domingo, 25 de diciembre de 2022

Hildebrando, el escultor


Tus ojos ya no ven el cielo que hoy no guardas y tu viaje inesperado que perduró algunos meses, regresaron otra vez a la esperanza que nunca encontrarás. ¿Por qué vuelves, a las remembranzas que solamente te hicieron el mal? ¿Dónde están los mundos nuevos, las eternas praderas que habrías de conocer para colocar la bandera de tu libertad? ¿No es más fiero quien se muerde los labios y acepta el no regresar? Insistes al mismo momento, al mismo sonsonete de melodías sin caminos y sin respuestas del por qué te tuviste que marchar. Ves ahora que la Valkiria no cambia, que no muda su parecer porque los mismos fantasmas del pasado, arrecian contra ella como si fuera una barrera de poca importancia y que su ser aun reclama, para no perderse jamás.

Ah compañero, tú si habrías encontrado otros manantiales que podrían regar tus áridos sentimientos o quizá tus amargos pensamientos porque los malos recuerdos, todos los tenemos pero depende qué tanto los abrigaste o qué legiones se atrincheraron en el doblez de tu apocado corazón. Yo vi que el talento de tus manos, seguían firmes en el esculpir de las piedras como el artista consumado que eres. Sabía yo que la nostalgia ya no tendría motivos y fueron tus esculturas magníficas las que más te dieron satisfacciones. Apenas si concebiste que todos los honores a tus creaciones te hicieran feliz porque eran tuyas; porque se irguieron seguras, asidas de tu voluntad férrea sin más excusa que tu misma creatividad. Te habrías librado acaso del yugo infiel, quizá del egoísmo de su verbo amar.

Y encima de cuernos palos para que las infamias no te concedan el tiempo de aliviar los dolores de una sociedad impenitente y condenada por los actos más viles y escondidos. ¿¿No sabes tú que el dormir sin patria, anhela demostrar tu carácter?? Si porque al estar lejos de lo que amas como terruño, te llevará a estar solo contra el mundo y contra todos. Para eso necesitas serenidad, acaso sensibilidad, pero ante todo valentía a toda prueba y recién así podrás amar nuevamente y sin fronteras cuando hayas conocido la urgencia de alcanzar lo que quieres aunque ella no te lo hubiese comprendido. No sé cómo puedo entenderte ahora que me lo has contado, sin pelos en la lengua, sin pena ni gloria y que ahora son tu verdad. ¿Sabes? Me lo dijo tu resentimiento que sonaron más que el laberinto de tus palabras, incluso más que las campanas que llaman a la defensa de tu verdad.

Busca entre las entrañas de la tierra, eleva tu alabanza al Santo y busca en los caminos del atardecer, en aquellos que no ves porque del cielo se abrirá la senda de tu nuevo despertar. Haz de cuenta que estás en el en el infinito oscuro de la cumbre tachonada de estrellas, allí donde la conciencia se encuentra inmersa y sin dueño fiel que la proteja. En ese lugar misterioso entonces, amigo, elévate mucho y destierra los sacos de arena que te impiden triunfar. Cuando comprendas que la libertad significa también morir para entrar en el mundo de la esperanza sin pretextos y ligaduras, entenderás que vale la pena sembrar lo que no ves para tener luego una cosecha de constante felicidad. Pero acuérdate que no serás tú sino será Él quien te lo podrá enseñar. No cejes pues ahora, de perseverar

Una leyenda entonces, será tu figura, tal vez un murmullo pintará tus ojos incrédulos pero serás una estrella radiante en un sol que alumbra pero que no ciega a los desesperados. Tal vez estarás entre las habladurías de la gente o en las tempestades terribles de la arena. Aquellas que son siempre sórdidas, distantes, impertinentes, esas que no forman parte de nosotros y quizá si te encuentres, en las pretensiones de un renegado, de un orate olvidado o de aquél que no quiso volver nunca, pero que jamás lo habría intentado…

Roque Puell López Lavalle

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