a mí... ¡Es increíble! Veo también que nunca me has olvidado y cada año en aquellas fechas de nuestro aniversario siempre tienes palabras muy hermosas para lo que fue nuestra unión en la tierra. ¡Qué cariñosa fuiste! Yo también te recuerdo y mis sentimientos son muy grandes para ti. Pero ¿Sabes? El Reino  de Dios no consiste en comida ni bebida, es más, no nos podemos casar pese a tener un hermoso cuerpo porque en este lugar, todo es tan distinto...

Me envías flores a la mar, eso lo pude comprobar yo mismo y veo que así recuerdas nuestros momentos y creas también miles de canciones. Yo no he visto tanta demostración de amor y de qué manera no me has olvidado. No lo creía hasta que encontré tus letras tan románticas y bellas en la orilla del mar donde teníamos nuestros acostumbrados paseos... 

Quiero decirte finalmente que te amo, no para toda la vida porque soy eternamente tuyo. Pero el verdadero amor deja libre para quien vivió el romance más allá de la muerte. No me olvidarás ni yo tampoco, pero no es justo que te aferres a lo que fue lo nuestro... ¡¡Piénsalo!! Vive intensamente, no te quedes sola. No te inquietes, no estoy ni en el mejor recuerdo sino aquí...

Prepárate mejor para aquél día en que seguramente nos reuniremos otra vez, juntos como antes, mirándonos a los ojos pero cantando y alabando a Dios, por toda la eternidad...

Roque Puell López Lavalle

El amor inocente que yo perdí


Estrecharte entre mis brazos fue mi anhelada espera. El buscarte emocionado día a día para ver si te encontraba, era mi religión. Amarte en la oscuridad de la noche junto al mar, fue mi eterno deseo. Pero tú no estabas en ese momento porque no escuchaste el latido de mi corazón y tampoco escuché el tuyo que me dijera que me amaba tanto como lo hice yo. Es que tu cardio estaba tan apocado, tan adolorido por la maldad que te abrumaba que no pudiste diferenciar nuestro amor. Creíste que era el compañero indeseable y me dejaste por mi estado, defendiendo más tu egoísmo y lo convencional, que nunca fue tu argumento.

Yo quedé sentido, frágil de tu silencio y de tu partida tan cobarde e indiferente. La soledad de mi desierto, la luna llena que se escondió de mí ser no concibió semejante despedida. No pude soportar el remolino de mis sentimientos que vivió en mí como un verdadero  infierno. Pero así pasó el tiempo, como los silbidos al azar que se hacen sin melodías y que siempre terminan en los espacios perdidos.

Así meditaba frente al mar, tuve tus recuerdos, entablé conversaciones con algunos que se llevaron mis deseos como las brisas del momento. La sonrisa y el afán del que no siente se traducen en el olvido para convertirlo después en una pesadilla. Más no se irá mi nombre, aquel se quedará firme porque mis obras hablarán solas y habrán otros que te lo recuerden viendo algunos lugares muy lejanos que solamente tú los reconocerás...

Pero será muy tarde en ese momento para volver a ese recuerdo porque  todo regresará a su lugar, el presente, el pasado y el inexplicable futuro, absolutamente todo. ¿Ves? Lo que antes se vivió, pasará al mundo del olvido, allí encontrarás un ingenuo como yo que se convertirá en el indiferente como tú, para cometer el mismo error. O quizá, el que ahora te acompaña, vivirá nuevamente el amor “inocente”, que yo perdí...

Roque Puell López Lavalle



El amor que triunfa


¿Cómo será vivir consciente de la paz cuando no la respiras y la apariencia entonces disfraza lo evidente? ¿Es esto realmente posible? Yo quiero pensar que es la ceguera del presente que olvida el recuerdo de lo ya vivido y que dice no a la verdad, que se repite oscureciendo así a la conciencia. Niega la realidad y surgen las dudas porque la vergüenza se une sin miedo ni temor a la indiferencia... 

Buscar en el cielo a la razón es imposible, hurgar entre los espinos para encontrar después el dolor, no hace valientes. Solamente hay un sentimiento de cobardía que encuentro entre las piedras y en los surcos de mi propia tierra, pero hallo también una retribución sin pies ni cabeza por la violencia extendida. Entonces veo de esta manera que tu pícara manera de ser será como la treta de los dioses falsos, cubriendo toda la inmensidad del cielo, perdonando todo y nada porque no existe razón para condenar. Solamente encontraré lo que alguna vez me llegaron a vender: Castigo por amor... 

Y cuando esto suceda, la cobardía crecerá como el cauce de un rio, el desamor me inspirará para desenvainar mi espada y esperar mi tiempo porque el amor que uno posee, de seguro que muy pronto, habrá de triunfar... 

Roque Puell López Lavalle

Escuchar el enlace: https://www.youtube.com/watch?v=UBfsS1EGyWc