lunes, 30 de abril de 2018

Cristito



En la vida de los pueblos y de las ciudades cuántas cosas increíbles pueden suceder. Me contaron una historia que me llamó la atención y me dio la curiosidad de saber, pero era a fin de cuentas, un misterio. Así pues, surgió un personaje humilde que por su nombre tan extraño y real a muchos les causó sorpresa. 

De tal suerte, que todos enmudecieron por tal acontecimiento y pensaron que habrían de buscarlo seguramente por esos favores recibidos al rezar pidiendo fervorosamente a la supuesta "deidad". Largas peregrinaciones se hicieron en ese momento y no faltaron las promesas, los suspiros, así como las ofrendas por aquellos sueños vividos al revés.

Pero ante las dizque fantasía ya pregonada en el lugar, no faltó alguien que se dio cuenta de algunas mentiras porque no se trató tampoco de tantas "presencias" o búsquedas de algún milagro acontecido. Al Alcalde se lo contaron y por ende a todos sus regidores, pero no podían hacer nada al respecto. No querían irse contra las creencias del pueblo ni menos desilusionar su fe. 

Parecía que de todo esto se hizo una leyenda por las supuestas verdades u otras guías espirituales no comprobadas por los entendidos.  De esa manera, pasaron ellos también de la ignorancia atrevida a la multiplicación de los secretos que se convirtieron en la comidilla de todos incluso de algunas autoridades más prominentes. 

Pensaron que el nombre "Cristito", venía del Crucificado o del más allá cuando solo era la identificación de un muchacho que no estaba enterado de tanto barullo y de tanta alharaca. A pesar de que no tenía el nombre de un santo, huyó asustado a otra aldea lejana y a cuántas leguas pudiera correr.  

No obstante, luego de un tiempo, los habitantes de la villa supieron un poco tarde la verdad y de la farsa que habían sufrido. Se enteraron de que se trataba de la vida de un muchacho que trabajaba solo como dependiente en una fonda a km. de distancia en un asentamiento humano, inaccesible, accidentado y que solo se fajaba el día por tan solo unas monedas, de un pícaro extravagante...

Roque Puell López Lavalle

sábado, 14 de abril de 2018

La reunión


Eran las tardes acostumbradas de la velada
y eran los tres convidados al riguroso té,
vino la gata, el perro y la verde lora
¡¡Y grandes fueron invitados!!

Y contaban todos las novedades del verano
con esos variados climas de la mañana
y hablando mal de todos los vecinos
¡Pecaron todos así de insensatos! 

La gata distante, de poco, hablaba a nada
el perro tontolón, solamente ladraba
y la lora sin ninguna educación
solo repetía muchas bobadas

Así pues, empezaron esos malos relatos
todas a una decían tener la solución
y uno que otro alzó la fuerte voz
por juzgar al tal desconocido
sin mal y sin apellidos...

Entonces muchos sufrieron un desencanto
y el té para el momento, sabía amargo
de las alegrías quedaron tristezas
por tener el hocico presumido
 y beber vino, mal digerido

Pero el león, que era el dueño de la casa
despertó de su sueño insatisfecho
 no le gustó la reunión insolente
pero ellos ni se dieron cuenta
porque la lora enmudeció 
el perro fue el inocente
y la gata, ofendida...

Venida la noche, no hubo ruido alguno
y se presentó silencioso el vengador
el león declaró: ¡¡Fin de fiestaa!!
¡¡Zásss!! ¡A todititos engulló!
Y hoy, sin pena ni gloria,
¡¡Terminó la reunión!!

Roque Puell López Lavalle

viernes, 13 de abril de 2018

Cuna de lobos


Nosotros siempre tenemos algo que contemplar o realizar sea que miremos a la vida como una realidad inequívoca o una experiencia distinta donde podríamos tener cualquier comienzo sin saber cómo va a concluir. Y es como vemos nosotros que de las estrellas del cielo a la tierra, hay una distancia inmensa o del frío al calor extremo también aprendemos, una manera curiosa de existir. 

Vivía en los bosques en aquél tiempo, un viejo lobo con la gloria de su pasado y la lucha entre sus venas. Sentía en su ser, una batalla interior de sus recuerdos pero cae herido de repente por el fuego de un cazador furtivo. Entonces camina a rastras peligrando su vida pero prosigue adelante sin importarle mucho el destino. Ya cunado estuvo a salvo, la jauría lo proclamó héroe pero él rechazó la ceremonia y la tamaña habladuría pues no la reconocería nunca por el discurso incesante de lo mismo en otras oportunidades. Él no se consideraba merecedor de su homenaje porque dentro de sí se sentía como un rebelde.  

Su descendencia también le reclamó su conducta pero no lo lograron entender, lo evitaron, lo difamaron y aun no lo quisieron más en su seno. La irrenunciable de su juventud lo curó en mil encuentros pero no concibió la daga en su interior y el aullido de su esperanza fracasó e indefectiblemente murió. Él no se amilanó de todo esto y aun levantó la espada de su orgullo pero fue inútil, todo estaba perdido, nada se pudo recibir porque nada se pudo lograr.

Aunque pasaron las semanas y los años, la vieja herida de antaño, empezó poco a poco a restañar. Empezaba ya a florecer en él, una esperanza palpable en cualquier momento y circunstancia. Comenzaron los sueños y todo era relativamente nuevo en su experiencia. El cielo se encontraba abierto, la ilusión no se había perdido, atrás quedó el fantasma de la tristeza y tanto así, que murió de vieja. Los recuerdos anteriores solo venían de tiempo en tiempo, sin más mella que un suspiro.

La felicidad lo contempló largamente y lo consoló. Lo acogió dulcemente dentro de si alargando los brazos de su bondad infinita. Entonces, el mañana del lobo volvió a renacer nuevamente  en el gozo de su corazón y sus emociones volvieron a vivir al amor, a la amistad, el porvenir y así, recogiendo lo mucho que había aprendido... ¡¡Empezó nuevamente a volar!!

Las esperanzas sentidas y las variopintas realidades que le tocó experimentar a lo largo de la forma de encarar las cosas, son cuna de lobos al fin de cuentas. Cuna de todos nosotros quienes por alguna u otra razón, nunca esperamos nada y tampoco soñamos más.  Siempre creeremos que algún día bueno y diferente va a llegar para transformar a las sombras de nuestra historia. Nos enseñará siempre que  cuando perseveramos, existe un mejor final. El lobo, así lo entendió.

Roque Puell López Lavalle

Escuchar: https://www.youtube.com/watch?v=U62YkXZNs8M